Escultores

Barrenechea Torralba, León de

Escultor guipuzcoano, nacido en Irun el 26 de junio de 1892. Fallecido en París en 1947.

Estudió desde 1907 dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao y la escultura, en Madrid, en el taller de Querol, donde permaneció seis años.

En 1912 obtuvo mención honorífica en la Exposición Nacional, con un busto femenino titulado Flor de otoño. Ganó las medallas de segunda y tercera clase, en las Exposiciones de Arte y Decoración de 1911 y 1913. Reside ya en Madrid donde es muy cotizado. Para el Ayuntamiento matritense realizó los bustos de Quevedo, Ercilla, Calderón, Lope de Vega, Tirso de Molina y Quintana. Se hallan en el Patio de Cristales de dicho Municipio, con otros seis de Mateo Inurria.

Obras célebres de Barrenechea son: el Monumento a la reina María Cristina, ganado en concurso el año 1917, realizado con la ayuda de Juan Guraya e inaugurado dos años después en San Sebastián; el erigido a Sarasate, en Pamplona, y el que se levantó en la ciudad donostiarra (Colegio de Francia), a finales de 1919, a la memoria de los Muertos en la 1.ª Guerra Mundial. Con un proyecto para otra obra de este tipo ganó el segundo premio en un concurso internacional celebrado por aquellos días en Mónaco. En 1920 ganó, junto con Julio Beobide, sendos primeros premios en el Concurso de Artistas Noveles de la C.A.P. de Gipuzkoa. De ese año son así mismo los monumentos al médico Niceto Muguruza de Eibar y el del conde de Peñalver.

El aspecto más original de Barrenechea está en las esculturas de escenas y tipos vascos a los que se dedicó a continuación. Al igual que Constantin Meunier -maestro belga que esculpía con predilección las escenas de la vida de la gente pobre- León se encariña con las figuras trabajadoras del País Vasco y las lleva a la piedra y al mármol. Sus temas preferidos son los referentes al empleo de la fuerza en el campo, en el que se dibujan con vigor los músculos. Ha llevado a la escultura todos los deportes vascos, tales como Regatas de traineras, Barrenador, Prueba de bueyes, Layadores y Prueba de barra. También tiene escultura religiosa como el San Antonio de la iglesia de San Fermín de los Navarros, de Madrid, y un San Francisco, enviado a Cuba.

El año 1936, al estallar la guerra, estaba en Madrid, de donde pasó a Francia junto con su mujer, que era francesa. Colaboró desde París con el gobierno republicano español gestionándole armas. Tuvo amistad y trato también con los hombres del Gobierno vasco y con artistas como el pintor Bienabe Artía. Los avatares de las dos guerras hicieron que abandonara la escultura pasando a diseñar muebles para la empresa de su suegro, que luego dirigió.

  • PLAZAOLA ARTOLA, Juan. Historia del Arte Vasco. IV. Lasarte-Oria: Etor-Ostoa, 1984. pp. 805-810.