Escultores

Mogrobejo Abasolo, Nemesio

Escultor vizcaíno, nacido en Bilbao el 15 de marzo de 1875. Murió el 6 de abril de 1910 en Gratz.

Desde niño entró como aprendiz en el taller del imaginero bilbaíno Federico Sáenz aprendiendo las prácticas del modelado en barro y de la talla en madera, alternando con la ejecución de modelos de yeso. Aprendió dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao. Se enamoró de una condiscípula austríaca Paula Schenek con quien emprendió un viaje en 1897, contrayendo con ella matrimonio civil, teniendo un hijo inscrito en Etterbeck, cerca de Bruselas, le pusieron por nombre Nemesio Adolfo Leonardo, nacido el 22 de abril de 1898, quien falleció poco después que su madre.

La muerte de Paula acontecida el 7 de junio de 1898 significó un tajo vital en la obra de Nemesio y quizá sea este hecho la raíz de la fuerza desesperada y melancólica que el escultor imprimió a sus obras. Fue becado por la diputación de Bizkaia para realizar sus estudios en el extranjero, pero a última hora le desasistió sin que el artista pudiera terminar varias obras que había empezado. En 1898 cambió su modo de ser y de pensar dando como primer fruto de esa crisis pasional la sencilla tumba de Paula Scheneck expuesta en Viena en 1899. Gracias al éxito obtenido pudo permanecer varios años en Gratz y viajar a Viena, Stuttgart, Munich y París donde se hallaba en 1900.

Sabiendo de que en Bilbao la diputación de Vizcaya convocaba unas oposiciones para una importante pensión durante cuatro años, viajó a Bilbao y ganó las oposiciones por unanimidad. Después de visitar Florencia se establece en Roma. Desde esta ciudad envió a Bilbao una hermosa obra titulada Risveglio. Poco después de este envío modeló las esculturas Hero y Leandro, el busto de Anselmo Guinea, pintor vizcaíno, y Eva que iba a ser considerada en adelante como su obra maestra.

En 1904 estuvo brevemente en Bilbao y se trasladó a Florencia donde comenzó la modelación de La Muerte del Orfeo, obra inconclusa ya que una tuberculosis maligna y el término de la pensión truncaban su vida. Pasó temporadas en Bilbao, París, Murguía y Barcelona yendo a parar al sanatorio suizo de Durtol donde trata de sanarse. Todavía estuvo nuevamente en Florencia y en Roma pero, ya moribundo, llegó a Gratz donde murió.

Fue buen amigo del pintor eibarrés Ignacio Zuloaga, quien dijo de él que era el primer escultor universal que había en España, al igual que cultivó su amistad con su paisano el escritor don Miguel de Unamuno, siendo muy recordado en sus obras generales. Su inteligente obra se halla extendida por toda Europa, y puede admirarse parte de ella hoy día en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Eugenio D'Ors lo ve así:

"Modrobejo está más cerca de Cánova que de Miguel Angel, si advertimos que la vitalidad, el dinamismo, el brío de estas figuras nace de las manos de un artista en la coyuntura de principios de siglo en que predomina el decorativismo modernista, tendremos que reconocer que, si hubiera vivido unos años más, había desembocado en un tumultuoso expresionismo moderno".

Boyky (Bilbao, 1910):

"Está Mogrobejo armonizando en sus figuras la belleza de las formas con la expresión del espíritu. Dar vida al bronce es poner alma en las cosas, es crear. Por esto la corrección y la pasión de las obras de Mogrobejo llenan de vida y de belleza sus estatuas, sus bustos, sus grupos, haciéndolos tan personales".

Juan de la Encina, (Bilbo, 1910):

"La concepción de todas las obras de Nemesio, a partir de su primera manera meramente decorativa, se ha desprendido de un solo -solo, aunque complejo- estado emocional, también en las formas en que estas concepciones han salido a lo externo hay tal rigurosa continuidad, tanta unidad en su variedad, que, sin violentar la significación del vocablo, podríamos apellidarlos orgánicas (...) supo poner en sus obras la palpitación, el íntimo estremecimiento de la carne; que dio sangre, entrañas, vísceras, músculo y hueso a sus figuras; en el talento de este escultor de imágenes vivientes, como en los más grandes artistas italianos del Renacimiento, hay mucho de matemático. (...) Inclinado siempre a subordinar la expresión y el carácter a la belleza. Sólo en los retratos se preocupó de estos dos elementos, haciendo, por otra parte, uso discretísimo de ellos, sin violentarlos, sujeto constantemente a la belleza y a la veracidad".