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MUJER (SOCIOLOGÍA: SITUACIÓN DE LA MUJER EN EUSKADI)

Emakumearen egoera Euskadin-Situación de la Mujer en Euskadi. El primer informe oficial a nivel de comunidad autónoma es el que titula estas líneas y publicado en 1982 por Eusko Jaurlaritza. Publicamos un extracto de sus conclusiones. "Comenzamos nuestro estudio con el análisis de un período de la vida de todo ser humano en el que se desarrollan sus capacidades básicas, se configuran los rasgos esenciales de su personalidad, adquiere los conocimientos básicos y se adiestra en el uso y dominio de instrumentos y técnicas que van a permitirle una determinada adaptación al medio y el acceso a una posible acción de transformación del mismo. Esta etapa es la que coincide con la enseñanza primaria (2 a 14 años) y es en ella donde se introduce, con toda la fuerza y profundidad que lo antedicho implica, la asignación de unos determinados roles en razón del sexo. Todo lo que rodea al Sistema Educativo ayuda a este fin -medios de comunicación, tebeos, familia, entorno...- pero los elementos fundamentales del Sistema Educativo -enseñantes y material pedagógico-están perfectamente adecuados para conseguir el objetivo enunciado. Bien puede decirse, por tanto, que es aquí, en la más tierna infancia, donde todo comienza y la situación que a continuación se describe y analiza no podrá ser modificada sustancialmente mientras se mantenga la enseñanza primaria como primer gran diferenciador sexual. El primer efecto lo encontramos en los sucesivos niveles de instrucción, ya no obligatoria. Si hasta la etapa de E.G.B. el número de alumnos de uno y otro sexo se correspondían con el del conjunto de población, a partir de la enseñanza secundaria, y sobre todo en la Formación Profesional, el peso de las mujeres disminuye ostensiblemente. El desarrollo económico, los avances tecnológicos y creciente competencia están caracterizando en el mercado de trabajo una oferta de empleos que exigen una alta preparación en materias muy concretas. El abanico de posibilidades de este mercado se reduce en gran medida para las personas que abandonan su aprendizaje al terminar su escolarización obligatoria. Las jóvenes en mayor grado que sus compañeros masculinos son las que ven así reducidas muchas de sus posibilidades de actuación futura. Dando un paso más, el peso de la población femenina entre los alumnos matriculados en los estudios universitarios es aún menor del ya reducido de los niveles secundarios. Además su concentración en determinados tipos de estudios se corresponde con el papel social que se espera de ellas. De esta forma los empleos de mayor responsabilidad y mejor remunerados son aún más inaccesibles para las mujeres. Y su concentración en estudios que le dirigirán fundamentalmente a la enseñanza y a la sanidad (sobre todo en sus niveles más bajos) explica el reducido número de posibilidades con que se encontrará, y su correspondencia con las labores de educación y cuidado, características de las funciones del ama de casa. Por lo dicho hasta ahora puede deducirse que el Sistema Educativo que comienza por diferenciar a los niños y a las niñas, asignándoles un rol determinado, acaba llevando ese rol a sus reales consecuencias consiguiendo mayores abandonos del sistema por las mujeres y su asignación a ramas de estudio que les llevan a una vida profesional, si consiguen acceder a ella, auxiliar y supeditada a los hombres que, muy en su papel, ocuparán las capas directivas de la sociedad en mayor me dida. Y es el analizar la situación socio-económica diferencial de los varones y mujeres de nuestro ámbito cuando corroboramos lo anteriormente apuntado. Prácticamente todas las investigaciones sobre colectivos poblacionales centran su análisis en la actividad económica de sus miembros, y esto es así, porque la mayor parte de la vida de las personas está dedicada a la ejecución de trabajos de muy diversas características. Nosotros, con el objetivo de detectar la situación de esa mitad de la población que componen las mujeres, hemos analizado también fundamentalmente el trabajo que realizan. Entre los diferentes trabajos, unos dan a sus ejecutores el título de "activos", y otros, los no remunerados, aplican a sus realizadores el carácter de "no activos", asimilándoles al resto de población (estudiantes y jubilados, sobre todo) que no acomete ningún tipo de trabajo.

