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Echevarría y Rotaeche, Federico de (1979 version)

Influyente empresario y político vizcaíno, que vivió entre la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX.

Nació en Bilbao, en cuya iglesia de San Nicolás fue bautizado, el 1 de agosto de 1840, en el seno de una familia modesta: su padre era un hojalatero procedente del valle alavés de Aramayona. Se formó seguramente al calor de los negocios familiares, artesanales y mercantiles, e inició los suyos en la exportación a Ultramar, a través de la Casa de Comercio de D. Federico Echevarría, y con la instalación del teléfono urbano en Bilbao y pueblos de la ría, cuya concesión obtuvo en 1867, y cuya explotación, de la que obtuvo pingües beneficios, traspasaría años después a Red Telefónica de Bilbao, empresa de la que fue accionista.

Contrajo matrimonio, en 1869, con Felipa Zuricalday, de una conocida familia bilbaína relacionada con la fabricación de chocolate y coloniales. Tuvieron doce hijos (dos fallecieron a temprana edad): Romana, Federico Anselmo, María Victoria, Ángeles, Luis, Juan, Eugenio, Luz, Concepción, Ramón, José María y José Luis. Tras la guerra carlista (en la que combatió como Teniente del Batallón de Auxiliares, defensor de la Villa en 1874, y fue herido, lo que le valió la Medalla de los Sitios de Bilbao) se implicaría plenamente en la industrialización vizcaína.

La actividad productiva y capitalista

Así, en 1878, tras comprar y remodelar, junto con su padre y su hermano José, el caserío Recalde y otros terrenos próximos a la Basílica de Begoña, inició la construcción de un modesto taller de laminación y estampación de hojalata, ampliado después para la fabricación de calderería y baños galvanizados. Desde mediados de los 1880, la compañía Echevarría Hermanos se hizo cargo de los negocios de su padre (que falleció en 1896) y permitió a Federico impulsar nuevos proyectos: amplió la fábrica de Recalde y comenzó la fabricación mecánica de clavos de herrar, en 1886; suscribió con Frederick Siemens, en 1894, un contrato de colaboración que le permitió instalar el primer horno de acero Siemens montado en España, además de varios trenes de laminación; y, ante la insuficiencia de las instalaciones de Recalde, adquirió, en 1901, las fábricas de alambres Santa Ana, en Castrejana, que conectó a la fábrica de Recalde a través de un ramal ferroviario, y la contigua Fábrica de Hierros y Fundición Santa Águeda, en las que expandió el complejo siderúrgico, montando un taller mecánico de construcción y reparación de maquinaria.

Paralelamente, Federico Echevarría (uno de los pocos empresarios vizcaínos que no debían una parte importante de su fortuna a la explotación y exportación del mineral de hierro) participó también desde los años 1880 en algunas de las empresas más significativas de la industrialización vizcaína. En 1882, fue uno de los fundadores de Metalurgia y Construcciones de Vizcaya (comúnmente, la Vizcaya), proyectada para la producción de lingote destinado a los mercados europeos, a cuya Junta de Gobierno perteneció hasta 1892, en que dimitió tras varios conflictos con sus compañeros (en 1885, se opuso a la designación de Víctor Chávarri como gerente de la empresa; o, en 1892, gestionó para la Iberia la patente para la fabricación de acero Robert en España que había obtenido la Vizcaya). En 1888, promovió, junto a su hermano José y al empresario guipuzcoano Francisco Gotia, y con el apoyo de la Vizcaya, la fundación de la Iberia, empresa resultante de la fusión de Echevarría Hermanos y Goitia y Compañía, de Beasain, para la fabricación de hojalata. Fue también miembro del Consejo de Administración de Altos Hornos de Vizcaya, empresa nacida en 1902, como fruto de la fusión de Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero de Bilbao (empresa de la que Echevarría era accionista), la Vizcaya e Iberia. Más tarde, fue promotor y consejero de la Sociedad Española de Construcciones Babckok Wilcox, fundada en 1918.

