Concepto

Astilleros de Gipuzkoa y Bizkaia

  • Reales

Dentro de la categoría de Reales se engloban los tinglados que eran propios del Rey, independientemente de la infraestructura y servicios que tuvieran. En ellos los monarcas construyeron las unidades que precisaron para sus Armadas y para el comercio con las colonias americanas. Concretamente, eran los de Bordalaborda, Barrio Vizcaya y el Real Astillero de San Pedro, en el Puerto de Pasaia; y el de Zorroza, a orillas del Nervión.

Trabajaron regularmente hasta la creación en, 1726, de los Departamentos de Marina de Cádiz, El Ferrol y Cartagena, y sus correspondientes arsenales. Desde ese momento los Borbones potenciaron estos nuevos centros para fabricar sus navíos de guerra al tiempo que decidían dar otros usos a los establecimientos navales vascos. Resolvieron arrendar los de Pasaia e instaurar en Zorroza una oficina del Servicio de la Renta de Correos.

  • Municipales

Con la excepción de Basanoaga y Mapil, no ocuparon extensos terrenos ni tuvieron la infraestructura que se asocia a los grandes astilleros. Tan sólo fueron espacios en los que se levantaban diversas gradas de montaje, y en los que se reunían hombres y materiales para el tiempo que durase la construcción y la reparación de los barcos. Una vez finalizadas estas labores, el lugar quedaba abandonado hasta que nuevamente fuera necesitado para alguna otra fábrica. De hecho, eran elegidos porque las maderas podían ser transportadas fácilmente hasta ellos y porque reunían las condiciones necesarias para la confección de naves.

Podían utilizarlos los vecinos de la localidad en la que estaban emplazados sin tener que pagar arrendamiento alguno. En cambio, las Ordenanzas Municipales de diversos pueblos contemplaban que los fabricantes de otras vecindades debían abonar un canon por su uso, el cual se fijaba en función del porte y dimensiones del navío a manufacturar.

Basanoaga y Mapil, por su especialización en la realización de unidades para las Armadas Reales y la Carrera de Indias, fueron las dos grandes excepciones. Contaron con una infraestructura permanente integrada por algunas viviendas para la maestranza y sus familias, almacenes, diversas gradas, cobertizos, huertas, etc.

  • Privados

Eran tinglados menores erigidos en predios particulares, que en muchas ocasiones no contaron con instalaciones y estructuras permanentes. Cuando se dio este caso, por lo general, solían pertenecer a personas que no estaban vinculadas a la industria o negocios navales. Para poder fabricar una nave en ellos, el interesado tan sólo necesitaba llegar a un acuerdo con su propietario.

En cambio, cuando sus titulares fueron constructores de naves, dispusieron de una infraestructura estable, siendo éste el caso de las factorías de Urdaiaga, Astigarribia, la de Lorenzo de Tellaeche o la de Manuel de Zubiría.

Estas atarazanas fueron extendiéndose de tal manera que, para mediado el siglo XIX, se convirtieron en las más importantes, tanto por su número como por el volumen de su producción.

  • Hondarribia

Fue un centro naval de carácter secundario debido a su proximidad a la frontera francesa y a que las gradas más importantes de su jurisdicción estaban apostadas en la orilla oriental del Puerto de Pasaia.

Estos tinglados, de carácter municipal, estuvieron ubicados a extramuros de la Ciudad, justamente, en el arrabal de la Marina, el Puntal y la Roca; y se dedicaron a fabricar barcos para el comercio de cabotaje, el corso y la pesca.

Además de ellos, en el decenio de 1830 abrió sus puertas el pequeño taller ribera de Francisco de Zoaya.

  • Irun

Astillero municipal y de carácter fluvial, estaba situado a orillas del Bidasoa, junto al puerto y detrás de la iglesia del Juncal. Fue utilizado desde tiempos de los romanos para la construcción de embarcaciones para el comercio, el transporte fluvial y la pesca.

En él se manufacturaron gabarras para el transporte fluvial por el Bidasoa, además de algunos galeones hasta comienzos del siglo XVII.

  • Puerto de Pasaia

Los documentos se refieren al Puerto de Pasaia como el mejor, más seguro y fondeable del Cantábrico para la conservación y apresto de las naves, y como un lugar de concurrencia de soldados, marineros, mercaderes y artesanos navales.

En los siglos XVI-XVIII los tinglados pasaitarras se caracterizaron por su especialización en la construcción de grandes naves para las Reales Armadas, la Carrera de Indias y las compañías mercantiles privilegiadas. De ahí, que elaboraran sobre todo naos, galeones, navíos de línea y fragatas.

