Concepto

Bertsolarismo

El vasco, que tan reacio ha sido siempre a consignar por escrito los anales de su vida pública, lo ha sido igualmente para consignar los referentes al bertsolarismo. Apenas si en este terreno podemos contar más que el caso de Garibay, el cual en un capítulo de sus Memorias transcribe dos endechas funerarias improvisadas respectivamente por dos mujeres: la hermana de Milia de Lastur y la viuda de Martín Báñez de Artazubiaga, ella Santxa Ochoa de Ozaeta (s. XV). A los cuales cabe añadir lo que la tradición nos recuerda de otra endecha entonada ante el simulado cadáver de Beltrán de Alós, por su hija Usoa de Alós.

Los cronistas extranjeros han sido más parcos aún a este propósito; apenas si nadie más que el autor de Vita Sancti Amandi (año 674) nos dice nada de este tenor. Aquella Vita nos habla, en efecto, de un juglar que con sus canciones y sus gestos procuraba distraer al auditorio vasco del santo, mientras éste predicaba. En esta materia es cosa que extraña muchísimo, que aun los estudiosos de la Sagrada Escritura, a quienes tanto interesa el dilucidar el problema de la improvisación de los cánticos del Antiguo y Nuevo Testamento, sobre todo cuando la improvisadora es una mujer, como, por ejemplo, la Virgen María -improvisaciones cuya verosimilitud y aun posibilidad algunos ponen en tela de juicio-, nunca hayan recurrido para su intento a la improvisación bertsolarística de nuestro pueblo, y se hayan ido para ello más bien a medios tan lejanos, como los touareg del Sahara o los duns del Afganistán, o a las Hain Teny Merinas de Madagascar como lo hace Marcel Jousse, o a las tribus yagones de la Tierra del Fuego, como lo hace Grandmaison; teniendo, como decimos, en nuestro pueblo, a dos pasos, como quien dice, de donde ellos escribían (París), espléndida floración de improvisadores, capaces a explicar y resolver las mayores dificultades del problema de las improvisaciones bíblicas, aun cuando ellas son de mujeres. Mujer era nuestra Santxa Otxoa de Ozaeta, esposa de Martín Báñez de Artazubiaga, al igual que la hermana de Milia de Lastur, como también la infortunada Usoa de Alós... Nosotros hemos conocido dos mujeres de la familia de Pello Errota (hermana y sobrina) que contendían con soltura en contienda bertsolarística con bertsolaris varones; como conocimos, asimismo, a una sobrina de Xenpelar, que, modesta y tímida como era, no contendía en público, pero en la intimidad improvisaba con verdadera maestría de profesional en el arte.

Y tanto más extraña resulta esta actitud de los citados escrituristas, cuanto que para las fechas en que escribían (1925-1929) se había descrito en Francia mismo y de mano maestra, como la de Pierre Loti en su novela Ramuncho, y de Agustín Chaho en su Biarritz-Itinéraire pittoresque, y descritas con todo detalle apetecible, las típicas escenas del más auténtico bertsolarismo, un tanto desorbitadas, si se quiere, en el caso del fantástico Chaho; desorbitadas por el empeño que el romántico escritor pone en someter al bertsolari a los módulos del poeta lírico, tan de su gusto, pero tan distinto de los módulos del verdadero y auténtico bertsolari, como lo tenemos indicado, pero auténticas escenas de la más auténtica improvisación.

Pero, volviendo ya al tema de la historia externa de la improvisación bertsolarística, añadiremos aquí dos descripciones más de otras tantas actuaciones históricas, más recientes. Una que tuvo lugar en Vera de Bidasoa el año de 1880, a raíz de la segunda guerra civil carlista; y la segunda la que 20 de enero del memorable año de 1935 tuvo lugar en los bajos del Kursaal de San Sebastián. Aunque fuimos testigos presenciales de esta última, de ambas daremos un relato de ajena mano. Para la última tejeremos una descripción con los relatos que publicó la prensa, más algún dato de propia observación. Para la primera copiaremos lo que trae Madrazo en el tomo Navarra y Logroño, de la Colección "España", copiando a Manterola, que fue también testigo presencial del espectáculo que describe.

"A las tres de la tarde inmenso gentío esperaba en la plaza la presentación de los bertsolaris-improvisadores, Pedro José Elizegi (el molinero de Asteasu) y su hermano Juan Cruz Elizegi, de la misma villa, con residencia actual en Oyarzun, que acudieron a medir sus fuerzas en el concurso anunciado por la Asociación (de los Juegos Florales Euskaros).

