Concepto

Literatura infantil y juvenil en euskara

La literatura escrita en lengua vasca es una literatura bastante reciente en opinión de algunos historiadores, el mismo Villasante, por ejemplo, indica lo siguiente en su historia de la literatura vasca: "La literatura culta o libresca es más bien tardía, escasa y de no muy alta calidad." (Villasante, 1979: 19). Esa realidad, sin embargo, se acentúa cuando hablamos de la Literatura Infantil y Juvenil, entre otras razones porque dicha producción literaria es tardía a nivel mundial (no hay que olvidar que el concepto de niño como persona con una personalidad propia, como un ser que está desarrollando su personalidad, es un concepto que apenas tiene unos siglos de existencia).

La primera obra escrita para el público infantil en lengua vasca vio la luz en Tolosa en 1803 y se trató de un catecismo escrito por Juan Bautista Aguirre: Confesioco eta Comunioco Sacrementuen gañean Eracusaldiac, lenvicico Comunioraco prestatu bear diran Aurrentzat, eta bidez Cristau acientzat ere bai. Una obra tardía y procedente de la tradición religiosa. Sin embargo, un año más tarde, en 1804, se publicó Ipui onac (Cuentos buenos), obra que reúne diversas fábulas de Esopo y que Bizenta Moguel tradujo para educar a los más jóvenes, tal y como lo indica en la introducción del libro:

"Ipuiok atera nai ditut gaztetxo, ta nekazarientzat (...) Deritzat enzuten nagoala mutiltxo, neskatxatxo ta nekazari askoren farra ta algara gozoak irakurri edo aituaz ipui onek" (Quiero publicar estos cuentos para los jóvenes y las personas del campo (...) Me parece estar oyendo reírse a los chicos y chicas, así como a muchos campesinos, oyendo o leyendo estos cuentos)

(Mogel: 23-28).

Tal y como indica la autora en el título de dicha obra, su intención es "instruir deleitando" y así propone dichos cuentos, las fábulas con sus enseñanzas y moralejas frente a otros cuentos sin intención pedagógica, frente a otros que son perjudiciales para la juventud.

A lo largo del siglo XIX se publicaron también las recopilaciones de fábulas realizadas por Iturriaga y Goyhetxhe, pero aparte de dichas obras con claro objetivo didáctico no hay más publicaciones dirigidas al público infantil hasta 1890, año en que se publica la novela romántica Patxiko Txerren, escrita por A. Apaolaza y que se basa en la obra El Judas de la casa de Trueba.

Esta situación tan pobre en cuanto a la producción literaria se mantiene hasta el siglo XX, aunque los cambios políticos como consecuencia de la pérdida de los fueros o el surgimiento del sentimiento nacionalista, poco a poco fueron influyendo en toda la cultura vasca posterior.