Historians

Echegaray Corta, Carmelo de (1979 version)

Biografía I. Celebrado historiador y escritor euskériko, hermano de Bonifacio de Echegaray y Corta (v.), nació en Azpeitia (Gipuzkoa), el 3 de julio de 1865, y murió en Gernika (Bizkaia), el 4 de noviembre de 1925. Murió su padre cuando sólo contaba quince años y se hizo cargo de él un tío residente en Santander, que lo llevó a la capital montañesa. Vistas las sobresalientes condiciones de inteligencia que demostraba el joven, hizo su tío, comerciante austero y sesudo, que se matriculase en el Instituto fundado por don Mateo López Carvajal y patrocinado por el Ayuntamiento santanderino, donde estudió las asignaturas de lengua inglesa y economía política en el curso de 1881-1882, y la de lengua francesa en el siguiente. Desaparecido, empero, en breve su tío protector, víctima de reveses de fortuna y de una crisis cardíaca que lo llevó al sepulcro, Carmelo, desamparado, hubo de volver a Zumaia para buscar cobijo en el seno de su familia. De esta forma se le cerraron al futuro cronista de las Provincias Vascongadas todas las posibilidades para llevar adelante sus estudios bajo la guía de los centros de enseñanza, constituyendo el suyo un ejemplar caso de autodidactismo, tan meritorio como fecundo. Para esas fechas Carmelo se había iniciado ya en las actividades literarias, siendo sus primeras manifestaciones unas poesías euskérikas en las que da rienda suelta a su nostalgia, cuando, a la muerte de su padre, ha de alejarse del solar guipuzcoano. Varias de estas composiciones aparecieron en las páginas de "Euskal-Erria" a partir de 1882, en que Manterola lo presentó al público. En este mismo año de 1882 comenzó Carmelo a enviar sus trabajos a los certámenes literarios, consiguiendo numerosos premios en éste y en los años sucesivos. Avalado por estas manifestaciones tempraneras de su valía y con el apoyo de varias personas que conocían la situación precaria de su familia, pudo al cabo Carmelo encontrar colocación en las oficinas de la Diputación de Gipuzkoa, siendo de buenas a primeras encargado de "la formación de un archivo manual". Redactó el catálogo de la biblioteca, ordenó más de ocho mil expedientes de Secretaría, separó e inventarió las obras duplicadas...; pero he aquí que, a fines de 1885, un incendio vino a destruir en su totalidad el archivo manual que había formado. Se le encargó entonces de llevar el registro general de la Secretaría y de cuidar de la biblioteca, siendo ascendido en 1891 a la categoría de oficial de Secretaria. Estas ocupaciones dejaban amplio margen de tiempo a Echegaray, que lo empleaba para modestas investigaciones históricas. En vista de su afición y aptitudes para los estudios históricos, la Diputación le encomendó una labor de exploración en los archivos y bibliotecas de la Corte. Desde fines de enero de 1892, y bajo la guía de Aureliano Fenández-Guerra y Orbe, Echegaray examinó los códices que se custodian en la Biblioteca Nacional y los Manuscritos, especialmente la Colección Vargas Ponce, de la biblioteca de la Academia de la Historia; realizó también detenidas investigaciones en la riquísima biblioteca de El Escorial, siempre a la caza de documentos relacionados con la historia del País Vasco. Como fruto de estas concienzudas pesquisas, salió su primer libro, Investigaciones históricas referentes a Guipúzcoa, publicado por la Diputación de esta provincia en 1893. Dos años después veía la luz pública otra obra de gran aliento: Las Provincias Vascongadas a fines de la Edad Media. Ensayo histórico (San Sebastián, 1895, 496 páginas), que cimentó la reputación de Echegaray en el campo de los estudios históricos. En vista de las aptitudes excepcionales que mostraba para este tipo de estudios, y bajo la iniciativa de la Diputación vizcaína, se pensó en relevarlo de los trabajos de oficina, a fin de que pudiera dedicarse libremente a los trabajos de investigación: es así como en 1896 fue nombrado, por unánime acuerdo de las tres Diputaciones de Gipuzkoa, Bizkaia y Álava, cronista de las Provincias Vascongadas, con cuyo motivo trasladó su residencia a Gernika, donde había de sorprenderlo la muerte. La misión que se le encomendó, en calidad de cronista de las Provincias Vascongadas abrazaba los siguientes extremos: informar a las Diputaciones en asuntos de carácter histórico vasco; proponer los medios conducentes a la mejor organización de archivos y bibliotecas; consagrarse a estudios históricos relacionados con el país (para cuya presentación, empero, no se le asignaba plazo, como es natural); ejercer la alta inspección de la biblioteca donada a la Diputación de Bizkaia por los herederos de don Fidel de Sagarminaga. Echegaray se mostró escrupuloso en el cumplimiento de cada uno de estos cometidos. Ahora bien, si no resulta fácil saber hasta qué punto llegó en su deber de informar a las Diputaciones en asuntos de carácter histórico vasco (consta, sin embargo, que fue enorme su labor redactando documentos oficiales, preparando informes, buscando antecedentes, levantando actas...), diversos escritos y memorias impresas pueden dar fe del cariño y constancia con que se preocupó de la organización de los archivos y de llevar adelante las investigaciones históricas relativas al país. Si la Memoria presentada a la Diputación de Guipúzcoa sobre reorganización de archivos (San Sebastián 1891, 23 páginas) precede a su nombramiento como cronista, fueron varios y valiosos los trabajos que destinó al tema a raíz de 1896. En 1898 dio a las prensas en Donostia-San Sebastián Archivos municipales de Guipúzcoa. Orden en que han de ser arreglados y sistema definitivamente adoptado para la organización de los mismos; unos años más tarde presentaba a la Diputación guipuzcoana la memoria Los archivos municipales como fuentes de la historia de Guipúzcoa (San Sebastián, 1905, 69 páginas); seguía en 1919 el Informe acerca de los documentos referentes a la historia vasca que se contienen en Archivos públicos (San Sebastián, 19 páginas); en 1929 publicó el Indice de documentos referentes a la historia vasca que se contienen en los Archivos de Brujas (San Sebastián, 284 páginas); en 1931, un Inventario del Archivo de Avellaneda. Documentos impresos y manuscritos procedentes del Antiguo Archivo de las M. N. Encartaciones de Vizcaya, que estuvieron custodiados en la histórica Casa de Juntas de Avellaneda, de donde se trasladaron en 1879 a la Casa Consistorial del Consejo de Sopuerta (Bilbao, 15 páginas); y todavía habría que dejar constancia de varias colaboraciones en revistas, como las de "Euskal-Erria" en 1897 (t. 36, páginas 444-446) y 1898 (t. 38, páginas 499-502), sobre los archivos de Gernika y del Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián, respectivamente. Al lado de las tareas de organización de los archivos del país, Echegaray dedicó una atención preferente a los trabajos de investigación histórica, que constituían su objeto de predilección.