Ocupado su puesto por los Jurados, dio principio la justa a las tres y media en punto, durando hasta las cuatro y cuarto. En el breve espacio de cuarenta minutos, ambos aldeanos con la agudeza característica de nuestros bertsolaris populares, cuyo ingenio se admira más cuanto más se les escucha, improvisaron entre los aplausos del pueblo 36 estrofas de a ocho versos cada una, dejando satisfecho y complacido al numeroso público que les escuchaba. Los hermanos Elizegi estuvieron aún a mayor altura que en la primera parte de su sesión, improvisando en el brevísimo plazo de quince minutos con una rapidez asombrosa, y una sensatez y un tacto ciertamente admirables en gentes desprovistas de toda cultura literaria, y con el envidiable sentido práctico que distingue a nuestros hombres del pueblo, 16 estrofas el molinero, y 15 su hermano, de a ocho versos cada una, que suman un total de 31 estrofas con 248 versos, fecundidad maravillosa que llamó extraordinariamente la atención, de propios y extraños, y que es dato elocuentísimo en favor de las excelentes condiciones del vascuence para la versificación. El olvido de antiguas diferencias, el prudente alejamiento de las banderías políticas, que durante tantos años nos han traído divididos, legándonos a la postre triste fruto de amargos desengaños y profundas heridas en nuestra organización administrativa y social; la necesidad y la conveniencia de una unión sincera y práctica entre todos los hijos de la Euskalerria dentro de los grandes principios que informan nuestra historia y tradición vascongada; la conservación de nuestra admirable lengua primitiva y de nuestros peculiares usos y costumbres: tales fueron los principios desenvueltos con admirable perspicacia y tacto por aquellos rudos aldeanos en esta primera parte de su reanudada improvisación, frecuentemente interrumpida por los aplausos de la muchedumbre. La sesión terminó a las ocho en punto con un chispeante diálogo de verdadero carácter popular entre ambos contendientes; a los que se otorgó por mitad el premio de 80 pesetas señalado por la Asociación Euskara. No estará de más exponer aquí, como resumen, el siguiente curiosísimo dato: en los "setenta minutos" que, descontados los cortos intervalos de descanso, duró esta pacífica e interesante lucha, los hermanos Elizegi improvisaron la enorme suma de "ciento veintisiete estrofas de a ocho versos cada una", es decir la friolera de "diez mil y seis versos": total que arroja la asombrosa proporción media de catorce y medio versos por minuto. Así se comprenderá la dificultad invencible que existe de seguir a estos fecundos improvisadores, y de recoger las ideas que brotan de sus labios, ni aún por medio del arte de la taquigrafía o estenografía."

He aquí ahora lo que el publicista José de Arteche decía de la fiesta del Kursaal, en el número de Euzkadi del 25 de enero de 1935:

"Con puntualidad destacable y cerradas que fueron, a las once, las puertas del local, al que no pudieron tener acceso buena cantidad de entusiastas, que de ninguna manera hubieran podido acomodarse, dio comienzo el concurso, con todas las formalidades, con toda la seriedad que actos de esta naturaleza alcanzan entre los vascos. Ante el Jurado calificador y ante el público formaron los Basarri, Sepai, Txapel, el veterano Txirrita, Alkain el de Urnieta, Kortatxo, el Lapurdino Matxin y el benabarro Larralde con otros muchos no menos destacados. Hechas las últimas advertencias a "bertsolaris" y público, rompe el fuego el genial Basarri, al que siguen todos los demás en dos vueltas, con un tema a elección personal. Se dibujan ya las tendencias, los estilos y maneras. Y termina esta primera parte en medio de una ovación entusiasta de toda la multitud, que ha entrado de lleno e increiblemente en el concurso."

Suspendiendo un momento el relato del diario bilbaíno, vamos a añadir por nuestra cuenta un par de detalles que como testigos presenciales observamos en este primer ejercicio, y que revelan la gran seguridad que el bertsolari tiene en su facilidad para la improvisación en todo momento. La mayor parte de los presentados al concurso traían preparadas de antemano las estrofas de este primer ejercicio de tema libre. Pero no así otros de los contendientes; los muy envejecidos en estas lides, como Txirrita y su primo Saiburu, se asieron para cantar, a cualquier circunstancia de la fiesta que se estaba celebrando.

