Poetas

Godoy Alcayaga, Lucila

El entierro más largo y emotivo del mundo americano. El que escribe asistió a este acontecimiento en Santiago. Y escribió en aquella ocasión:

"Ya viene, ya la traen. Las paradas del avión son el llanto concentrado de cada república. Y su féretro blanco viene condecorado de amores, Cada república, una cinta prendida a su ataúd... Mientras en Chile estábamos en un esplendoroso verano, allá, la nieve helada rodeaba la casa fúnebre. Nadie sabe lo que ella habría dicho en sus últimos momentos. Pero ya antes lo había pensado y escrito:

"Ahora, Cristo, bájame los párpados,
pon en mi boca escarcha,
que están de sobra ya todas las horas
y fueron dichas todas las palabras."

Allí traen su féretro blanco, entre flores, cintas, banderas enlutadas y pueblo silencioso. La entran en la Universidad, en el hogar de la vieja madre enlutada para recibir los despojos de su hija predilecta. Durante tres días y tres noches desfila el pueblo. Los vendedores callejeros ofrecen fotografías de la "divina" Gabriela, biografías, medallas, ediciones en pergamino de los "Sonetos de la Muerte". El pueblo heterogéneo compra estos recuerdos, para ponerlos en sus casas, quizá pensando oscuramente en proteger a su prole. Ese día pude ver a cientos de niños pobres arrodillados, con las manos en cono, orando por ella. Este gesto espontáneo de la chiquillería lo pude apreciar sobre todo en la avenida de la Paz. Pude ver al pueblo, en gigantesca manifestación de amor, por calzadas y paredones, por cerros y azoteas, con su vuelo de pañuelos, dándole aliento para entrar en la eternidad".