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El cómic en el País Vasco

Si en el País Vasco la difusión regular de revistas de cómics a través de kioscos o librerías ha decaído hasta casi la extinción, con la sola excepción de productos comerciales de importación, como ha sucedido en el conjunto del mercado español, la producción y venta de cómics en títulos aparte ha sufrido también los efectos de la crisis del sector. En los años ochenta, la súbita proliferación y rápida desaparición de las revistas de cómic adulto españolas dejó suponer que habría margen de negocio para el formato del álbum que las acompañaba en otros mercados más sólidos, como el francés. Al auge momentáneo de la edición de historias completas en título aparte se sumaron por breve tiempo sellos editores vascos.

A comienzos de dicha década de los ochenta, editoriales comerciales como las donostiarras Erein (editora de Ipurbeltz) y Ttarttalo empezaron a editar cómics para adultos en formato de álbum, a veces coeditando en euskara y castellano, respectivamente, la misma obra. Pero el ámbito local de su difusión no proporcionaba un público lector lo bastante numeroso como para sostener tal intento editorial, que abandonaron al poco para editar obras ajenas al cómic. Es probable que Habeko Mik, con sus álbumes editados institucionalmente, representara una alternativa demasiado atractiva para los autores como para que la iniciativa privada compitiera con ella.

Entre los títulos de ese periodo destaca la serie de tres álbumes protagonizados por Justin Hiriart, de Gregorio Muro "Harriet" y Francisco Fructuoso, publicados por Ttarttalo entre 1983 y 1985, y La piedra dormida de José Ibarrola, editado bajo el mismo sello, en euskara y castellano, en 1985. Erein publicó el mismo año Hamaseigarrenean aidanez de Anjel Lertxundi y Antton Olariaga, adaptación al cómic de la novela del primero, en un formato más cercano al del libro, inusual en los cómics de entonces.

Un fenómeno editorial insólito lo constituyó, a comienzos de la década de los noventa, la serie Gabai, producida entre 1988 y 1990, y editada por Lur en euskara y castellano. Fue un producto de taller, colectivo: un grupo de dibujantes reunido bajo la firma Stesó -entre ellos, Juan Luis Landa, José Ángel Lopetegui, Juan Carlos Nazábal y Gastón Majarenas- puso en viñetas los guiones del prolífico Rafael Castellano, que cuentan por entregas la historia del País Vasco a través del personaje central, que revive algunos episodios representativos. El tema, de gran interés entonces para el lector vasco en general, permitió una difusión insólita para el cómic local, de más de diez mil ejemplares. También se reeditó para su distribución conjunta con un diario y con diversas encuadernaciones. Se trata probablemente de un hito irrepetible, para una obra que suma mil quinientas páginas en su conjunto, aunque su mérito narrativo o estético es más bien escaso.