Concept

Solsticio

La noche y el día de San Juan concentran numerosos ritos vinculados a determinados elementos naturales como el fuego, el agua y la vegetación. La creencia popular atribuye a las hogueras de San Juan propiedades curativas, en particular las afecciones de la piel como la sarna. Se encendían delante de las casas y en las plazas, en los cruces de caminos o en otros lugares destacados. A la hoguera solían arrojarse las hierbas benditas de otros años, enramadas de saúco, los ramos de laurel, las san juan belarrak y los juncos que alfombran las calles al paso de la procesión del Corpus. Se quemaban viejos odres o botas y los jóvenes las agitaban en llamas por las calles. Las cenizas de las hogueras, al igual que las del tronco de navidad, se conservan porque tienen propiedades profilácticas en humanos y animales. Durante el encendido de las hogueras solían tañer lentamente las campanas de la Iglesia -abemarik-.

El recorrido por donde debía pasar la procesión del Corpus Christi o Besta berri se alfombraba con abundante verde: colas de caballo -eztaiñu belarrak-, hojas de nogal -giltxaur hostoak-, hojas de fresno -lizar hostoak-, rosas -arrosak-, bohordos -zinta belarrak-, espadañas -ezpata belarrak-, ... Finalizada la procesión , los chavales las recogían y dejaba secar al sol resguardándolas en caso de lluvia. Más tarde servirían para prender el fuego de la noche de San Juan.

En la víspera de San Juan -San Joan bezperan- una o dos mujeres de cada casa salían al campo a recoger lirios, rosas, claveles, margaritas, una espiga de trigo -gariburu-, una planta de maiz -artolandaria- y una rama de cerezo o manzano con su fruto. Con ello preparaban el ramo que ataban con hojas de espadaña y llevaban a bendecir a la misa mayor del día de San Juan. El ramo se coservaba todo el año y servía, al siguiente, para prender la hoguera solsticial junto con los restos ya secos del alfombrado verde del Corpus.

Según tradiciones, el ramillete de San Juan -San Joan sorta o San juan-belarrak- incluía varias clases de hierbas además de las dichas (laurel, helecho, ajenjo, apio, romero...) y tiene propiedades diversas según tradiciones: protege del trueno, alivia el dolor de muelas, ablanda la ubre de las vacas, ahuyenta las culebras. Con el vaho de un manojo cocido del ramo bendecido se combate el flemón. Para curar el catarro de pecho tomaban un baño de pies en el agua caliente tras hervir en ella un haz del ramo. Para curar el mal de ojos se lavaba la parte dañada por medio de un pequeño lienzo, todos los días durante el tiempo que fuera necesario. Para madurar un divieso se fríen en una sartén con algo de aceite varias flores de saúco bendecidas en la mañana de San Juan, se reparten en dos lienzos y se atan al tumor inflamatorio. En el caso del ganado las hierbas se arrojaban sobre brasas preparadas en un caldero y el humo de la combustión se aplicaba a la parte enferma del animal (ubre o tripa).

Para disfrutar de los beneficios curativos del fuego era necesario saltar por encima de las llamas al menos tres veces, invocando un tipo de conjuro que variaba de una zona a otra de Euskal Herria. Así, por ejemplo, se decía "sarna fuera" o ezkabia kanpora. También se pedía el bien y se expulsaba el mal de modo genérico Ona barnera, gaixtoa kanpora o con mayor precisión Ogia Espainara, ezkabia Frantziara (Montaña de Navarra). Todos, niños y ancianos incluidos, debían saltar la hoguera, aunque fuese por el borde, y el que se veía impedido se acercaba al fuego y acercaba primero una pierna y luego la otras moviéndolas en cruz.

En Garai cantaban una canción con esta letra: San Juan San Juan eztot nik besterik gogoan / Lapurrak eta sorginak erre erre / artoak eta gariak gorde gorde. En Amorebieta, antes de saltar la hoguera:. San Joan gaur dala / bihar dala doni Andres / guri etxien lapurrik ez / badago begoz, erre deitezela danak / Arrautza bi kolkoan eta beste bi aguen ¡San Joan!. En Oiartzun para espantar a las brujas encienden hogueras y cantan: San Juan San Juan heldu da / sorgin begia galdu da / galdua bada galdu bedi / ¡sekula agertu ez baledi!

Y en Etxebarria lo que sigue:

San Joan da san Joan
Eztauket besterik goguen
Sorgiñek eta lapurrek erre
Garixek eta artuek gorde

San Joan, san Joan bagilian
Denpora edarrian
San Joan da San Joan
Abadiak, prailliak
Aserretu zirian
San Joan da san Joan

San Joan, san Joan
Bezpera gabian
Abadiak aserretu zirian
Ezebe besterik egiten
Alkarri musterrez apurtzen

Joan nintzan orture sobrata
Sobrien onduna batana
Au da nere laztana

Sorgiñek erre
Lapurrek batu
Artuek eta garixek
Ondo berinketu

En la medianoche de San Juan deben enterrarse las hojas de olivo para eliminar verrugas, quistes y otras malformaciones de la piel. También a esa hora quien tiene cardencha arranca, con la primera campanada, uno de los cardos y lo arroja al campo del vecino.