Asimismo, labraron otras embarcaciones de mediano y pequeño tamaño que servían para la pesca, cabotaje o de barcos auxiliares de los navíos de la Real Armada.

Muchas de estas unidades fueron confeccionadas por algunos de los arquitectos navales más reputados del momento, entre los que estaban Ignacio de Soroa, el Capitán Agustín de Ojeda, Antonio de Gaztañeta, Antonio De la Piedra y Vicente Plo.

En sus riberas estuvieron ubicadas gradas de características, infraestructura y tipo de propiedad diferentes. En la orilla oriental o Pasai Donibane, el Real Astillero del Barrio Vizcaya, el Astillero Real de Bordalaborda, Calabuza y las gradas de la plaza pública. En el lado occidental o de Pasai San Pedro, los del Sableo o Astillero Público, Berratxokoa, Herrera, el Astillero Real o de la Marina Nacional, Torretzia y Kodemasti u Ondartxo. Finalmente, en el término municipal de Errenteria, los de Basanoaga, San Francisco o Capuchinos, Ugarrice, Magdalena, Ribera y Arrabal.

  • Donostia-San Sebastián

Donostia-San Sebastián contó con instalaciones navales en el arenal de Santa Catalina y en Arribizketa. Una y otra ocuparon un lugar secundario en la industria naval vasca.

Aunque las gradas de Santa Catalina estuvieron trabajando durante casi cinco siglos, su actividad fue un tanto limitada e irregular, siendo los años más productivos los últimos del XVI y los primeros del XVII. Por lo demás, en el último tercio del mil setecientos en este punto se asentó un nuevo tinglado para la construcción de dos barcos para la Armada Real.

Del astillero de Arribizketa los documentos sólo atestiguan que en 1612 se botó un navío de 250 toneladas.

  • Cuenca del Oria

Durante varias centurias el Oria fue junto con Pasaia el principal centro de construcción de navíos de Gipuzkoa. Su gran prestigio vino dado tanto por su especialización en la manufactura de grandes navíos para flotas Reales y la Carrera de Indias, como por las cualidades marineras y los buenos resultados que solían tener los buques fabricados en estas factorías.

Se caracterizó por su capacidad por innovar y diversificar su producción en el momento que comenzaron a vislumbrar la pérdida de los pedidos de su principal cliente, la Corona, en el intento de captar la demanda de los comerciantes, armadores y transportistas.

Resultado de esta línea de actuación fue la versatilidad de las gradas del Oria para producir una amplia gama de tipos navales. De ellas salieron vasos, de todos los tamaños y dimensiones, para la guerra, el comercio, la caza de la ballena, el comercio de cabotaje y la pesca, destinados a una clientela muy heterogénea y geográficamente dispersa.

En estos años en las orillas del Oria estaban situados al menos nueve astilleros. En el término de Usurbil, los de Mapil, Aginaga o Zakoeta, Rutarte, Urdaiaga o Urdazaga, Zubieta y Saria. En la villa de Orio, el astillero de la Ribera y el de Zamaristi. Por último, en jurisdicción de Aia, las gradas de Altxirri o Altxerri y Arratola.

  • Zarautz

El astillero estuvo apostado junto al palacio y fuente de Txintxeri, y su antigüedad se remonta al último decenio del siglo XV.

Hasta mediados del XVII tuvo una actividad bastante notoria botando barcos de mediano y gran tamaño para usos militares y el comercio de larga distancia. En cambio, en las siguientes centurias apenas trabajó y se especializó en la manufactura de embarcaciones de pequeño tamaño para la pesca.

El peculiar diseño que tuvieron estos barcos les hizo muy eficaces en el mar y adquirieron tal fama, que el arquitecto Francisco Gautier en 1770 ordenó que las lanchas que se enviaron despiezadas desde el Río de la Plata debieran de ser como las zarauztarras.

  • El Urola y Zumaia

Entre los siglos XVI y XVII Zumaia fue un destacado centro naval. En su jurisdicción hubo situados un nutrido número de astilleros que orientaron su producción a satisfacer las necesidades de una clientela diversa: los comerciantes, los pescadores y, en menor grado, la Corona. Aún y todo, los talleres de Zumaia mostraron una clara especialización en la manufactura de embarcaciones de mediano y pequeño porte para el comercio de cabotaje, y el transporte de mineral de hierro y los productos férricos.

En los años de máximo florecimiento en esta demarcación hubo erigidas once gradas. En el Urola estaban las de Oikia, Eskasabel, Gorostiaga, Bedua, Goiburu y Dormintegi o Dornutegi. Y en su puerto el Astillero Mayor, Ribera, Arranoleta o Arrangoleta, Santiago y Zubiaurre.

