Concept

Dictadura de Primo de Rivera

Cuando Primo de Rivera se erigió en dictador en septiembre de 1923 manifestó claramente sus propósitos de acabar con la "vieja política" y de regenerar por completo la vida pública española. Medidas como la destitución de todos los Ayuntamientos, la disolución de las Diputaciones provinciales y la creación de la figura del delegado gubernativo se proponían destruir las caducas estructuras caciquiles. Los Ayuntamientos fueron constituidos por vocales pertenecientes a la Junta de Asociados de los mismos compuesta bien por personas que presentaran título profesional o fueran industriales, o bien, en su defecto, por los mayores contribuyentes. Los concejales eran completamente desconocidos en la vida política: son los hombres nuevos tan ansiados por Primo. Esto no quiere decir que no entraran en los nuevos consistorios políticos relacionados con el antiguo régimen.

En Euskal Herria la medida fue acogida con sorpresa y los representantes de las Diputaciones vascas procuraron por todos los medios la excepción del decreto de disolución. Entrevistados con Primo, admitieron el R.D. a cambio de obtener garantías de su régimen especial. Durante la Dictadura sufrieron numerosas renovaciones con el fin de lograr unas corporaciones municipales lo más adictas posibles al gobierno. En enero de 1924 fueron disueltas todas las Diputaciones provinciales, excepto las de Álava, Guipúzcoa, Navarra y Vizcaya. Este decreto fue recibido favorablemente y confirmado cuando en julio de 1925 se prorrogue la duración del cargo de los diputados provinciales elegidos en 1921. Sin embargo, y al igual que ocurriera con los consistorios, en las sucesivas renovaciones el gobierno jugaría un papel determinante configurando corporaciones provinciales adictas.

La función de los delegados gubernativos es doble; por un lado destruir los vestigios de la política anterior a septiembre de 1923; y por otro, y de acuerdo con la progresiva estabilidad del régimen, encauzar la construcción de la nueva política regenerada que pretendía Primo de Rivera. Para ello realizaban una inspección y control de los Ayuntamientos y organismos judiciales locales; informaban a los gobernadores; intervinieron en la creación y organización, a nivel local, de la Unión Patriótica, etc. Son cargos militares que desempeñan su función en los distintos partidos judiciales, aunque posteriormente su número disminuyó. Fueron muy criticados al caer la Dictadura por su absoluto control de la vida municipal.

En abril de 1924 el Directorio creó el partido Unión Patriótica; Primo pretendía que todas las personas de buena voluntad y orden aglutinaran esta formación. Los delegados gubernativos serían, bajo la atenta vigilancia de los gobernadores civiles, los encargados de fomentar la afiliación y la posterior constitución de comités locales, provinciales, etc. En Euskal Herria la Unión Patriótica atravesó serias dificultades de organización debido a la importancia de la implantación de fuerzas políticas muy vinculadas en la zona y al hecho, cada vez más inequívoco, de la notoria dependencia de este partido del Gobierno central y al deseo de no identificarse con unas siglas cuyas perspectivas no resultaban claras. En su seno militaron carlistas, integristas, conservadores provenientes de la vieja política junto con los "hombres nuevos", sin trayectoria política anterior, pero que adquirirían una importancia clave en este régimen. Mientras que en Vizcaya los roces entre la UP y la Liga de Acción Monárquica fueron frecuentes por el control del poder local y provincial, en el resto del País Vasco dominaron los puestos fundamentales de la administración, cosa no extraña si tenemos en cuenta que para ocupar todo tipo de cargos era necesario inscribirse en la Unión Patriótica. En cuanto a la afiliación es preciso señalar cómo en Álava, por ejemplo, la mayor parte de sus afiliados son de los pueblos, mientras su número en la capital es escaso. Otro hecho relativamente frecuente consiste en presentar las listas de afiliados de muchos pueblos demasiado completos mientras que en otros no figura absolutamente nadie. Y es que, en el fondo, la Unión Patriótica, con su carácter confuso y contradictorio, sirvió a la postre no como una fuerza ciudadana capacitada para la creación de una nueva política sino como una agrupación de propagandistas dispuestos a ensalzar la actuación del dictador.