En 1903, tras el fallecimiento de su esposa el año anterior, se constituyó la sociedad comanditaria Federico Echevarría e Hijos, que aglutinó las diversas factorías de Echevarría (en aquel momento, con 230 operarios en Recalde y 83, en Castrejana). En los años siguientes, esta sociedad procedería a la modernización de sus instalaciones fabriles; aglutinaría a otras sociedades y actividades familiares (las que operaron en el pequeño comercio de productos alimenticios y coloniales con las razones sociales Zuricalday e Hijos e Hijos de Zuricalday, y, tras asociarse con Echevarría, Echevarría, Zuricalday y Cía. y, desde 1906, Echevarría y Zuricalday, que ampliaron sus actividades al préstamo financiero); iniciaría, desde 1915, la fabricación de los aceros finos y especiales que aparecieron en el mercado con el nombre HEVA; y finalmente, se transformaría, en 1920, en Sociedad Anónima Echevarría, que capitalizaría la bonanza económica del decenio de 1920, en el sector siderometalúrgico: el número de sus obreros operarios de 780 a 1.300, aproximadamente, entre 1920 y 1930.

Además de su protagonismo en el sector siderometalúrgico, Federico Echevarría fue socio, accionista o consejero de numerosas e importantes empresas (al menos, de los sectores ferroviario, minero, papelero, eléctrico, químico y financiero), lo que pone de manifiesto su política de diversificación de sus intereses. También invirtió en la compra y especulación de terrenos, primero, en terrenos colindantes a sus fábricas, en Castrejana y Recalde; y después, en la zona del Ensanche bilbaíno (Abando, Gran Vía, Recalde, Indauchu, hasta la calle Gordóniz, a la que trasladó su residencia).

La participación en el asociacionismo empresarial

Echevarría jugó igualmente un importante papel en el movimiento asociativo empresarial que acompañó a la industrialización vizcaína. En 1886, fue uno de los organizadores de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao, a cuya primera Junta Directiva perteneció; y desde ella apoyó la creación de la Bolsa de Comercio de Bilbao, impulsó el proyecto del puerto exterior, y participó en las gestiones que condujeron a la concesión por el Gobierno de la construcción de varios buques de guerra y a la constitución de Astilleros del Nervión. Presidió la Comisión organizadora del mitin celebrado en Bilbao, en 1893, contra la política comercial liberalizadora del Gobierno Sagasta, del que surgió, el año siguiente, la Liga Vizcaína de Productores, entidad de la que fue Tesorero hasta 1905, y Presidente a partir de esta fecha y hasta su muerte. Participó decididamente en las gestiones para promover una Liga Nacional de Productores y en las llevadas a cabo para orientar la política arancelaria española hacia una dirección proteccionista. Presidió la Agrupación de Sociedades Anónimas del Norte de España, surgida en el primer decenio del siglo XX para defender a estas entidades de la política fiscal que pesaba sobre ellas. Promovió, en 1907, la Sociedad Económica de Amigos del País de Vizcaya, de la que fue Presidente, que colaboró con sus homólogas de León y Palencia, de las que fue Socio Honorario y de Mérito. Participó en el Congreso Nacional de Industrias Metalúrgicas, en 1913, del que surgió la Asociación Nacional de Industrias Metalúrgicas. Y formó parte de la Federación de Industrias Nacionales, fundada en 1923 para contribuir al fomento de las obras públicas bajo la Dictadura de Primo de Rivera, en beneficio de la "industria nacional".

Su influyente papel en estas entidades se tradujo probablemente en el liderazgo que asumió en algunas de las principales negociaciones laborales con las representaciones obreras en el decenio de 1910; y en su designación como Presidente del Consejo Provincial de Fomento de Vizcaya, constituido en 1910. Más tarde, participó también en el Consejo de Economía Nacional, organismo consultivo creado por Primo de Rivera, en 1924, para entender en todo lo relativo a la política económica española.