Porcentajes de población activa respecto al total por sexo
Año 1975
    Activos No activos Total
CAV

Araba

Gipuzkoa

Bizkaia

España
Varones
Mujeres
Varones
Mujeres
Varones
Mujeres
Varones
Mujeres
Varones
Mujeres
56
15
57
15
56
16
57
14
56
15
44
85
43
85
44
84
43
86
44
85
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
Fuente: Padrón de 1975 y elaboración propia.

La no remuneración a los ejecutores de estos trabajos es la característica definitoria y única de su adscripción al título de "no activos". Este tipo de labores no remuneradas sitúa a sus realizadores en una posición subsidiaria y dependiente del resto de trabajadores que llamamos activos. Por otra parte, el hecho de considerarlos no activos supone la falta de valoración social de los mismos. El colectivo que realiza el trabajo doméstico, trabajo socialmente necesario y útil de forma inmediata, se compone en un 100% de mujeres. La participación de la mujer en la población activa definida de esta forma no alcanza un tercio del total y tampoco las tasas de actividad femenina van más allá del 30%. El resto de la población femenina mayor de 16 años, exceptuando las escasas jubiladas, trabaja en lo que se dio en llamar "sus labores", es decir, en el trabajo doméstico. ¿A qué se debe esto? Por un lado a los efectos de una educación determinada y ya analizada, pero por otro, a algo que revela claramente el análisis por edades y estado civil de la población activa. Aunque las jóvenes de la C. A. V. acceden al mercado de trabajo casi en la misma proporción que los varones, al cumplir los 20 ó 21 años, comienzan a reducir radicalmente sus tasas de actividad, llegando hasta extremos, entre las mujeres de más de 30 años, de no ocuparse en este tipo de tareas ni siquiera el 15% de las mismas. Mientras tanto, los varones han alcanzado, y mantendrán hasta la jubilación, tasas superiores al 70%. Este cambio de comportamiento coincide en las edades en las que el matrimonio comienza a generalizarse. Y es precisamente la asunción de las tareas domésticas que genera el mismo, y a las que se dirigía a la mujer, la causa del abandono del mercado de trabajo. Así, comprobamos que las tasas de actividad de las mujeres solteras, sin llegar a los índices masculinos, no sufren estos cambios y evolucionan con la edad paralelamente a los mismos. En cambio la población femenina casada, prácticamente en todas sus edades, accede a los trabajos remunerados en un porcentaje situado alrededor del 5%. En el momento en que se crean por medio del matrimonio las necesidades del hogar, se produce una clara división del trabajo. Estas nuevas tareas son asumidas exclusivamente por la mujer, y esta nueva dedicación le obliga a abandonar el mercado de trabajo profesional, que se queda convertido así en mayoritariamente masculino. Pero aún hay otros motivos para explicar la baja tasa de actividad femenina. La comparación del nivel de instrucción del conjunto de población femenina y del grupo de las mismas que son activas permite apreciar que entre las mujeres con mayor instrucción la actividad está significativamente más generalizada. Esto nos corrobora la importancia de la educación (secundaria y superior) a la hora de dirigir a la población femenina hacia las labores domésticas. Cada mujer mayor de 16 años dedica una media de 27 horas semanales a la realización de las labores domésticas del hogar. Pero ésta, en el caso de las mujeres que se declaran amas de casa, asciende a 48, superior incluso a una jornada laboral profesional. La situación se convierte en preocupante si analizamos el colectivo de las ocupadas, ya que éstas llegan a completar, como media entre unas y otras actividades, jornadas de trabajo semanales de 65 horas. Además para las mujeres no existen las vacaciones y mucho menos la jubilación. Entre la población femenina mayor de 65 años, todavía, como media, la realización de las tareas domésticas les ocupa 35 horas semanales. Es evidente la dependencia a la que se ven sumidas las mujeres inactivas, pero además, en general, todas tienen unas condiciones de trabajo que sólo pueden ser admitidas con resignación. El trabajo remunerado permite, en contraposición con el no remunerado, la comparación