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HERMANDAD

Las Hermandades, según Font Rius, son las uniones o federaciones de municipios en la Edad Media ibérica, a veces junto con la nobleza, a veces sin ella, para la obtención de fines de interés general, fundamentalmente el mantenimiento del orden público y seguridad, y también la defensa común contra las vejaciones de los señores y aun contra las pretensiones del poder público.

Las hermandades de concejos o municipios aparecen en los territorios de León y Castilla a fines del siglo XII. En un primer momento las hermandades se crean por iniciativa de los concejos y se aprueban por los monarcas. Sin embargo, éstos mantienen un cierto recelo frente a las mismas por la actuación perturbadora que ejercen en determinados casos, situándose incluso frente a la realeza. En 1370, un ordenamiento real consintió y reglamentó estas hermandades de policía, en general. Y serán los propios monarcas, ya en el siglo XV, quienes impulsen el ingreso de los concejos en las grandes hermandades de su reino.

Las primeras hermandades medievales eran temporales y se formaban para afrontar una determinada necesidad; en ellas entraba un pequeño grupo de concejos (Escalona y Segovia, Escalona y Ávila, Toledo y Talavera, a Emes del siglo XII; Segovia con Ávila, Plasencia y Escalona, a principios del XIII); o bien, todos los concejos de uno o varios pueblos, a veces incluso con la nobleza (concejos y nobleza de Galicia, León y Castilla, en 1282; concejos de León y Galicia, por una parte, y Castilla, por otra, en 1295, etc.).

Las difíciles circunstancias por las que atravesó el reino de Castilla durante los siglos XIII al XV, a causa de la minoridad de los monarcas y de las guerras civiles, acarrearon una debilidad en el poder público y favorecieron el desarrollo de las hermandades. Entre éstas las más famosas son las de Toledo y Segovia. La primera, integrada por Toledo, Talavera y Villarreal, tiene su origen en una agrupación de colmeneros de esos territorios para perseguir a los golfines o bandoleros. En un primer momento era temporal y en 1312 pasó a tener carácter de permanente. Esta Hermandad se regía por tres alcaldes de Hermandad -uno por cada concejo- y a sus órdenes estaban los mozos de escuadra. El procedimiento que seguían los referidos alcaldes era sumarísimo. La Hermandad toledana perduró hasta el siglo XVIII. En cuanto a la Hermandad de Segovia, surge en tiempos de Enrique IV y será este monarca quien impulse a algunos concejos para que ingresen en la misma. Su fin era la represión del creciente bandolerismo. En 1473 se dieron unas Ordenanzas, en las que se mencionaban los casos de hermandad, que eran la blasfemia, monederos falsos, robo en poblado y despoblado, quemas intencionadas, violaciones, homicidios en despoblado y otros delitos afines.

Mayor alcance e importancia manifiesta Font Rius, que las hermandades castellanas tuvo la Hermandad de las marismas del Cantábrico. Esta se constituyó a fines del siglo XIII y formaron parte de ella Castro-Urdiales, Santander, Laredo, Bermeo, Getaria, San Sebastián, Hondarribia y Vitoria. Los tutores de Fernando IV quisieron imponer a estas villas un tributo del cual estaban exentas, lo que dio pie, en 1296, a que se reunieran en Castro las referidas villas, constituyendo la Hermandad de la marina de Castilla con Vitoria. La actitud levantisca de esta Hermandad, frente a Castilla, en defensa de sus fueros y privilegios, se acentuó en sucesivos años, adoptando una posición de independencia, respecto al reino, reflejada en las relaciones directas mantenidas con Francia e Inglaterra, países a los que dicha Hermandad enviaba mensajeros, concertaba paces, etc. A partir del siglo XV se advierte una crisis en la solidez de la Hermandad del Cantábrico, que sufrió un golpe definitivo bajo los RR.CC., que la sometieron a su autoridad.

En el País Vasco y Gascuña, las hermandades también aparecen como uniones de municipios. Cada uno de los territorios tendió a formar una única Hermandad... Pero, todo esto es lo que vamos a analizar seguidamente.