La carrera política

Federico Echevarría desplegó también una significativa carrera política, que inició como regidor del Ayuntamiento de Bilbao, en 1872 y 1873, y concejal del mismo, entre 1874 y 1876 (año que dimitió para optar infructuosamente a la Diputación de Vizcaya por el bando gamboíno). En el Ayuntamiento, fue uno de los primeros en reclamar la anexión de Abando a Bilbao (materializada en 1890), así como la de Begoña y Deusto (que se integrarían en 1924). Fue elegido Diputado a Cortes por Bilbao, como liberal fusionista, en las elecciones generales de 1899. Fue Senador por Vizcaya entre 1901 y 1910; y nuevamente en 1916. Entre 1918 y 1923, lo fue por la Sociedad Económica de Amigos del País de León (en realidad, por las Sociedades Económicas del Noroeste de España). Sus trabajos parlamentarios versaron sobre asuntos muy diversos: relacionados algunos con Bilbao (abastecimiento de aguas, conflictividad política, social y religiosa de la villa, renovación del Concierto económico en 1906...), cuestiones industriales (propiedad industrial, temas arancelarios y comerciales, fomento de la marina mercante...), ferrocarriles y, también, asuntos de carácter general (política presupuestaria y fiscal, ley electoral, seguros, cuestiones agrarias, expansión del teléfono...).

Así mismo, jugó un relevante papel en la política local vizcaína. Por encargo de Moret, a quien le unía una amistad personal, organizó y fue el primer presidente del Partido Liberal en Vizcaya, en 1910, que, en los años siguientes, sorteó las divergencias entre las importantes facciones canalejista y albista, gracias en buena medida a su prestigio personal; y se adscribió, tras la muerte de Moret en 1913, a la jefatura de Romanones. A comienzos de 1919, participó en la asamblea constitutiva de la Liga de Acción Monárquica, coalición de liberales, conservadores datistas, mauristas y dinásticos independientes de Vizcaya, para hacer frente al avance del nacionalismo vasco. En 1924, fue elegido presidente de El Sitio, entidad que encarnaba el liberalismo tradicional bilbaíno. Este cargo le involucró en un sonado enfrentamiento con algunas elites locales, e incluso con el régimen de Primo de Rivera, en torno a la tradicional celebración del levantamiento del asedio de Bilbao en la última guerra carlista, el 2 de mayo, que ese año conmemoraba su cincuentenario. Sin embargo, posteriormente, Echevarría jugaría un señalado papel en la política arancelaria de la Dictadura, desde el Consejo de Economía Nacional; expresaría públicamente su entusiasmo y admiración por Primo de Rivera; y recibiría de éste la Medalla de Oro del Trabajo que le concedió, en 1927, Alfonso XIII.

Aproximación a la personalidad de Federico Echevarría

Federico Echevarría (aficionado a la pintura, vocación que heredó y profesionalizó su hijo Juan) ha sido considerado como un empresario caracterizado por su talento y por su espíritu audaz, innovador y de modernidad, así como por su talante emprendedor e incluso, agresivo en algunos momentos, aunque parece predominar una estrategia de paulatina expansión y consolidación de sus empresas, sus actividades y su fortuna, así como de su prestigio social e influencia política. Fue un profesional incansable, imbuido de una ética de trabajo que encarnó en algunos de los grandes empresarios que impulsaron el despegue industrial de Vizcaya. Y una persona de singular genialidad, privilegiada salud y buen humor. Su actividad en el ámbito económico y su propia relevancia social (proyectada en su carrera política, pero también en funciones como la que pudo desempeñar en la Junta del Patronato de la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao), le fueron reconocidas a través de distinciones como las medallas mencionadas, el nombramiento de Jefe Superior honorario de Administración Civil o la Gran Cruz de Isabel la Católica, que destacaron las esquelas y necrológicas que la práctica totalidad de los periódicos de Bizkaia publicaron tras su fallecimiento, a los 92 años, el 30 de enero de 1932.

Ignacio ARANA PÉREZ (2008)