Monarchy and Nobility

Sancho VI Garcés

Los intentos de los monarcas de Castilla y Aragón por asimilar a sus reinos las tierras del reino de Navarra tenían su más claro precedente en los acontecimientos sucedidos en 1076 tras el asesinato de Sancho Garcés IV "el de Peñalén".

No fue la única ocasión en la que los reyes de Castilla y Aragón mostraron sus propósitos, y la intención de repartirse el reino volvió a tratarse entre ellos el 22 de febrero de 1140, en el pacto de Carrión. Por medio de este pacto aragoneses y castellanos acordaron de nuevo el reparto de los territorios de Navarra. El rey castellano Alfonso VII quedaría con Marañón y las tierras navarras a la izquierda del Ebro que habían pertenecido a su abuelo Alfonso VI, y el conde Ramón Berenguer de Cataluña y Aragón con las tierras que habían pertenecido a Aragón en tiempos de Sancho Ramírez y Pedro I. Igualmente acordaron repartir el condado de Navarra, territorio por el cual los anteriores reyes aragoneses prestaron homenaje a Alfonso VI. De este condado, el castellano se quedaría con una tercera parte, la más próxima a sus dominios, y las dos terceras partes restantes, con la ciudad de Pamplona, quedarían para Berenguer. Por estas tierras el catalán también debería prestar homenaje al rey castellano. A los pocos años Alfonso VII creó en la Rioja para su hijo Sancho, futuro Sancho III de Castilla, el reino de Nájera (1149), y Ramón Berenguer IV llevaba a cabo una guerra de desgaste en la frontera con Navarra.

Al morir García Ramírez "el Restaurador", Alfonso VII, su hijo Sancho y Ramón Berenguer se reunieron en enero de 1151 en Tudején para tratar, entre otros asuntos, de reafirmar el acuerdo de repartirse el reino de Navarra. Los términos señalados para uno y otro monarca son prácticamente los delimitados en el pacto de Carrión. Sin embargo, el monarca castellano apoyó al sucesor en el trono de Pamplona frente a las aspiraciones aragonesas de reparto. Las cláusulas referentes a Navarra de este tratado del año 1151, conocido como Pacto de Tudején, fueron renovadas en mayo del año 1157 en Lérida, y en febrero del año 1158 en Nájima entre Ramón Berenguer IV y Sancho III.