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Mamur

Con este nombre son designados en Lesaka ciertos seres misteriosos de los que algunos hombres se sirven para lograr éxitos prodigiosos en sus empresas. El nombre Mamur, que quizá corresponde a Maimur de Leiza, se halla en área muy restringida. Fuera de ella son empleados otros nombres para designar el mismo objeto. Así, se dice Mamarro en Zarautz, también Galtxagorri "el de los calzones rojos" en el mismo pueblo, Prakagorri en gernika, Gaizkiñak en Bedia, Mozorro en Albistur, Autzek en Zenarruza, Patuek en Ibarruri, Bestemutillak en Forua o región de Gernika, Aiar "diablo" en Lapurdi y Baja Navarra, Etxejaunak en Ithurrotx, Enemigos en Abecia, Enemiguillos en Añes, Aidetikako en Sara, Ximelgorri en Abadiano.

Los Mamur son pequeños genios, de los que el hombre puede apoderarse colocando abierto un alfiletero u otro estuche sobre un zarzal en la noche víspera de San Juan. En Mungia dicen que el alfiletero hay que colocarlo en el monte Sollube; en Artxanda, según otros. En Artaza y Lacozmonte piensan que los Mamur se recogen a las doce de la noche de la víspera de San Juan. En una leyenda de Zarautz se asegura que antaño los Mamur se compraban en una tienda de Baiona por media onza de oro.

Estos genios son de forma de insectos, según creencias de muchos pueblos; de forma de hombres minúsculos de calzones rojos, según otros. Entran cuatro en cada alfiletero. En cuanto uno destapa la caja donde están encerrados, salen de ella y empiezan a girar alrededor de la cabeza de su posesor preguntándole incesantemente: "¿qué quieres que hagamos?". Y realizan rápidamente las labores que él les pida, por inverosímiles que sean. De las personas que, según se supone, hacen portentos u obras extraordinarias, como los adivinos, los brujos y ciertos curanderos, se dice que poseen mamurrak. Los llevan generalmente en alfiletero; pero en Añes creen que los llevan en el mango de una hoz; si se rompe éste, desaparecen los genios.

Un cura de Aizpuru (Orozko) lograba trasladarse a Madrid con su criada por obra de los Mamur y presenciar las corridas de toros y regresar luego al instante a su pueblo. En una leyenda de Zarautz un boyero, que apostó a que sus bueyes trasladaban la piedra de pruebas más lejos que los otros boyeros, viendo que los suyos flojeaban y estaban a punto de perder la apuesta, les colocó secretamente el alfiletero de sus Mamur en el yugo y así logró que llegaran hasta donde sus contendientes no pudieron. En la montaña alavesa es célebre Juanis, cura de Bargota, por las muchas hazañas y fechorías que realizó con la ayuda de los Mamur, como la construcción de su casa, poner en vuelo la recua de un arriero, atraer sobre una tienda de alfarero una bandada de perdices, etc. Cuentan en Ataun que, habiendo muerto un hombre de Bargota antes de pagar sus deudas, los acreedores se oponían a que su cadáver fuese inhumado mientras no fuesen liquidadas sus cuentas. Juanis de Bargota se presentó allí y prometió a los acreedores pagarles las deudas mediante entrega de unos carneros que aparecieron luego en aquel lugar. Saldadas las cuentas, el cadáver del difunto fue enterrado. Los acreedores partieron con sus carneros; pero éstos, al traspasar los límites del pueblo, desaparecieron misteriosamente. Hay personas que mantienen secuestrados a los Mamur hasta el fin de su vida; pero no pueden morir, ni suavizar ni acortar las congojas de su agonía sin antes hacerlos desaparecer o venderlos o donarlos a alguien. Cuentan en Bedia que una anciana del barrio Burtetza estaba agonizando durante muchos días. El cura que la asistía se dio cuenta de que en el lecho de la moribunda había un saquito de los Mamur; lo recogió y lo echó al fuego, donde los pequeños genios desaparecieron dando grandes gritos. Entonces murió la anciana. Estos temas de Mamur son la versión vasca de relatos y creencias que andan dispersos más allá de Euskal Herria.