hombre-mujer. Veamos cuál es la situación de esas 30 de cada cien mujeres que trabajan además de en el hogar en una labor remunerada y por tanto son consideradas activas. En primer lugar, se puede afirmar que el 35% de las mujeres activas tiene una jornada laboral inferior a las 25 horas semanales. Además, el 20% tiene contratos de tipo eventual, en algunos períodos del año, y el 14% trabaja en su domicilio. Estas tres circunstancias esconden siempre las peores condiciones de trabajo, muchas veces anormales y no reguladas por la ley. Los Índices que presentan las mujeres activas de la C. A. V. en empleos con estas características nos muestran que la extensión de los mismos no es significante. La proporción de mujeres en puestos directivos es mínima incluso en sectores altamente participados por las mujeres. Su peso en las categorías altas es notablemente menor que proporcional. Esta situación se da en todos los sectores productivos, en la Administración y en la empresa privada. Los sectores y profesiones en los que se concentra la población activa femenina están íntimamente ligados a funciones similares a las que son realizadas por el ama de casa, pero en este caso, superado el núcleo familiar, dirigidas a la sociedad. La mayoría de las activas trabaja en el sector servicios, y en concreto en el comercio, la Administración pública, la sanidad y la enseñanza, y en general, en puestos auxiliares o subalternos. Esta concentración en un número de ramas y empleos reducidos es otra característica del empleo femenino y redunda, aún más, en la escasez de sus posibilidades profesionales. Esta es en resumen la situación de la mujer ocupada en trabajos remunerados pero ¿qué decir del resto de la población activa, es decir, de las paradas? De forma telegráfica, su situación es peor que la de los hombres, tasas de paro 10 puntos más altas. Más de 2/5 de las paradas no han tenido una ocupación; en su mayoría están buscando por tanto su primer trabajo. Sin embargo, esta alta tasa de paro juvenil no parece influir, como en el caso de los muchachos, en un aumento de la delincuencia femenina; ésta sigue siendo mayoritariamente masculina. La chica parada tiene su salida clara, se la han inculcado desde pequeña, casarse y tener hijos. Pero ¿qué ocurre y qué piensa la mujer sobre su papel en esta sociedad? Pasemos a analizar aspectos referentes a la maternidad. En los 20 últimos años las tasas de natalidad se han reducido a la mitad en nuestro ámbito. Aunque esto de hecho supone un aumento en el control de la natalidad, los índices de utilización de métodos anticonceptivos eficaces sigue siendo bajo. Sin embargo, comparándolos con investigaciones anteriores, se advierte una línea ascendente fundamentalmente en los métodos eficaces. El bajo índice de utilización por las mujeres jóvenes y las solteras es un hecho preocupante que nos pone en contacto con las soluciones radicales como el aborto. Si bien una mayoría de las mujeres consultadas se inclina hacia su legalización es palpable igualmente que muy pocas lo consideran una solución deseable. Quedan por resaltar de nuestra investigación algunos aspectos que afectan a la mujer y que como el consumo de alcohol y tranquilizantes tiene mucho que ver con lo dicho hasta ahora. Sin tener tintas alarmantes, el consumo de estos productos es preocupante y viene a confirmar la teoría sobre el "síndrome del ama de casa". Por último, hemos estudiado algo que afecta a todas las mujeres aunque en mayor medida a las más jóvenes, las agresiones sexuales. También aquí aparecen niveles preocupantes y eso que hemos dejado fuera las palizas caseras, los chantajes en el trabajo y otras muchas. Como colofón de este análisis de la situación real está el estudio jurídico. El que lea todas las páginas de este informe podrá advertir las diferencias entre lo que la ley dice y la sociedad, incluidos los que tienen como responsabilidad directa vigilar su cumplimiento, hace. Se han dado pasos muy importantes en la legislación, ahora es necesario que se hagan efectivos. Si es así se puede decir que algún día se podrá ver una sociedad en las que las personas tengan uno u otro destino por sus cualidades o sus deseos pero no por su sexo."