Escultores

Basterra Berastegui, Higinio de (versión de 1977)

Escultor bilbaíno nacido en 1876 y fallecido en 1957.

Destaca a edad muy temprana. Comienza su andadura en la empresa familiar y es apadrinado por Bernabé de Garamendi. Continúa su formación en la Escuela de Artes y Oficios, siendo el primer alumno que imparte clases en el centro, cuando apenas cuenta 14 años se encarga de la clase de un curso femenino. Participa en el concurso de pensión de 1892-93, que obtiene Nemesio Mogrobejo. En 1898, una comisión mixta de Diputación, Ayuntamiento y Artes y Oficios acuerda la concesión de una beca que se le prorroga hasta 1902. Estudia en la Academia Julián de París y es considerado seguidor de Auguste Rodin, con cuya influencia alcanza una mayor conciencia lingüística.

Los primeros motivos manifiestan la continuidad tradicional del taller familiar, como ocurre en el panteón de Garamendi (h. 1898) o los bustos a Casilda de Iturriza y Lorenzo Múgica (1901). La mayoría de los primeros trabajos se conocen por referencias escritas o por vetustas fotografías. La primera obra que expone es Un herido (1894), tendencia de testimonio obrero que continúa posteriormente. En las piezas que manda desde París, como Consuelo (el abrazo), puede observarse, asimismo, una temática alegórica muy próxima al modernismo de entresiglos. Realiza asimismo obras de carácter funcional, como una chimenea en la que se evidencia la influencia del autor del Pensador. Unas tentaciones impresionistas que se manifiestan en el gusto por perfiles curvos, ritmos dinámicos, cuerpos desnudos, modelados turgentes de dentro a fuera, torsos muy detallados, así como texturas donde la luz cabrillea y se detiene fragmentariamente. Actitud aperturista que sólo utiliza en ocasiones y que alterna con encargos mas tradicionalistas. La doble temática social y costumbrista no le es ajena durante la primera década del siglo veinte. Por un lado realiza grupos obreros y mineros, como Barrenadores (1907). Y por otra parte, atiende a deportes autóctonos, caso del lanzamiento de barra, cuyo Palankari hecho en 1912 desapareció de la casa de Juntas de Gernika.

En 1911 obtiene la cátedra de modelado del natural en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao, después de modelar una figura desnuda durante tres meses, compitiendo con cinco opositores: Pascual Aurrecoechea, Federico Sáenz, Juan Goitia y Quintín Torre. El Jurado calificador estuvo compuesto por Julio Polo, Luis Lund, Antonio Aramburu, Luis Basterra, Manuel Losada y Miguel García de Salazar. El trabajo, hoy destruido, de título El miedo, es una demostración de sus grandes dotes plásticas. Analiza la tensión del personaje con cierto tono épico, sin escaparse de los cánones imperantes. Ejerce la docencia hasta la guerra civil, estudia profundamente la cultura clásica y demuestra ser tanto un tallista virtuoso como un modelador interesante. Forma parte de la Sociedad de Artistas Vascos y de Aficionados a las Artes Plásticas (1913), después denominado Círculo de Bellas Artes y Ateneo (1914), asociación en la que ocupa cargos de tesorero y vicecontador.

Al firmar muchas obras realizadas en el taller, todos los trabajos no alcanzan las mismas calidades formales. De él, suele afirmarse que su formación fue importante pero que no llegó a madurar con propia voz a pesar de introducir en Bilbao el ímpetu rodiniano. La producción repetitiva del taller de su padre, Serafín Basterra, muy fértil en estas fechas, opacó parte de sus capacidades. Las disponibilidades compositivas son bastante amplias y complejas. Pese a que muchas piezas son consecuencia de intereses ajenos, sabe llevar a cabo empresas no repetitivas, siendo capaz de las más dificultosas de las representaciones. Lleva a cabo una importante nómina de piezas, fundamentalmente en iglesias y cementerios. Desempeña asimismo diversos cargos, como profesor en Artes y Oficios hasta ser depurado por los franquistas y en el Museo de Reproducciones, donde participa en la realización de la catalogación.

Las aportaciones a la escultura funeraria de Higinio Basterra son muchas en número y muy variadas en composiciones y planteamientos. La tumba dedicada a la familia Maestre (1928) recoge un ciclo sugerente que en parte nos reenvía a Brueghel. A lo alto, un vigilante relieve de Dios que todo lo ve, que parece estar hecho por otras manos. Y a la altura del suelo, dos figuras de tamaño natural avanzan frontalmente. La resolución plástica es digna de encomio. El modelado anatómico es simplificado pero tiene ritmo y turgencia interior. Utiliza los paños de modo magistral, mostrando las desnudeces del hombre y de la mujer que vagan ciegos por el reino de las oscuridades.

Higinio Basterra es un gran trabajador que se acompaña de numerosos operarios y discípulos para poder atender a un gran número de demandas. Sus obras de carácter funerario se encuentran dispersas por los cementerios de toda la provincia, sólo firmaba en los casos más personales, como los grupos escultóricos ejecutados para los cementerios de Derio, Begoña, Deusto, Gernika, Santurtzi o Plencia.

Comienza su actuación muy cercano a los preceptos neoclásicos de sus maestros, como se manifiesta en el Mausoleo hecho a la memoria de Bernabé de Garamendi, en Begoña. Hecha en vida del fallecido escultor, no se coloca sino tiempo después, tras unas complicadas negociaciones con la Anteiglesia e interviniendo la aseguradora. Está concebida bajo la austeridad del orden, la serenidad y la armonía. Corona el monumento un ángel anunciador que eleva un dedo al cielo, y se encuentra en muy malas condiciones.

Sus trabajos posteriores tienen unas disposiciones de mayor naturalidad, incluso cuando se trata de argumentos religiosos. Así, el ángel de la tumba de Azcue está muy humanizado. Su reflexiva presencia recibe la influencia de la postura del pensador de Rodin, aunque tenga un modelado muy distante. Recoge sólo el repertorio icónico. Y lo relaciona con un monolito en forma de triángulo, un elemento utilizado por Cánova, muy simple y que rehuye del decorativismo.

La mujer de la tumba de Pedro Menchaca es una persona de la época, pierde los atributos divinos. Se trata de una mujer que tiene una actitud de recogimiento. Recuerda incluso composiciones pictóricas como las de las rederas. Frente a la aceptada resignación y el silencio del dolor, se acentúa la creencia en la fe en el caso de dos de los programas escultóricos, el de la familia Ibarrola y el de Fernández Uníbaso. La doliente y dramática Magdalena de las dos tumbas, se hinca de rodillas, introduce un modelado más valorado y líneas diagonales y afronta la cruz o la figura del Sagrado Corazón respectivamente.

Fue un prolífico e influyente escultor. Artista dotadísimo, tuvo un gran dominio sobre la materia. Envuelve la mirada con las sutilidades de sus esfumados y veladuras pero produce la sensación de cierta distancia y algo de frialdad. Después de los primeros años se entrega a los gustos sociales dominantes y trabaja paralelamente por encargo. Sin pasarse del todo a las innovaciones, se mantuvo fiel a una estatuaria de alto oficio no exenta de las aperturas impresionistas provenientes de Rodin.