Concepto

Grabadores de joyería

La apertura de surcos y la extracción de metal, en forma de viruta finísima y continua, por medio del buril, puede efectuarse manejando a pulso esta herramienta y empujándola con una sola mano, o también golpeando el útil cortante con un martillo (martillo de grabador).

En el primer caso, el buril es empujado únicamente por la palma de la mano del artesano, que controla de esta forma la fuerza que ejerce, su desplazamiento e inclinación sobre el material que graba. El dominio de la herramienta, por este método, resulta difícil, y sólo a base de mucha práctica, constancia y habilidad, se alcanza el control de la herramienta y la seguridad de una correcta ejecución. Este técnica es la denominada "esku aide" en la zona armera de Guipúzcoa.

En el segundo caso el artífice, sujeta con su mano izquierda el buril que golpea con un martillo que acciona con la derecha, dando pequeños golpes de una determinada cadencia y movimientos acompasados.

Ambas técnicas de trabajo se utilizan en joyería, aunque la mayoría de los artesanos de esta especialidad prefieren el grabado a mano. Unos pocos utilizan la de golpe de martillo, pues consideran que aunque el método es algo más lento, es menor el riesgo de cometer errores, como el de que la herramienta por el impulso de la mano vaya a tener "una escapada" que origine una incisión no deseada e irreparable que inutiliza, tanto el trabajo ya realizado como el material soporte que generalmente tiene un precio alto.

Los grabadores efectúan su labor sentados frente a su banco de trabajo, y mediante diferentes útiles fijan y apoyan la pieza sobre la que trabajan, lo que depende de su formación. Unos, los que efectúan el grabado empujando el buril a mano, utilizan una esfera de unos 9 centímetros de diámetro, colocada sobre un soporte de madera, que puede girar en todos los sentidos. El citado instrumento dispone en su parte superior de dos placas provistas cada una de ellas de numerosos agujeros y que se pueden juntar y separar por medio de un tornillo a modo de mordaza.

También para fijar algunas piezas, como anillos, utilizan una mordaza que la apoyan sobre la mesa y que está formada por dos tacos de madera que se aprietan entre sí por medio de tornillos quedando la pieza inmovilizada entre ellos. Para poder trabajar piezas más grandes disponen de dos especie de almohadillas de cuero, una mayor que otra, que colocan sobre la mesa y en las que apoyan los objetos a grabar. Este es el sistema utilizado por Luis María Lafuente que, como ya hemos señalado, aprendió su oficio con José Gervais.

Los que han utilizado la técnica de grabado a golpe de martillo como Pedro Satostegui, usan una bola de acero fundido de unos 17 centímetros de diámetro con un peso de 12 a 15 kilogramos que tiene en su parte superior un canal o gran ranura en la que fijan dos tacos de madera o una mordaza de tornillo según lo más conveniente, y sobre los que a su vez, sujetan la pieza a grabar. La bola citada se encuentra apoyada sobre un marco triangular de madera de forma que el artífice puede girarla a la posición adecuada para el trabajo que en cada momento desee realizar.

Sobre el banco, bien iluminado preferentemente por luz solar o por una lámpara, disponen sus buriles y otros elementos de trabajo adecuadamente ordenados. En ocasiones se ayudan de una lupa dispuesta sobre un soporte que les facilita llevar a cabo los trabajos de más detalle.

Cuando el grabador recibe un encargo es frecuente que el cliente le dé también una idea de lo que quiere. Si consiste en unas iniciales, fechas o textos cortos, lo graba directamente. Si la idea es más compleja, desarrolla a partir de la misma un diseño o composición, eligiendo el tipo de letra, las imágenes a grabar, los adornos y la posición de cada uno de ellos en el conjunto, todo lo cual dibuja previamente en un papel. Para todo buen grabador es imprescindible ser un dibujante experimentado, y todos ellos manifiestan que el estudio de esta materia es un elemento importante en el proceso de aprendizaje de esta oficio.

Para guiarse en su trabajo, debe trasladar ese diseño a la placa sobre la que efectuará el grabado. Como quiera que sobre las placas de oro o plata pulidos no es posible dibujar, frota su superficie con plastilina que deja una finísima capa sobre la que seguidamente puede dibujar el diseño elegido utilizando un lápiz, y en ocasiones un punzón metálico que marca una ligerísima incisión.

A continuación debe fijar el objeto o la placa a grabar en algún soporte. Los que trabajan con buril de mano sujetan los anillos y otras piezas pequeñas sobre la bola por medio de unas clavijas y las placas de apriete, o con la mordaza de madera que apoyan directamente en la mesa. Si son placas lo que deben grabar, las apoyan directamente sobre las almohadillas de cuero sobre las que se inmovilizan. Los grabadores que desempeñan su oficio usando buril de golpe y martillo, colocan la pieza sobre la bola y dependiendo de la forma y tamaño del objeto, lo sujetan con el tornillo o bien lo adhieren directamente sobre el taco de madera fijado a la bola. En este caso utilizan una pasta del tipo lacre que ablandan por medio de una pequeña llama y que una vez enfriada sujeta fuertemente el objeto a grabar.

La labor de grabado comienza utilizando el buril que empujan con la palma de la mano o golpeándolo con el martillo, en ambos casos con suma atención para evitar errores que no se pueden corregir, y avanzan abriendo en el material unos surcos limpios y sin resalte siguiendo los trazos del dibujo. Efectuado el grabado limpian con una bayeta la pieza y queda a la vista la labor efectuada.

Los trabajos repetitivos, como el grabar todas las piezas de una cubertería con las mismas iniciales, se efectúan frecuentemente con el pantógrafo, mecanismo copiador que hace que una cuchilla que gira accionada por un motor eléctrico, reproduzca a menor escala, al ser desplazada a mano, las formas de una plantilla de referencia con las letras que se deseen grabar, trabajo para el que no se requería ninguna especialización. Existen también pantógrafos sin motor y con punta de diamante que graban directamente por la presión y el movimiento ejercidos por la mano.

Los grabadores disponen de gran número de plantillas de latón o plástico que ellos mismos han elaborado manualmente, reproduciendo todo tipo de letras, figuras, etc, lo que requiere habilidad y práctica.