Concejos

ESQUÍROZ

Urbanismo y construcciones civiles

Su casco urbano se distribuye en una zona baja y llana, y va atravesado en su mitad por el ferrocarril. Tiene mayor amplitud de lo que en un principio parece adivinarse, sobre todo merced a construcciones de factura reciente, espoleadas por la cercanía de la capital pamplonesa. Entre los elementos de arquitectura tradicional, señalaremos una alineación de casas muy sencillas y populares pero bien restauradas, situadas enfrente de la iglesia. Algo más lejos vemos un bloque que se destaca en altura, con planta rectangular y tres alturas, que parece obra de la primera mitad del siglo XX. Los muros van enlucidos pero con cadenas de sillar en las esquinas, y los vanos, muy amplios, llevan encuadres de ladrillo de dos colores, dispuestos con evidente sentido decorativo. Culmina con tejado a dos aguas con limas. En otros casos apreciamos elementos tradicionales como puertas y ventanas de piedra, que han sido reutilizados en las reconstrucciones de algunas casas. Llamaremos la atención sobre un edificio de tres alturas, adaptado a un solar de planta irregular que, junto a balconadas de madera y amplios ventanales, conserva una puerta de medio punto con trece dovelas sin moldurar, que se abre en un murete de mampostería. También el edificio concejil, de nueva factura, parece haber reaprovechado elementos antiguos. Consta de una torre de mampostería menuda, rematada con ventanales y tejado a cuatro vertientes. Se adosa a un bloque de planta rectangular, muros enlucidos al modo tradicional y tres alturas, con galería porticada en la planta baja, larga balconada en el piso noble y ventanal corrido en alto.

Ermitas

La ermita de Santa Elena fue destruida por razones de seguridad, al tiempo de la construcción del aeropuerto de Noain, siendo sustituida por una construcción moderna y sin interés, más cerca del pueblo.

Parroquia de San Adrián

Se trata de un templo medieval en origen, aunque muy poco queda de la fábrica original, habida cuenta de las intervenciones experimentadas a posteriori, especialmente en el siglo XVI. La planta consta de una única nave, dividida en dos tramos de longitud desigual, más una cabecera poligonal de cinco lados. En el segundo tramo se abrieron dos capillas simétricas, poco profundas, que hacen las veces de embrionario transepto. El acceso se practica desde el lado de la Epístola, abierto al sur para mejor aprovechar las condiciones climáticas externas, e iba cobijado por un pórtico, desmontado en fecha reciente en el transcurso de una restauración. Tuvo una sacristía antigua, de planta cuadrada y adosada a la cabecera por el lado del Evangelio, aunque con posterioridad se ejecutó una de mayor tamaño y planta rectangular, por el lado contrario, que ha sido derribada en la reciente intervención. En el tramo de los pies se abre una capilla de escaso desarrollo, por el lado septentrional, mientras que en el muro opuesto se encuentra la escalera intramural de acceso al coro y a la torre.

Los muros se levantaron con buenos sillares, de labra bien escuadrada y tamaño regular. Se perforan por sendos rosetones, que dan iluminación al interior. Uno de ellos se abre en la cabecera, hacia el lado meridional, y el otro se encuentra en el muro de los pies, y va decorado con cabecitas de querubines. En el primer tramo de la nave encontramos además un coro alto, con arco de embocadura escarzano, como suele ser habitual, decorado con casetones y cabezas de querubines. En las enjutas sendos ángeles, labrados en relieve, llevan filacterias en las que se lee el año de ejecución de esta gran reforma: ANOS 1555.

El sistema de cubrición de esta fábrica consta de una bóveda de terceletes para el primer tramo de la nave, propia del XVI, que en el segundo tramo es estrellada, al igual que en la cabecera. Los nervios apean sobre ménsulas poligonales encastradas en el muro, con decoración de bolas, y convergen en claves decoradas con florones, propios de la época en que fue construida. Las capillas laterales reciben crucería simple, mientras que la capilla-hornacina de los pies luce un cañón apuntado. En la sacristía vieja encontramos otra bóveda de crucería, en este caso con tracerías mixtilíneas, mientras que la derribada sacristía del muro de la Epístola recibía un simple cielo raso. Para terminar, el sotocoro presenta una bóveda de crucería con tracería mixtilínea, en la que las claves llevan labradas cabezas de ángeles.

