Fernando Sarrailh de Ihartua, Heiko Sagredo de Ihartza, Mendiguri.
Personalidad nacionalista vasca, político y escritor. Nació en Getxo, Bizkaia, el 15 de mayo de 1921, fallece en Bilbao el 15 de noviembre de 1998.
Su padre era alemán y su madre vizcaína de procedencia veneciana. Aprendió el euskara en la adolescencia de forma autodidacta.
En 1941 traba conocimiento con Resurrección María de Azkue con el que colaboraría hasta su muerte. En 1943 ingresa en una Euskaltzaindia poco más o menos inexistente proyectando, junto con Azkue, su revitalización que efectúa. Por aquellas fechas crea el grupo Mikeldi de pintores y el Instituto Julio de Urquijo de Investigaciones. Ha sido uno de los principales sustentadores de la unificación literaria del euskara. Para ello propone la aceptación franca de los préstamos:
"No hablemos más entonces de la insularidad del euskara, porque esa insularidad no es más que un mito. Y siéndolo así, alegrémonos, porque la salvación de nuestra lengua se halla en esta situación. Hoy, los pueblos primitivos del África ecuatorial, poseen una verdadera cultura insular, pero por esta causa sus lenguas no son aptas para la vida moderna, porque no han realizado el crecimiento que se debía haber realizado a través de los siglos. El euskara, los viejos vascos, como los verdaderos filólogos y lingüistas, asimilaron científicamente los términos de la cultura. Como nuestros antepasados sabían que no debemos luchar contra un enemigo que no podemos someter, pidieron tregua y modelaron y plasmaron las condiciones a fin de vivir en paz".
El purismo, es a sus ojos, un corsé asfixiante:
"Los puristas hicieron sufrir al euskara. No se podían tomar las palabras que eran necesarias para los conceptos nuevos; sin embargo, los hombres necesitan expresar sus ideas; el euskara infantil es incapaz, por lo mismo no hablaban en euskara. Así la labor que se debía hacer en pro de nuestro pueblo, le venía en erdara, y el vehículo del espíritu vasco se extranjerizó. Los vascos escribieron en erdara la cultura que debió realizarse en euskara, y llevaron el habla popular al despeñadero. El erdara penetró en las ciudades, en los medios cultos. El idioma de la escuela era el erdara. Ya sé que dicen algunos que fueron nuestros enemigos los que implantaron el erdara en las escuelas; pero esto tampoco es del todo cierto. También hoy, en Cataluña, se enseña en catalán en las escuelas privadas y en las escuelas religiosas; porque los catalanes tienen el debido prestigio, porque los catalanes aman y cuidan su lengua, y contra esto no hay poder de ningún estado. Si en Euskalerria no ocurre lo mismo, la culpa es nuestra y no de los foráneos".
El dialectismo debilitó a la lengua. Su unificación debe de basarse, según Krutwig, en el laburdino:
"con el despertar del nacionalismo europeo, parece que en Euskalerria nació el cabilismo, y en el siglo XIX, el euskara que tuvo unidad perdió su uniformidad, y diríase que cada cual debía formular para sí un dialecto literario. De este modo, algunos creían que se debía escribir en cualquier dialecto o dialectorzuelo. Con semejante desconocimiento debilitaron y debilitan más y más el humilde euskara. Sabemos todos que para el lingüista las minucias que están vivas en los dialectos tienen un gran interés. Pero la Filología nos dice que el prestigio que las lenguas deben tener en la sociedad se logra por medio del lenguaje que los cultos emplean; por dicha razón, si no hacemos para los cultos, no será mayor el prestigio de nuestro idioma. Debemos tener un idioma general. Como decía Luis de Elizalde. Por lo mismo, para plasmar la unidad del euskara, debemos aceptar el dialecto que más se escribe, no el que más se habla, porque las lenguas literarias unificadas primero son para leer. Por esta razón se debe adoptar la lengua tradicional de nuestra literatura, y ésta es la literatura labortana que ha llegado a nosotros de Leizarraga, de Atsular, de Echeberri, de Haraneder..." (De Gernika, n.° 14, 1951, pp. 8-11).
Mitxelena, historiando la época, dirá respecto a la vida de Euskaltzaindia y del mismo euskera:
"El consenso anterior fue roto por Federico Krutwig que encabezó un movimiento ruidoso y en bastantes aspectos extremista que con desarrollos muy divergentes ha llegado a formar un importante estado de opinión".
Sus invectivas contra una "marcada tendencia a la vulgaridad" o jebismo vasco se han hecho célebres:
"En general, formar parte de una minoría étnica supone pertenecer a un pueblo subdesarrollado. Tal y como dicen los franceses, "minorité-minorisé-minable". En todos ellos la clase ascendente se desnacionaliza, identificándose cultural y políticamente con la metrópoli que les domina. En el País Vasco no ocurre eso. Los sectores cultos de nuestra sociedad no se han avergonzado jamás de ser vascos. Muy al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, con los bretones, ser vasco no es signo de menor valor. Sin embargo, en el País Vasco se produce una marcada tendencia a la vulgaridad. Yo diría que existe un auténtico culto a la vulgaridad. Hay un empeño en identificar al vasco con el aldeano bobo, en identificar cultura vasca con cultura popular o rural en el sentido más peyorativo del término. Esto es evidente en la pintura, por ejemplo, de Arrúe (...). Es preciso obrar como lo hicieron los griegos, que plasmaron únicamente a sus más bellos hijos. En nuestro país el ejemplo debe ser, no el aldeano tonto, sino el aldeano que se eleva, el inteligente y el estudioso". (Muga n.° 2, p. 56-57).