Una contingencia imprevista dio también ocasión en este ejercicio a un elocuente golpe de improvisación. Empezado el ejercicio, faltaban aún los dos contendientes de allende el Bidasoa, Matxin y Larralde, los cuales llegaron justamente en el momento preciso en que iba a cantar el urnietarra Alkain, tras del cual le tocaba a Matxin. Este no tuvo tiempo de enterarse de las condiciones del ejercicio que se estaba verificando. Alkain cantó una bellísima estrofa de las de nueve puntos, con la tonada de Betroi baten tratua. Matxin la escuchó atentamente, y luego, en la creencia de que la tonada y el asunto eran obligados, siguió sin inmutarse, el hilo del asunto iniciado por Alkain, empleando la misma tonada, sin fallar en ninguna de las nueve consonantes obligadas de la estrofa, con la admiración consiguiente de todos los que se pudieron hacer cargo de las circunstancias que en el caso habían concurrido. Pero volvamos de nuevo al hilo del relato:

"Segunda parte. El Jurado fija esta vez el tema al que han de acomodarse los "bertsolaris", que es éste: "Si el euskera desaparece, ¿qué será de nuestra tierra vasca...?". Basarri perfila aquí cada vez más sus características de cultura y depuración. Otros señalan en sus improvisaciones iniciativas y proyectos. No falta tampoco la nota humorística a cargo del veterano Txirrita, que manifiesta tener sobre las espaldas setenta y cuatro años y dice desconocer en absoluto el erdera. Pero -añade- si el euskera se va, él ya ha tomado sus medidas. Piensa contratar un profesor de latín para aprender este idioma. Tercer ejercicio. Los poetas lo aguardan con inquietud. Un miembro del Jurado, Zubimendi, indica a los "bertsolaris" el metro del verso que se les impone. Con todo, no está aquí la dificultad suprema del ejercicio. Aquél se dirige desde el Jurado a cada uno de los concursantes con un comienzo distinto de estrofa -el "mutur", en lenguaje técnico-. Cada bertsolari debe atraparlo y terminar por su cuenta y en el acto la poesía. Maravilloso el ejercicio. Porque el poeta ignora hasta aquel preciso momento la consonante a que deberá ajustarse su producción, y el ingenio de nuestros artistas, basta ahora tan despreciado, se manifiesta aquí en toda su pujanza. ¡Con qué atención esperan los "bertsolaris" la pregunta, indicación, sugerencia, ironía, que desde el Jurado se les dirige! ¡Y qué prontamente la captan y continúan en verso, poniendo a veces en ridículo al autor de las interrogantes! No debiera haber ningún vasco sin haber presenciado este ejercicio increíble y maravilloso. "Dunixi", que a veces duda que Bilintx compusiera de una vez su ironía admirable dedicada a Domingo Kanpaña -Mando baten gañian - Domingo Kanpaña-, puede desechar sus dudas desde el domingo... Los vascos son capaces de repentizar las más admirables poesías. Y esta cualidad inapreciable anida precisamente en nuestros humildes artistas populares. Falta aún el cuarto ejercicio. El Jurado ha asignado a todos los "bertsolaris" un oficio determinado. Deben, pues, contender dos a dos; hacer el panegírico del propio oficio y mofarse del ajeno. Larralde, el benavarro, y Matxin, el Lapurdino, ofrecen aquí al público una pugna desternillante. El Jurado clasifica a Basarri primero. No extraña esta otorgación, debida a los méritos de éste. Basarri es un muchacho de Zarauz, escritor y orador euskérico meritísimo. Basarri va a formar escuela. Debe formarla. Sus maneras contrastan evidentemente con las de los "bertsolaris" viejos. Porque tiene depuración, gusto exquisito, cultura... Con estos ingredientes no es extraño que Basarri guste. Basarri tiene, además, una misión. La de formar en derredor a muchos a quienes las aficiones "bertsolaris" llaman. Matxin, el Lapurdino, se llevó el segundo premio. Es dulce casi siempre y, como el benavarro, plasma sus poesías en el aire de una simpática canción de cuna Lapurdina. Lo, lo, ene maitia... que todos los oyentes, al salir del concurso, se empeñaban en querer recordar tarareándola. Pero Matxin, como Alkain el de Urnieta, es incisivo y mordaz cuando quiere. Nos falta por destacar a Sepai, de Régil, joven aún, de la escuela antigua, gran "bertsolari" indudablemente. Alcanzó en justicia la tercera calificación.

Lástima grande que la escasez de medios, en los que siempre ha de debatirse la pujante entidad organizadora, digna de estímulo y de la de todos los vascos, impidiera que mayor número de bertsolaris pudieran ser destacados en la calificación. Entre ellos Kortatxo, el de Lastur, el poeta bizkaino Uriarte, el azpeitiano Txapel, los de Errenderi, Ordizia, Ayete, todos sin excepción."

MLE