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GANADERÍA (LA NUEVA GANADERÍA)

En el siglo XX la actividad ganadera tradicional ha terminado por experimentar una transformación radical vinculada a los nuevos modos de vida introducidos por la Revolución Industrial. Efectivamente el campo ha cambiado en miras y objetivos y con ello el papel adjudicado a la gestión ganadera. De detentar un papel complementario para el autoabastecimiento alimenticio del agricultor, la ganadería se ha convertido en abastecedora de la demanda urbano-industrial siempre en aumento dentro de una sociedad desarrollada como la vasca. Con ello se ha llegado a la especialización en el ganado vacuno propia del medio oceánico y la disminución paulatina de este tipo de actividad por lo que respecta al mediterráneo. Esto ha obligado a dirigir al caserío hacia la producción de alimento para el ganado y a la vez ha lesionado gravemente su estructura familiar por la inclusión de este tipo de explotación en los circuitos comerciales modernos (centrales lecheras, intermediarios, etc.). La transformación ha actuado dentro de la tradicional jerarquía de las especies ganaderas, originando cambios notables. A principios del siglo XX, la única ganadería progresiva estaba centrada en el vacuno.Sin embargo, a partir de la década de los 60 ha comenzado la cría industrial del cerdo y de las aves de corral, alcanzando una importancia económica notable para las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya, principalmente. La ganadería ovina ha sido desbancada del primer puesto tradicional. Su lana, de baja calidad, encuentra graves problemas de comercialización, mientras que la transhumancia y el pastoreo van disminuyendo progresivamente ante el sacrificio que supone su práctica. El ganado equino ha quedado reducido también a un fenómeno marginal, ante el avance de la moderna maquinaria agrícola. Unicamente se ha intentado su producción cárnica pero con destino a la exportación, dado el poco aprecio que se registra en nuestro país. El ganado caprino por su parte se encuentra en un estadio francamente regresivo una vez que han sido desechados los servicios de este animal como limpiador de la maleza que invade las plantaciones de pinos. La nueva ganadería tiene en común para todas las especies en general la introducción de una larga serie de mejoras tendentes a la consecución de unas explotaciones ganaderas intensivas y racionales. En primer lugar está la selección de especies y los cruces, obtenidos mediante la inseminación artificial que se facilita a través de una red de bancos de semen congelado, registros de control sanitario y libros genealógicos. También se ha avanzado bastante en el capítulo de desinfección de establos y vacunación de los ejemplares, aunque todavía tales prácticas no se encuentren del todo generalizadas. En segundo lugar se encuentran las mejoras de alimentación. Ya en el siglo pasado se intentó mejorar la calidad de la dieta para el ovino a base de sal que era suministrada en dosis controladas. En la actualidad los piensos compuestos y los forrajes modernos, junto con la técnica del ensilado para la hierba, constituyen la base de la alimentación del vacuno. En tal sentido cabe observar que las nuevas razas de cerdos y de aves y de vacas de origen alóctono exigen una alimentación equilibrada para producir a pleno rendimiento. No obstante en cuanto a la cría de vacas se refiere aún se mantiene la alimentación a base de hierba, combinada en proporciones variables con los piensos y forrajes adquiridos fuera de la explotación. En tercer lugar tenemos la mecanización de algunas labores como pueda ser la ordeñadora mecánica, que está muy extendida en el caso del vacuno y que comienza a introducirse más tímidamente en el del ovino. Dentro de este aspecto destaca el caso de las granjas industriales de porcino y aves de corral que tienen un nivel tecnológico muy alto. La estructura agropecuaria vasca se asemeja bastante al tipo europeo, puesto que la actividad ganadera juega un papel de primer orden. Sin embargo, debe notarse que a nivel provincial Alava presenta una escasa participación, mientras que en Navarra el peso específico de su agricultura equilibra su sector primario. En Guipúzcoa y Vizcaya el porcentaje que representa la ganadería en relación con la producción final agraria ronda normalmente el 70 % en la década de los 70, siendo siempre más destacable el caso de la segunda provincia sobre la primera. A nivel de Comunidad Autónoma sin embargo sólo se alcanzó el 58 % en el año 1978, puesto que la importancia de Guipúzcoa y Vizcaya se ve contrarrestada por Alava, donde este porcentaje no alcanzaba el 30 % de su producción final agraria respectiva. En el País Vasco Continental sólo, la ganadería ovina y bovina representan casi un 60 % del producto bruto agrícola en el año 1976. Sin embargo la estructura interna del sector ganadero vasco está bastante lejos de la europea, siendo los principales problemas los que se derivan del minifundio y de las deficiencias técnico sanitarias. La estructura minifundista típica del caserío oceánico ha sido traducida a la explotación del ganado vacuno, de tal manera que las nuevas especies llegan a ocupar los antiguos establos. De esta manera el número de cabezas por explotación es muy reducido, entre 5 y 10, derivándose de ello la baja rentabilidad por trabajador y por hectárea y las dificultades para obtener la concesión de créditos ante empresas de tan poco futuro. Las deficiencias sanitarias derivan también de unas explotaciones ganaderas superpuestas sobre la antigua casa tradicional. Por un lado las campañas de saneamiento contra las principales enfermedades (brucelosis, tuberculosis, fiebre aftosa) resultan insuficientes. Por otro, las nuevas especies lecheras mucho más delicadas que las tradicionales han sido acondicionadas en exiguos establos a los que es corriente que sólo se dé un encalado como medida profiláctica principal. En este sentido cabe destacar también las deficiencias de los transportes de cabezas de ganado en camiones con pocas garantías sanitarias. Son raros aún los establos separados de la vivienda que disfruten de las mejoras modernas como la instalación de agua corriente para los abrevaderos. Esta medida parece ser la más aconsejable para obtener una explotación de ganado vacuno con futuro. En el País Vasco Peninsular la cabaña ganadera sufre un descenso generalizado a excepción del ganado porcino y, más recientemente, caballar. Esta disminución sobre todo del vacuno y del ovino está ligada a la desaparición del caserío oceánico por lo que respecto al primer caso y a lo costoso del mantenimiento de los rebaños en esfuerzo humano en el segundo. La recuperación del ganado caballar no ha sido sin embargo de gran envergadura hasta la fecha, mientras que las especies asnal y mular han caído en picado al compás de la mecanización del campo. En el País Vasco Continental la situación es totalmente distinta. El ganado vacuno no cesa de aumentar en la década de los 70, principalmente en dirección lechera, mientras que el ganado ovino mantiene su gran importancia tradicional: del resto de las especies ganaderas no existen datos concretos que puedan servir para estimar sus ganancias o pérdidas, aunque puede afirmarse que tanto el ganado equino como el caprino siguen la tónica general planteada para la parte sur del país. Como se ha visto anteriormente y relacionado con el ganado ovino, se mantienen abundantes extensiones de propiedad comunal o bien acuerdos faceros que permitan tanto la transhumancia como el pastoreo. Estas son muy destacables en Navarra, donde la Diputación Foral pudo protegerlas de la desamortización decimonónica y también en el País Vasco Continental, es decir en aquellos territorios históricos donde la cabaña ovina ha conservado su importancia hasta la actualidad. Asimismo este tipo de propiedades o acuerdos para el aprovechamiento comunitario de los pastos salpican las provincias de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya siempre en menor proporción. En el caso de Alava aparece también abundante propiedad comunal perteneciente a los municipios.

Alejandro CENDRERO IRAOLA

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