En aras de ampliar horizontes, emprende viaje ultramarino a la República Argentina, afincándose en este país desde 1912 hasta 1916. Acumula una interesante serie de encargos. Decora con escenas de los Nuevos Testamentos los tímpanos de las puertas de una iglesia en la ciudad Mar del Plata; asimismo prepara un friso de diez metros con figuras monumentales para un centro hospitalario de Santiago del Estero, en la región del Gran Chaco, al norte del país; para un club hípico compone un nuevo friso con imágenes de caballos y jinetes, confeccionando igualmente otros trabajos escultóricos que incluyen relieves de medallas.