En el exterior llama la atención en primer lugar la torre-campanario, que se levanta sobre el primer tramo de la nave. Es inusualmente alta para lo que solemos ver en este tipo de templos rurales navarros. Su fuste muestra claras trazas de reconstrucciones o elevaciones, y remata con los huecos de medio punto para las campanas, bajo tejado en pabellón sostenido por un alero de piedra del XVI. Se aprecian trazas de otras ventanas antiguas, hoy cegadas. El pórtico antes citado, actualmente en proceso de desmontaje, era barroco del siglo XVIII, con estructura de madera bajo tejado simple y cielo raso. En cuanto a la puerta propiamente dicha, consta de arco de ligerísimo apuntamiento, cuyo abocinamiento se salva con arquivoltas con guardalluvias exterior, rematado con un arco de perfil conopial, culminado por un florón y decorado con bolas. En cuanto a las arquivoltas, apean en baquetones que llevan molduras a modo de basa y capiteles. Por encima del arco hay sendos relieves con tracerías flamígeras ciegas.

En lo que al interior se refiere, el presbiterio está ocupado por el retablo mayor, bajo la advocación de San Adrián, que es obra manierista del siglo XVI, ejecutada por Miguel Marsal y Juan de Bauves. Su traza es recta, y consta de banco y tres pisos de tres calles y dos entrecalles que sobresalen hacia la nave, en una disposición que se traslada también al ático, que va rematado en su calle central por frontón triangular. El sagrario es de la época de construcción del retablo. Esta arquitectura se organiza mediante columnas jónicas y compuestas. La escultura, perfectamente jerarquizada, presenta escenas en relieve en el banco y en las calles extremas, mientras que en el resto hay tallas en bulto redondo. En el banco encontramos ángeles que portan cartelas en las que se representan los Cuatro Evangelistas, así como niños portando los símbolos de la Pasión de Cristo. En el primer cuerpo figura la Última Cena, Oración en el huerto, San Antonio Abad y San Bernardo con hábito cisterciense. En el segundo piso Nacimiento de María, San Julián, María con el Niño y San Juanito, San Francisco de Asís y la Anunciación. En el tercer cuerpo se representa el Martirio de San Adrián, con la Flagelación y el Descuartizamiento del santo, que aparece vestido como militar romano, seguido de una talla de San Fermín. En la calle central se representa al titular del templo, sentado, con un libro en una mano y en la otra el atributo de su martirio, un cincel que fue utilizado para descoyuntar sus miembros. A continuación hay una talla de San Saturnino, similar a la de San Fermín ya citada. En el ático se representa, como suele ser habitual, un Calvario, con María Magdalena y cuatro apóstoles, dos a cada lado, y Santa Catalina de Alejandría. Remata la figura del Padre Eterno, asomando del frontón.

En el brazo septentrional del transepto se encuentra el retablo de Santa Elena, que es una obra barroca del siglo XVIII, con banco, un cuerpo y ático entre aletones y rematado por una placa decorativa. Se estructura mediante pilastras pareadas, y va con abundante decoración vegetal, que invade la mazonería. Va presidido por una talla de Santa Elena, gótica del siglo XIV, procedente de la desaparecida ermita homónima, a la que en el siglo XVIII se le añadieron vestiduras y ojos vítreos. En el ático se representa a San Ignacio de Loyola en éxtasis místico.

Dentro aún del transepto norte se encuentra el retablo de la Virgen del Rosario, obra romanista del ensamblador pamplonés Martín de Echeverría, que lo ejecutó en el primer tercio del siglo XVII. Su arquitectura consta de banco, dos cuerpos de tres calles y ático entre aletones, culminado por frontón curvo partido y pirámides escurialenses. Esta estructura se organiza mediante columnas de orden compuesto y frontones triangulares y curvos. En el primer cuerpo se representa a Santiago Peregrino y a San Julián con el halcón, flanqueando la talla de la Virgen del Rosario. En el cuerpo superior está San Urbano y San Juan Bautista, ambos en relieve, más la talla central de San Blas. En el ático se encuentra San Miguel Arcángel luchando con el demonio en forma de dragón.

En el lado de la Epístola encontramos el retablo de San Nicasio, cuya traza es igual al de su colateral simétrico, el retablo de la Virgen del Rosario, también de la misma época y autor. En el primer cuerpo presenta a Santa Catalina de Alejandría y a Santa Bárbara, de la época de construcción del retablo, flanqueando una talla moderna de San Nicasio. En el segundo piso figuran Santa Clara y Santo Domingo, romanistas. También en el brazo sur del transepto se encuentra en retablo de San José, neoclásico del siglo XIX, con imaginería coetánea de la mazonería.

En el bajo coro hay una pila de bautismos del siglo XVI, con decoración que mantiene resabios góticos. Tiene fuste poligonal y taza semiesférica con una cenefa de bolas. Como es costumbre, en la sacristía se custodian varias piezas de orfebrería.

Joseba ASIRON SAEZ (2008)