Ordenes Religiosas

COMPAÑÍA DE JESÚS

Regreso y revolución "gloriosa" (1814-1868). Por la bula "Sollicitudo omnium Ecclesiarum" Pío VII derogaba el 7 de agosto de 1814 el Breve abolitivo anterior de Clemente XIV. Descontando los generales que habían dirigido de alguna forma a los jesuitas tránsfugas en la Rusia blanca durante cuarenta y un años de supresión, se reanuda la cadena oficial para toda la restaurada Compañía en los nombres de Tadeo Brzozowski (+ 1820), Luis Fortis (+1829), Juan F. Roothaan (1829-1853) y Pedro Beckx (1853-84).

Al recobrar Fernando VII la corona en 1815 alentado por las apologías de no pocos obispos, de algunos religiosos -paradójicamente del dominico Alvarado, el Filósofo rancio- y del propio Pío VII, expedía, el 29-V-1815, su R. O. y derogaba la pragmática de Carlos III. El 3 de mayo de 1816 por R. C. se fijaban ya las normas del restablecimiento de la Compañía y al poco tiempo se iniciaba el regreso de los jesuitas residentes en Italia. A regir el colegio y noviciado de Loyola venía Faustino Arévalo, que prefirió la dirección de la presencia guipuzcoana al cargo de teólogo en el Vaticano.

A la nueva supresión de la Compañía en el trienio constitucional (1820-23) se sucedió una lenta recuperación en la llamada década ominosa (1823-33), para pasar a un período de violenta persecución durante la 1.ª guerra carlista (1834-39). La entrada de don Carlos María Isidro en Navarra y los triunfos de Zumalacárregui exasperaba a los liberales sobremanera. El azote del cólera, la prensa inquieta, los rumores de envenenamiento de fuentes en Madrid por los religiosos, desataron la cólera de las turbas el 17 de julio de 1834. Franciscanos, mercedarios, dominicos y jesuitas pagarían en tributo de sangre. De estos últimos 16 perderían la vida en el Colegio Imperial, sito en la calle Toledo madrileña, donde tan sólo en 1833 estudiaría el bardo poeta Iparraguirre, huido de su Urretxu natal. Entre los asesinados, además del P. Artigas, el mejor arabista con que España entera contaba, figuraban los vascos José Elola de Urretxu, Juan Urreta de Azpeitia, Manuel Ostolaza de la anteiglesia de Itziar en Deba y Vicente Gogorza de Leiza (Navarra).

Finalizada la 1.ª guerra y consolidadas las relaciones Iglesia-Estado por el Concordato de 1851 , el noviciado de Loyola se abría en 1852 bajo el nombre de Colegio de Misiones. En 1854 su actividad se trasladaba a Mallorca, hasta 1856, por orden de los progresistas. Sin embargo, en general, durante la época de Isabel II se multiplicaba la Compañía no sólo en Madrid, Barcelona, Sevilla o Valencia, sino también en todo el País Vasco, así en Bilbao, Tudela y Durango. A esta época corresponde la creación de la diócesis de Vitoria (1861), que comprendía tres provincias hermanas, y en cuyo rodaje, sobre todo misional, alcanzarían protagonismo los jesuitas residentes en Loyola. Una semana antes de la revolución septembrina contra el Antiguo Régimen, las Juntas Generales de Guipúzcoa congregadas en Zumaya abrían una suscripción para la terminación de las obras del Santuario de Loyola. La nueva situación política y la 2.ª guerra carlista paralizarán gran parte de estas actividades.