Concept

Sector minero

La minería vinculada a otros metales no tuvo una importancia relevante, excepto en el caso del cobre, pero en este caso ya con una explotación de corte capitalista. El crecimiento demográfico, una cierta mejora del nivel de vida, junto con la demanda de cañones de bronce para la marina, incrementaron la demanda de cobre. Este metal se utilizaba para producir objetos de cocina, en los que se habían especializado los caldereros de Balmaseda (Bizkaia), y el crecimiento de la marina implicó disponer de más cañones; éstos en el caso de los buques de guerra, por lo general de bronce, de menor preso que los de en hierro colado. Estos factores subyacen a la puesta en explotación de las minas de Aralar, entre Gipuzkoa y Navarra. Los primeros ensayos datan de 1731. Poco después los interesados consiguen una Real Cédula para "registrar y catar el mineral" y constituyen una compañía, a pérdidas y ganancias, divida en siete partes iguales. Cuatro socios de los siete se responsabilizaron de poner el capital. De los siete, cinco eran navarros, uno de San Sebastián y otro un alemán de Treveris, pero residente en Navarra. Tras montar los hornos para fundir y afinar, se inició la producción. La presencia de mano de obra cualificada extranjera fue una constante mientras las minas estuvieron en actividad. En 1738 se produce una nueva incorporación de mineros extranjeros, uno de ellos calificado de "sujeto teórico y práctico", oriundo de Lyon (Francia). Poco después, en 1741, dos alemanes, uno como "bocartero" y otro como cerrajero. Esta presencia de extranjeros, alemanes o franceses, no se interrumpirá. Desde el punto de vista técnico, con un cierto retraso, fueron adoptando avances ya conocidos al otro lado de los Pirineos. Un tal Jorge Eberlin transfiere tecnología descubierta hacía trece años en Baigorri (Francia) hacia 1765 y mejora los ingenios. En 1787 Fausto de Elhuyar envía un informe desde Hungría sobre un modo nuevo, de su invención, de beneficiar minas de cobre. La cercanía de las minas a la frontera francesa resultó positiva para la transferencia tecnológica, pero no para la exportación de cobre, ya desde los inicios explícitamente prohibida, y acabó resultando muy negativa cuando, tras la Revolución Francesa, los conflictos con Francia fueron frecuentes. La explotación parece cesar hacia 1804.