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MIRANDA DE ARGA

Municipio navarro de la Ribera estellesa, Bajo Arga. Limita al norte con Berbinzana, al sur con Falces, al oeste con Lerín y al este con término de Tafalla. Regado por el Arga, que lo recorre de norte a sur, forma este río una amplia vega de huertas y regadío; bañado también por varios arroyos y barrancos, tributarios del Arga en su mayor parte. El resto del terreno es de labor, con alturas que oscilan entre los 300 m. y los 546 m. del monte Jenáriz, en el oeste, cota máxima del municipio. Destaca asimismo, en Poniente, una zona baja de pastizales. La capital, Miranda de Arga, se halla a los 1° 51' 20" longitud este (Mer. M.) y 42° 29' latitud norte, en una cota de 339 m, en la orilla derecha del Arga. Refiriéndose a su casco urbano, Otazu Ripa (Temas de Cultura Popular, n.° 314) lo adjudica en tres etapas: «Una primitiva en la que los moradores se vieron obligados a buscar un asentamiento seguro, de fácil defensa, y que cristalizó en un apiñamiento de las casas en torno a la plaza e iglesia, bajo la silueta tutelar del castillo. La villa quedó convertida en una plaza fuerte arropada por defensas naturales: barranco que corre de noroeste a sur para desembocar en el Arga y montañas que la cobijan al norte y este. Varias puertas que se cerraban todas las noches y cuyos nombres todavía perduran en la toponimia local, en verdad que sin mucha originalidad, completaban el círculo defensivo: 'Portal del Monte', 'Portalejo' y 'Portal' . La segunda etapa corresponde a la Edad Moderna. La paz y los intercambios comerciales acarrearon un mayor bienestar, que se tradujo en la ampliación y saneamiento de las casas, regularización de las calles y ensanchamiento de las plazas. Miranda, sin rebasar su atrincheramiento, se rejuveneció. La tercera etapa se inició en los años cincuenta y todavía no ha concluido. La revolución agrícola, la necesidad de almacenes más espaciosos, los avances en la modernización y confort de las viviendas, animaron a los mirandeses a 'bajar' al llano. El viejo cordón murado quedó franqueado, contruyéndose bloques de viviendas sociales, perfectamente pavimentadas, regulares, bien iluminadas, simbolizan el progreso y ponen el contrapunto a las fachadas antiguas y blasonadas. El centro neurálgico de la diversión y reuniones sociales también descendió: las entrañables tabernas del aguardiente mañanero y el vino tras el trabajo, cerraron sus puertas y se vieron sustituidas por amplios bares dotados de salones de baile».