Concepto

La imprenta en Euskal Herria

Con el paso del tiempo, el éxito de la imprenta se agrandó: cuanto más se imprimía, mayor era la demanda de libros, y consecuencia de ello es el aumento de impresores vascos en el siglo XVII, extendiéndose las imprentas a nuevos lugares.

A comienzos del siglo XVII había dos impresores principales: Matias Matés en Iruñea y Cole Ibarra en Bilbao. Como hemos señalado al inicio, el primero se dirigió al monasterio de Iratxe en 1607, y tras su fallecimiento, la imprenta de Iratxe quedó en manos de Nikolas Asiain. La imprenta del monasterio desapareció, sin embargo, en 1617 y Asiain falleció tres años después. A su vez, Carlos Labayen (principal impresor navarro al inicio del siglo XVII), Juan Oteiza y Martin Labayen también iniciaron sus labores de impresión en aquella época.

Carlos Labayen publicó, entre otros, trabajos en euskera de Beriain como Tratado de cómo se ha de oir misa en romance y bascuence (1621) o Doctrina Christiana en castellano y bascuence (1626). Tras fallecer Labayen, sus sucesores (y familiares de algún sucesor como Diego Zabala, cuñado de Martin Labayen) tomaron las riendas del negocio y publicaron algunas obras relevantes como el Quaderno de las leyes y ordenanzas y las Leyes de Navarra.

Junto a la expansión de la imprenta, también se incrementaron las licencias de impresión y los impresores. En la propia Navarra, destaca la labor realizada por Juan Antonio Berdun, Juan Micon, Francisco Antonio de Neyra o Domingo de Berdala.

En Bilbao Pedro Cole de Ibarra fue el único impresor del siglo XVII hasta que Juan de Azpiroz inició sus trabajos de impresión en 1615. En la imprenta de Azpiroz vieron la luz algunas obras importantes en la historia del euskera como Exposición breve de la doctrina christiana en castellano y vascuence (1656), traducción realizada por Martin Otxoa Kapanaga basándose en la obra de Geronimo de Ripalda. Ya en la década de 1640, Pedro Huidobro abandonó Burgos para dirigirse a Bilbao e instalar allí su imprenta, y veinte años después el madrileño Roque de Miranda hizo lo mismo. Finalmente, cabe mencionar a Martín Morovelli y a Juan de Elorza, a pesar de que únicamente se conoce una obra impresa por ellos.

Rompiendo la supremacía de Hego Euskal Herria (de Bizkaia y Navarra concretamente), Jean Merlet abrió la primera imprenta de Ipar Euskal Herria en Baiona. Si bien en el siglo XIX Francisque Michel defendió que un tal Fauvert imprimió una doctrina y la obra Noelac de Joannes Etxeberri de Ziburu, no hay ninguna otra referencia a dichas ediciones, y Julien Vinson demostró que los datos de Michel resultaban ser erróneos. Los textos de los escritores en euskera de Ipar Euskal Herria ( Estebe Materre, Etxeberri de Ziburu) se continuaron publicando fuera de los límites del País: en Burdeos (Materre, Etxeberri de Ziburu, Axular), en Pau (Gazteluzar, Belapeyre), en París ( Oihenart, Pouvreau) o en Orthez ( Tartas). A finales de siglo (1699) se publicó en Baiona la tercera edición del Noelac eta berce canta espiritual berriac de Etxeberri de Ziburu.

Merlet no publicó ningún libro en euskera, y el primer impresor que publicó un libro en euskera en Baiona fue François Bourdot, quien sacó a la luz la obra Tresora hirur lenguaietaqua, francesa, espagnola eta hasquara (1642), traducción del trabajo publicado por Voltoire en 1620. Transcurridos veintitrés años, Bernard Bosc imprimió en la capital labortana el segundo trabajo de Pierre Arginarats (Devoten breviarioa, 1665) y un año después Pierre de la Court se encargó de la impresión, en esa misma ciudad, del Statua Synodalia (1666) de Joannes d?Olce. Sin embargo, la imprenta bayonesa que más años duró en activo fue la de Antoine Fauvet.

Fauvet situó su primera imprenta en Baiona durante la década de 1660, y sus sucesores mantuvieron el negocio a lo largo de casi dos siglos, hasta 1845. Fue impresor oficial de la ciudad (imprimeur de la ville) hasta que falleció en el año 1700. Tras la muerte de su padre, Paul Fauvet tomó las riendas de la imprenta, convirtiéndose así en el único impresor de Baiona. Entre los trabajos publicados por la familia Fauvert destaca la traducción de la obra De imitatione Christi del monje cristiano Kempis, realizada por Aranbilaga y publicada en 1684 bajo el título Jesu Christoren imitationea.

En Hego Euskal Herria no se puede decir que la imprenta evolucionara demasiado en Donostia, ya que el número de impresores no aumentó hasta finales de siglo. Existe un documento de 1667 en el que Martin Huarte pide permiso a las autoridades correspondientes para abrir una imprenta, explicando que recientemente ha recibido de Ámsterdam las letras y cajas necesarias para las labores de impresión. Las autoridades le otorgaron dicho permiso, y el primer libro impreso por Huarte fue el Quaderno de Leyes de Alava (1667). Un año después de poner en marcha la imprenta, Huarte falleció, pero el trabajo apenas quedó interrumpido ya que su viuda se hizo cargo de la imprenta mientras aguardaba la vuelta de sus hijos Pedro y Bernardo, que en aquella época estudiaban en Francia. Tras su regreso a casa, abrieron una nueva imprenta y en ella se publicó el primer libro en euskera impreso en Gipuzkoa: la Doctrina Cristiana en Bascuence (1691) del durangués Nikolas Zubia.

En el mismo siglo XVII Bernardo Huarte abrió una nueva imprenta en Tolosa (la primera del lugar) y ya en el XVIII, Pedro Huarte imprimió la conocida Doctrina Cristiana en Bascuence (1713) de José Ochoa de Arin (el apellido del impresor que aparece en la portada es Ugarte).

Al igual que en el siglo XVI, cabe mencionar que en el XVII algunos trabajos de autor vasco se publicaron fuera de Euskal Herria. Hablamos de autores y trabajos como Baltasar Etxabe y su Discursos de la antigüedad de la lengua cántabra bascongada (Henrico Martínez, México, 1607), Gabriel Henao y su Averiguaciones de las antigüedades de Cantabria (Eugenio Antonio García, Salamanca, 1607) o José Lezamiz y su Vida del Apóstol Santiago el Mayor (María Benavides, México, 1699).