Un ritual practicado en una amplia zona de la geografía vasca, y en otras culturas europeas, consistía en hacer pasar a un niño herniado a través de un tronco joven o rama seccionada y abierto al efecto y posteriormente cerrado. Los dos hombres encargados de pasar al niño debían llamarse Juan y recitaban "tómalo, Juan" "dámelo, Juan" "enfermo te lo doy" "sano te lo devuelvo". Si el árbol -roble, encina, fresno,...- una vez recompuesto sobrevivía, el niño sanaría. Una variante más complicada exige que los oficiantes deben llamarse Juan y Pedro y ser hermanos gemelos.

En la noche y en especial en la madrugada del día de San Juan el agua adquiere poderes curativos. Determinadas fuentes, riachuelos, o el mismo rocío en los verdes campos atraían las gentes del entorno para "sanjuanarse" antes de la salida del Sol. De las centenares señaladas por la tradición citamos Doniturrieta (Aralar), Dama-Iturri e Iturri-Santu (Betelu), Saniturri (Beorburu y Riezu), Aingiruiturri (Anocibar), Zabale (Bernabeitia), San Juan de Igantzi, las piscinas del "agua salada" de Estella, las innumerables fuentes sulfurosas o "de batueco",... Es conocida la práctica de caminar o revolcarse desnudo sobre pastos o trigos mojados por el rocío para evitar la sarna.

Existe la creencia extendida de que en la mañana de San Juan el sol sale bailando. Al amanecer el hombre de la casa coge el hacha y sale a cortar ramas de fresno -lizarra- y de espino negro -elur arantza- y emparejándolas las clava en la entrada del caserío y de la cuadra. También en las puertas se coloca una planta llamada largazta que protege del trueno.

Había que dar tres vueltas a la casa antes de la salida del sol para que eliminar alimañas. La hierba cortada en la mañana de San Juan no se marchita y es más sabrosa que la que se corta días antes o después. A las chicas se les corta un poco el pelo para que les crezca más hermoso. También debe sembrarse zanahoria, pues no se echará nunca a perder. En Erroibar sembraban las últimas alubias -San Joan eguneko ilarrak- que se veían favorecidas por un crecimiento más rápido.

Quien duerme siesta el día de San Juan tendrá sueño todo el año y quien madruga también lo hará fácilmente el resto del año. El día de San Juan es el más largo del año, algo que debe soportar quien trabaja de sol a sol, pero como todos los demás también tiene su fin; así reflexionaba un labrador de Etxalar: Arraoia! Aundiya itzen baiño ire juan itzen.

San Juan arbolia. En algunas localidades vascas, los jóvenes salían al monte y cortaban un haya o roble, también fresno, chopo o pino, que acarreaban hasta la plaza donde lo descortezaban excepto la copa que dejaban con ramas y hojas y que adornaban con flores. Luego lo izaban tras practicar un agujero en el suelo. Solían bailar alrededor y tras unos días lo retiraban y subastaban si el dueño no lo reclamaba o bien era conservado para otro año.

Juan Lobo Según la tradición, hace más de cuatrocientos años los cofrades de la Cofradía del Glorioso San Juan Bautista y Alabarderos, fundada a finales del siglo XIV, se pusieron a bailar de alegría junto a la balsa en la que habían dado muerte al último moro, Juan Lobo, que capitaneaba una partida de bandoleros. No se conoce con precisión el desarrollo de la fiesta en aquél tiempo pero sí tal y como se celebra al menos desde hace más de cien años. La víspera de San Juan llegan los gaiteros y se encienden hogueras dando comienzo la fiesta que continuaba hasta el amanecer momento en que era costumbre acudir a la fuente a purificarse con el agua de las primeras horas del día. Un cofrade con la cara pintada de negro se disfraza de moro, Juan Lobo, utilizando diversas ramas para cubrirse. Los mozos le persiguen y tras varias escaramuzas y huidas el fugitivo se zambulle en la balsa desde donde salpica a quien intenta atraparle. Al fin es apresado, juzgado en el frontón, condenado y ejecutado. Los cofrades, tras la batalla, se visten con sus prendas y atributos (bastón tallado, lazos de seda con pañuelos multicolores y flores frescas en la lanza del abad) y con ellos acuden a la procesión y solemne misa. Por la tarde, tras las vísperas y el rosario los cofrades van con los gaiteros a la balsa donde tiene lugar el alarde en el que cada cofrade por riguroso turno, comenzando por el abad, debe bailar ante la lanza. Se desconoce cuál fuera el baile anteriormente, pero desde que se tiene noticia ha sido tocado por gaiteros con melodía de jota con tres partes, una de las cuales más lenta a modo de copla o canción. Este bloque tradicional es testimonio de un rico y antiguo ritual con elementos propios de la festividad y del solsticio como la danza, agua, fuego, cofradía, lucha de moros y cristianos, chivo expiatorio y espíritu vegetal.