El día 5 de septiembre de 1918, durante el Primer Congreso de Estudios Vascos, celebrado en la Universidad de Oñate, bajo el patrocinio de las Diputaciones vascas, se llegó al acuerdo de crear un organismo de investigación y tutela del euskera, dividido en dos secciones: sección de investigación, cuyo objeto sería el estudio de todos los problemas de lingüística euskérica en todas sus ramas y sección de labor práctica, cuyo objeto sería la tutela y restauración del idioma vasco en todos los órdenes sociales, publicaciones, ayuda a los establecimientos docentes que implanten la enseñanza del vascuence, oficinas de traducción, consultorio de corporaciones, etc. A este fin se nombró una ponencia que dentro del plazo señalado por la Asamblea, redactaría las bases para someterlas a las Diputaciones vascas. En esta conclusión está el origen de la Academia de la Lengua Vasca, según consta en la página 487 del volumen Primer Congreso de Estudios Vascos (Bilbao, 1919-1920). A los pocos meses aprobaron el proyecto las Diputaciones de Alava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya.
En la primera reunión celebrada en la Diputación de Guipúzcoa, el II de septiembre de 1919, los académicos numerarios designados en el Congreso de Oñate, Resurrección María Azkue, Arturo Campión, Luis de Eleizalde y Julio de Urquijo, hicieron la elección de otros miembros numerarios para componer Euskaltzaindia. En tal ocasión correspondió la elección a los señores Eguzquiza, Inzagaray, Landerreche, Lhande y Olabide. Aquel mismo año de 1919, Azkue es elegido presidente por mayoría de votos y Eleizalde de secretario. Y dentro del mismo año, en reunión del mes de octubre, fueron nombrados honorarios Schuchardt, Vinson y Uhlenbeck; más 44 miembros correspondientes, de los de nuestro tiempo, Manuel Lecuona (el hoy presidente de esta corporación), Isaac López Mendizábal (hoy miembro de honor), Ramón Menéndez Pidal (presidente perpetuo de la Real Academia de la Lengua Española), Juan Cruz Ibarguchi, Gabriel Manterola y Odón Apraiz.
Todo lo relativo a la constitución y a las primeras reuniones está recogido en el primer "Euskera" (tomo I, núm. I, 1920). Según se cuenta en dicha publicación, la idea de creación de la Academia se remonta a 1886, a raíz de la proposición hecha por Aristides Artiñano en las Fiestas Eúskaras de Durango, cuya comunicación llevaba por título Proyecto de Academia Vascongada. Más tarde, siendo presidente de la Diputación de Vizcaya Adolfo Urquijo, se realizó un proyecto de constitución, cuyas bases servirían posteriormente.
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Como reza el artículo primero de los estatutos, el fin de esta Academia es velar por el idioma vasco, atendiendo tanto a su cultivo popular y literario como a su investigación filológica. La Academia cuenta con 23 miembros de número, cantidad fija ésta que se va ocupando con vacantes; son de número ilimitado los miembros honorarios y correspondientes, y tiene en la actualidad un miembro de honor y poco más de un centenar de correspondientes. Los de número cuentan con voz y voto, y los demás únicamente con voz. Los numerarios han de ser vascos de naturaleza e idioma. No obstante, la Academia puede dispensar del primero de estos dos requisitos, cuando, a juicio de la misma concurran en los candidatos méritos especiales. Circunstancia ésta que hasta la fecha no se ha dado. Es de rigor que todas las reuniones privadas de la Academia se celebren en vascuence.. Desde 1920 hasta 1936, publicó en su primera época el Boletín "Euskera", donde se recogen estudios, trabajos y actas de la Academia. Su segunda época comenzó en 1956, y se viene publicando normalmente. En Octubre de 1953 se publicó un cuaderno, como primer intento de continuación del antiguo "Euskera", y donde se recoge el índice de publicaciones de Euskaltzaindia y se da cuenta del estado en aquel momento. "Euskera" recoge los trabajos de investigación, así como los acuerdos tomados durante el transcurso de su existencia, llegando a la unificación ortográfica y a un acercamiento para la unificación de un euskera literario por encima de las divisiones dialectales.
Aparte del Boletín "Euskera" ha publicado numerosas obras, tanto de estudios lingüísticos, de literatura, como de divulgación. Entre las mismas descuellan: Morfología Vasca (1925) y Gipuzkera osotua (1935), de R. M. de Azkue; Erderismos (1930), El Acento Vasco (1932) y La Vida del Euskera (1935) de S. Altube; Usauri (1930) y Donostia (1933) -ambas merecieron el premio literario Schuchardt, convocado por la Academia- de A. Anabitarte; así como las reimpresiones de obras antiguas como la cuarta edición del Gero, de Axular (1954), Testamentu berriko kondaira, de Lardizábal (1957), Olerkiak, de Arrese-Beitia (1954),etc. Aparte de otras obras modernas y de algunos textos antiguos que vieron la luz en "Euskera", ha patrocinado numerosas publicaciones. El plan más serio de publicaciones, en el momento actual, lo constituyen las ediciones del Cancionero popular vasco (mil y una canciones, con letra y música) recopiladas por Azkue en dos volúmenes, con un apéndice documental efectuado recientemente por varios miembros de la Academia, una antología de cuentos del mismo autor, así como el dar a luz tres obras inéditas del mismo Azkue.