En mayo de 1952, pronuncia en la Diputación de Bizkaia un vehemente discurso con motivo de la entrada de Luis Villasante en Euskaltzaindia. En este discurso, de tonos absolutamente inusuales para la época, Krutwig denuncia la duplicidad de una iglesia que apadrina las lenguas vernáculas en unos sitios y las margina en otros, en este caso en el País Vasco:
"Si en un pueblo hay cinco carabineros exclama ante un público boquiabierta aunque éstos jamás vayan a oír misa, en la hipótesis de que pudiesen algún día ir por casualidad a oírla, se predica en su idioma, pero a los vascos que viven en Bilbao, aunque sean veintenas de mil, no se les predica en su lengua".
Días más tarde se ve obligado a pasar la frontera acusado de intentar hacer revivir el antiguo espíritu separatista. En Donibane Lohitzune conoce exiliados como Lezo de Urreztieta y gentes del movimiento Jagi. En París a Jon Mirande y a sus amigos bretones filofascistas. Marcha a Alemania donde contrae matrimonio, se divorcia y, en 1961, vuelve a Biarritz. A partir de esta fecha comienza la gestación de lo que será su célebre Vasconia publicada en 1963 (Buenos Aires, pero en realidad París) bajo el pseudónimo Fernando Sarrailh de Ihartza, auténtica biblia de gran parte de la generación joven antifranquista que empezaba a poner en cuestión el nacionalismo tradicional sabiniano. Colabora con ex militantes de EGI en la preparación de comandos teorizando sobre la "lucha armada". Es expulsado de Francia en 1964 estableciéndose en Bruselas. Allí entabla relación con miembros de ETA elaborando dos informes para la Quinta Asamblea de la organización (1966-1967) celebrada en la Getaria laburdina. Actúa asimismo de enlace entre la organización y los checos para la obtención de armas, marchando luego a Roma. Su desvinculación de ETA es progresiva rompiéndose hacia 1975, pero, pese a ello, seguirá siendo considerado una de las cabezas pensantes de la misma.
A la muerte de Franco, casado con una profesora flamenca de literatura, se establece en Zarautz (Gipuzkoa) dedicándose exclusivamente a la reflexión y a la producción literaria. Sus colaboraciones pueden verse en revistas como Egan, Gernika, Euskera, Euzko Gogoa, Branka, RIEV y en diarios como Deia. Conocedor de varios idiomas, ha traducido a Goethe (Gernika, 1951) y a Mao: Liberalkeriari aitzi y Praktikaz (1968). Ha participado también con comunicaciones sobre minorías nacionales en diversos congresos. Tras el éxito de Vasconia ha publicado los siguientes libros: La cuestión vasca (1965), Vasconia y la nueva Europa (1976), Garaldea. Sobre el origen de los vascos y su relación con los guanches. (Txertoa, 1978), La nueva Vasconia (Ed. Vascas, 1979), Mikelditarrak (Vascas, 1979), Ekhaitza (Haranburu, 1980), Igibarziaren iphuiak (Haranburo, 1981). En 1982, dentro de la colección "Belatzen baratza", publica (Haranburu Editor): Jakintza-baitha, Erroten Burgiko mystérioa, Harbelnoren amazônak, y Mystagintza zaharra y, fuera de ella, Otsoaren bidea. En 1983 Ortziren zaldiak, Garaziko oihanaren thauma, Sua ez da hiltzen. Finalmente, en 1984, aparece su Computer Shock Vasconia, aguda reflexión sobre el desafío informático en la Vasconia de finales de siglo XX.
IEZ
Partidario de la unificación del idioma vasco basada en el labortano clásico, el euskera de autores antiguos como Axular y Leizarraga, sus libros en euskera fueron narraciones que apenas tuvieron eco, pues para empezar estaban escritos en un lenguaje muy distinto del ya imperante euskera unificado de Euskaltzaindia y que resultaba de difícil comprensión para el lector estándar. De todas formas, sus libros de pensamiento fueron escritos mayormente en castellano.
En cuanto a la ideología, se declaró seguidor de los filósofos Kant y Schopenhauer y del paganismo de las civilizaciones clásicas, Grecia y Roma. En su última obra decía que las nuevas ideas han sido siempre producidas por los hombres, si bien luego han sido las mujeres las que mejor las han interpretado. Propugnaba también la desaparición de las atenciones sociales hacia los retrasados mentales. Por otra parte, defendía las bondades del gobierno de los mejores, la aristocracia, frente a la democracia, que, según él, podía convertirse en "chusmocracia".
FIO 2002