Concept

Sector de la construcción

Hasta la generalización del hormigón armado y de las estructuras en acero, la construcción ha dependido de los materiales del entorno, en gran medida debido a los elevados costes de transporte de unos bienes relativamente baratos. Así las edificaciones han estado realizadas con piedra de cantera o con cantos rodados del cercano río o arroyo, cal, arcilla y madera (vigas y tabla o tablazón). La cal como elemento de cohesión, la arcilla en forma de adobe o ladrillo y teja. Estos materiales no permitían realizar edificios elevados y, dado que utilizaban materias del entorno, estaban bastante integrados en el paisaje, en especial en las zonas rurales. Algo parecido sucedía con murallas y puentes. A estos factores técnicos se añaden los sociales y políticos. Las necesidades de defensa, en las villas, obligaron a rodearlas de murallas, primero en tierra y madera y posteriormente en piedra. El terreno ubicado dentro del recinto amurallado resultaba limitado y por tanto frecuentemente caro. De ahí, la construcción en altura, pero no más allá de una planta baja, dos pisos y desván. Las partes inferiores por lo general estaban dedicadas a tiendas o almacenes, mientras que los pisos superiores, utilizados como vivienda, solían estar ocupados según nivel económico, quedando la buhardilla para los menos pudientes. La ciudad preindustrial no segregaba primordialmente a la población por barrios, sino por pisos. La carestía del suelo en las villas, reducía el espacio dedicado a la calle, pero por razones de seguridad, entre bloques existían unos estrechos pasadizos cuyo papel básico era actuar de cortafuegos. Los incendios junto con una pésima higiene, eran los principales problemas de los núcleos urbanos. Es famosa la quema de Mondragón en 1448 en plena lucha de bandos. Pero los incendios por razones fortuitas eran una amenaza permanente. Parte de Oñate ardió en 1489, Motrico se quemó entera la noche del 18 de septiembre de 1543. En Elgoibar en 1560 ardieron cincuenta y cinco casas de madera y tabla, la concejil y parte del convento de frailes. El principal motivo de estas catástrofes residía en que en las villas, hasta el siglo XV, predominó la madera como elemento básico, con paredes de cal y canto. Sería a partir del siglo XVI cuando las casas urbanas en piedra empiezan a tener importancia. Pero, como recoge Esteban de Garibay en sus Memorias, la villa de Bilbao ardió casi por entero en 1571 porque sus casas eran de madera. Su reconstrucción se llevó a cabo en cantería y ladrillo. Por esas fechas, a fines del siglo XVI, se introdujeron las "ventanas rasgadas" y las vidrieras importadas de Francia o traídas de Vitoria, pero en las casas de la hidalguía y de la burguesía comercial. El cristal era un producto caro y se usaba con moderación.

La transferencia de modas y técnicas constructivas resultó tanto más fácil, cuanto que en las provincias costeras abundaron los canteros, oficio de carácter temporal. Cuando el tiempo empezaba a mejorar, los pedreros se trasladaban a trabajar al centro y sur de la Península y, al acercarse el invierno, regresaban con sus ahorros y con las modas y técnicas utilizadas en Castilla, sobre todo mientras la economía castellana y andaluza atravesaron una época de prosperidad, hasta inicios del siglo XVII.

La construcción mantuvo esas características -materiales del entorno, escasa altura...- hasta entrado el siglo XIX. Las novedades más significativas en el siglo XVIII habrían sido la construcción de casas ayuntamiento de estilo neoclásico, con un espacio abierto delante de ellas, en algunas villas vascas y modestos ensanches en algunos núcleos urbanos como fue el caso de Bilbao, que empezó a desbordar, hacia El Arenal, el viejo recinto de las Siete calles. Pero las construcciones con mayor efecto económico fueron la apertura de nuevos caminos para carros en la segunda mitad de la centuria. Entre ellas destaca, por su coste y por su impacto económico, la construcción del camino de Orduña, de Bilbao a Pancorbo.

Modestos cambios en la construcción se empiezan a operar en el primer tercio del siglo XIX. De la época de la primera guerra carlista data la introducción por los ingleses en San Sebastián del cemento hidráulico.