Esta coyuntura cambió notoriamente a partir de la década de 1680 por la pérdida de su principal fuente de financiación -los comerciantes y transportistas- y su incapacidad de captar la demanda de un nuevo mercado. Ello trajo primeramente la descapitalización del sector y después, el casi total abandono de esta actividad hasta prácticamente la inauguración del siglo XX.

  • Deba

La construcción naval surgió en Deba como un complemento a las actividades comerciales y pesqueras desarrolladas en su barra y puerto.

Hasta 1621 hubo una única factoría que era conocida como Astillero Viejo, de propiedad municipal y ubicada frente a la antigua casa lonja del Mayorazgo de Igarza. Desde esta fecha, y por lo menos durante todo el XVIII, existió otro tinglado al que los documentos se refieren como Astillero Nuevo.

A partir de 1640 estas factorías reorientaron su producción a la construcción de barcos pequeños para la pesca, el transporte fluvial, y tránsito en la barra y canal del río Deva.

  • Mutriku

Mutriku fue durante algunos momentos uno de los principales centros de construcción de navíos de Gipuzkoa. Hubo instalados cobertizos en su puerto y muelle (el municipal y el de Mutiozabal) y en las riberas occidentales del río Deba (Astigarribia y Urazandi o Urazemeiti). Unos y otros tuvieron una infraestructura y producción bastante diferenciada entre sí, siendo la más destacada la de Astigarribia.

De estos establecimientos salieron barcos de pequeño y mediano tonelaje preferentemente para el transporte y comercio del mineral de hierro y productos metálicos, pero, también, para la pesca.

  • Ondarroa

La industria naval ha tenido una impronta bastante notable en Ondarroa desde el siglo XV. De ésta época eran los astilleros de Amallo, la Rentería y Ansosolo o Ausosolo.

Además de ellos, en los siglos XVII y XVIII este municipio tuvo gradas comunes con Berriartua, lo que en ocasiones suscitó serios problemas entre ambos.

En el siglo XVIII los documentos se refieren a otras dos atarazanas más: el Astillero Real y el de la Villa. Y en las primeras décadas de la centuria siguiente mentan al taller de Víctor Urreisti.

Fabricaron pequeñas y medianas embarcaciones para el comercio del cabotaje, el transporte marítimo y la pesca para personas afincadas en el Señorío.

  • Río Lea y Lekeitio

Los suelos de las tejavanas dedicadas al obraje naval estuvieron ubicados en el Lea desde Zubieta, y por Isunza, a las junqueras de la ermita de la Magdalena en Akurtua.

En Lekeitio los enclaves idóneos para el establecimiento de los cobertizos fueron el Campo del Arenal y la Magdalena. El primero de ellos, era un lugar extenso que se extendía entre el casco urbano y la iglesia de Santa María, dedicado al obraje naval desde el siglo XIV; y el segundo, levantado junto a la ermita del mismo nombre, fue uno de los más sobresalientes del primer cuarto del siglo XIX resultado de la labor desarrollada por los constructores Manuel de Cortabitarte y José Antonio de Mendieta.

  • Ea y Natxitua

La manufactura naval en estos dos pequeños pueblos nació al amparo de las actividades pesqueras desarrolladas por sus vecinos. Más adelante esta producción se combinó con la fábrica de pequeños barcos para el cabotaje. En ambos casos eran pequeñas unidades que no exigían fuertes desembolsos de capital, ni eran complicadas desde el punto de vista de su ejecución.

Su actividad fue muy limitada.

  • Ibarrangelu y Elantxobe

En su jurisdicción hubo algunos talleres de ribera que trabajaron en la labra de pequeños barcos para la pesca y el comercio de cabotaje. Registraron su mayor actividad en el primer tercio del siglo XIX.

Estos dos puertos han tenido una historia conjunta hasta finales del siglo XVIII, momento de la independencia administrativa de Elantxobe. Al poco tiempo de conseguir la soberanía, se produjo el resurgimiento de la actividad pesquera en este puerto y, al amparo de ella, surgió una incipiente industria naval que estuvo ubicada en las inmediaciones de la casa lonja.

Por su parte, Ibarrangelu contó con gradas en sus dos playas.

  • Gernika-Lumo y riberas del Oca

Estas factorías nacieron para satisfacer las necesidades comerciales y de transporte de materiales de los establecimientos siderometalúrgicos de la comarca. De ahí que su actividad estuviera limitada a producir unos pocos barcos para el transporte y chalupas.