Todo ello, dentro de las bodas de oro, en honor a su fundador y primer presidente. Se publicarán también algunos vocabularios de especialidades, por ejemplo: Aritmética, Geometría, Geografía, etc., que unidos a vocablos de necesidad diaria, vocabulario urbanístico, constituirán un cuerpo unitario a formar un diccionario moderno, para las necesidades cotidianas y para estudios dentro de las exigencias de hoy. En ello trabaja un equipo de académicos aplicando el sistema de investigación operativa. Este equipo está en contacto directo con otro que prepara y selecciona textos para escuelas. Pero el trabajo de mayor envergadura consiste en la edición de un gran diccionario vasco-español-francés, mejor dicho, el Diccionario trilingüe que editó Azkue en 1905-1906, en dos tomos, que en esta ocasión será en tres tomos, corregido y ampliado el anterior (considerablemente ampliado) bajo la experta dirección del lingüista Luis Michelena, digno miembro numerario de esta Academia y Catedrático de la Universidad de Salamanca. Es muy posible que el primer volumen vea la luz el próximo año. Los concursos literarios que convoca la Academia ya son tradicionales en las letras euskéricas. A aquel premio "Schuchardt" de antaño le han sucedido los premios "Domingo de Aguirre", de novela, "Toribio de Alzaga", de teatro, "Lizardi", de poesía y "Xenpelar", de bertso-paperak (hojas volantes de bersolaris). Además, organiza los campeonatos bienales de bersolaris ("Bertsolari Txapelketa").
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Resurrección María de Azkue y Aberasturi fue el primer presidente de la Academia, que se ocupó de su dirección desde 1919 hasta 1951, fecha de su fallecimiento. Ignacio María Echaide Lizasoain, fue nombrado presidente al fallecimiento de Azkue, es decir, desde 1952 hasta su propio fallecimiento en 1962. José María Lojendio Irure, tercer presidente, ocupó el cargo de la dirección los años 1964-1966. Manuel Lecuona Echabeguren, actual presidente (1968), ocupó el cargo en diciembre de 1966.
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La residencia de la Academia continúa desde sus comienzos en Bilbao (Ribera, 6). Ultimamente se ha abierto un secretariado para la delegación guipuzcoana en la Diputación Provincial, en San Sebastián. Su publicación "Euskera" sigue dedicándose casi exclusivamente a la investigación lingüística, mantiene especial interés en la preparación de la nueva edición, revisada y aumentada, del Diccionario de Azkue. Pero su mayor preocupación actual, a la vista de la paulatina pérdida del vascuence, es contribuir a la conservación y propagación de la lengua, sin la cual esta Academia no tiene razón de ser. En 1966 elevó una petición al Ministerio de Educación y Ciencia para darle acceso en la región tanto en las escuelas nacionales como en Institutos. En septiembre de 1967, una comisión de la Academia se entrevistó con el señor Ministro de Educación, de quien recibió impresiones alentadoras. Hace bastantes años que manifestó nuestro eminente lingüista Dr. Michelena:
"Una lengua no oficial difícilmente subsistirá en el mundo de hoy si no dispone del mínimo de medios necesarios para su conservación. En segundo lugar, esta desaparición no supondría un provecho para nadie y sí un empobrecimiento para todos".
Por cierto, los resentimientos que provoca la humillación lingüística no favorecen a la hermandad de los pueblos. Para superar su empeño es preciso el esfuerzo de todos los vascos. Difíciles son las rutas a seguir. La Academia de la Lengua Vasca puede aconsejar normas orientadoras, pero a la hora de ejecutar, a la hora de vigorizar nuestra lengua, necesita de todos. Porque la capacidad y poder facultativos de Euskalzaindia son muy limitativos. La supervivencia del vascuence, por la que esta Academia asume una gran responsabilidad, es tarea de todos.
"Su pérdida -escribía hace unos años José Miguel de Azaola- sería una verdadera catástrofe además de suponer una dilapidación injustificable, ya que los vascos del siglo XX no tienen el menor derecho a privar a sus descendientes de la herencia riquísima de su idioma vernáculo, que constituye el exponente más calificado y el fruto más rico del genio de la raza".
Como aconsejó aquel gran vascófilo que tanto honró a Euskaltzaindia, Julio de Urquijo:
"...es preciso que los trabajos y esfuerzos existan, y que todos y cada uno de nosotros, aislada y colectivamente, coadyuvemos al resurgimiento del idioma".
A este respecto tenemos un buen ejemplo de cooperación y desarrollo incremental en las campañas de alfabetización, organizadas por la Academia, para enseñar a leer y escribir a los vascos parlantes (necesidad imperiosa porque a los vascos no se nos ha enseñado nuestra lengua en las escuelas), que están dando resultados óptimos en algunas zonas de Guipúzcoa, y es necesario propagar por toda la superficie de habla euskérica. Que además de enseñar a leer y escribir se dan nociones de literatura vasca. Pues también es preciso decir que existe una literatura vasca tradicional, "más bella y original de lo que se suele creer", como dijo el profesor Lafón, de la Universidad de Burdeos. A su vez, la literatura moderna, ha alcanzado un desarrollo insospechado y hoy se cuenta con buenas publicaciones y extraordinarios cultivadores de las letras. Comprendemos que la labor a realizar para vitalizar nuestra lengua es una tarea larga y dura, pero no desalentadora. Todo euskaldun consciente debe aportar su grano de arena.
Las disputas mantenidas antaño, de si interesa o no la salvación del euskera para el desarrollo cultural de nuestro pueblo, ya no se toman en cuenta entre personas que se precian con cierta cultura, pues desde entonces, la ciencia lingüística y la sociología han evolucionado de manera favorable a la defensa de todas las comunidades por muy pequeñas que éstas sean. La Academia confía en los modernos conceptos y en el tesón del pueblo vasco.
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