Hubo gradas en los puertos de Gernika, Aldabe y Rentería de Ajangiz, el Convento de la Merced de Lumo y Kortezubi. Ninguna de ellas trabajó regularmente, por lo que no dispusieron de infraestructura permanente alguna.

  • Ría de Mundaka

La Ría de Mundaka fue, tras el Nervión, una de las cuencas del Señorío con mayor concentración de astilleros.

Los tinglados se establecieron a uno y otro lado de sus riberas y pertenecieron a varios municipios. Arteaga y Sukarrieta compartieron la jurisdicción de los astilleros de Kanala. Sukarrieta tuvo la competencia privativa del taller de Larreategi. En Busturi-Axpe estuvieron las atarazanas de Santarena, San Cristóbal y Soperana. Y en Mundaka, las tejavanas de su puerto. La importancia y volumen de producción de unos y otros fue bastante diferente y, además, ésta se fue modificando con el transcurso de los siglos.

El trabajo de estos establecimientos, con la excepción de los del puerto de Mundaka, se orientó a cubrir la demanda de los armadores vizcaínos dedicados al comercio de cabotaje. En cambio, las atarazanas de Mundaka se caracterizaron por su versatilidad para adecuar su quehacer a las necesidades de cada momento; así, botaron desde galeones para la Carrera de Indias hasta pequeños pesqueros.

  • Bermeo

Bermeo fue durante muchos siglos un destacado centro naval. El obraje de sus astilleros fue muy variado; hicieron navíos de guerra, pesqueros y barcos para el comercio, el cabotaje y el acarreo de materiales.

Aparece citado como puerto principal de Armadas Reales desde tiempos remotos, viviendo uno de sus momentos más pujantes a finales del siglo XV y principios del XVI. Terminados los años de bonanza económica en el primer cuarto del mil seiscientos, sus tinglados trabajaron en el avío de embarcaciones y en la elaboración de unidades para el transporte y la pesca.

Contó con gradas en el Puerto Mayor o Arza y en la ribera del Artigas.

  • Ría de Plentzia

Hubo astilleros en las jurisdicciones de Plentzia y Gorliz. Desde antiguo las gradas de la primera estaban emplazadas al pie de la iglesia de Santa María Magdalena y en la zona de su puerto, concretamente, en los términos del Cementerio o Camposanto y Astillero, y en el arenal de Txurruka. Por su parte, las de la segunda se localizaban en Saraga y en el muelle de la ribera.

Pese a la proximidad geográfica de los dos municipios, los tinglados de uno y otro tuvieron rasgos de identidad y trayectoria propias. Justamente, mientras que los de Plentzia trabajaron regularmente desde el siglo XV, los de Gorliz estuvieron inactivos en bastantes ocasiones. No obstante, tuvieron en común la adecuación de su producción a las características geográficas de la Ría, de ahí que siempre botaran embarcaciones que rara vez superaron las 50 toneladas.

  • Ría de Bilbao

Ha sido juntamente con el Puerto de Pasaia el centro naval por excelencia del País Vasco, al tiempo que presenta con éste bastantes puntos en común dado que:

  1. La industria naval surgió al socaire de los intercambios comerciales desarrollados en la Ría.
  2. En las márgenes del Nervión hubo un nutrido número de talleres, de características, tipos e infraestructura diferentes entre sí, emplazados en varias demarcaciones jurisdiccionales.
  3. Fue el lugar en el que estuvieron enclavados algunos de los establecimientos navales vascos más importantes, siendo éste el caso del Real Astillero de Zorroza.
  4. Entre la cualificada mano de obra que se concentró alrededor de estos tinglados estuvieron algunos constructores muy prestigiosos, como por ejemplo, Antonio de Gaztañeta, Juan Bautista de Donesteve, Manuel de Aizpurua o Martín de Arana.
  5. Las gradas de la Ría elaboraron todo tipo de unidades navales, pese a que en los siglos XVI-XVIII hubo una cierta especialización en la confección de unidades de gran tamaño con destino a la guerra y el comercio de larga distancia.
  6. Igualmente, estos talleres monopolizaron un gran porcentaje de los pedidos del Estado.

El resultado fue un variopinto y complejo mapa de factorías a ambas márgenes de la Ría. Se levantaron desde las tierras de Begoña, pasando por Abando y Deusto, hasta Barakaldo y Axpe-Erandio. Así, había instaladas gradas en el Campo Volantín, en Begoña; Ripa, Olabeaga, La Barraca, Zorroza, Dique, Indautxu, La Vega y Campa de San Antonio, en Abando; Arenal de Bilbao; Ribera, Ogena y Unzueta, en Deusto; Asua, en Axpe-Erandio; y a orillas del Galindo, en Barakaldo.