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Centroamérica

Entre los navarros que se distinguieron en la colonización de América, figura por derecho propio, aunque haya sido injustamente olvidado, don Diego de Artieda Cherino, fundador del Nuevo Reino de Navarra en el territorio de la actual República de Costa Rica. El capitán Artieda, propuso al rey Felipe II el descubrimiento y población de aquel país, y aceptado su ofrecimiento se firmaron las capitulaciones correspondientes, en El Pardo a 1.° de Diciembre del año 1573. En virtud de dichas capitulaciones, Artieda se comprometió a lo siguiente: gastar 20.000 ducados de su hacienda en el descubrimiento; fletar y artillar tres navíos, dos de alto bordo y el otro una acabra, fragata o carabela suficiente para la navegación, teniendo entre todos de porte 450 toneladas o más; llevar en ellos además de la marinería, 200 hombres (por lo menos, 20 de ellos casados) prácticos en diversos oficios, con armas y provisiones para subsistir un año; también había de transportar en el plazo de tres años a la nueva colonia 1.000 vacas y 400 ovejas.

El territorio señalado para la empresa de Artieda, se extendía desde las bocas del Desaguadero (desembocadura del río San Juan) hasta los confines de Veragua en el mar del Norte, y luego tierra adentro hasta la mar del Sur donde debía ocupar desde el límite de Nicaragua hasta Veragua, teniendo obligación de fundar por lo menos tres ciudades. La expedición debía de estar preparada para el mes de enero de 1574 y el plazo para la pacificación de los territorios y la fundación de las ciudades era de tres años. Por su parte, el Rey concedía al capitán Artieda licencia para reclutar y armar en sus reinos los 200 hombres que había de llevar consigo, nombrar oficiales, enarbolar banderas y tocar pífanos y tambores para publicar la jornada, pudiendo castigar con pena de muerte a los que se apartasen de su obediencia.

En Costa Rica se le concedía la capitanía general y gobierno, por toda su vida y la de un hijo o sucesor, el alguacilazgo mayor, la gobernación de Nicaragua y Nicoya, por cuatro años; facultad para hacer reparticiones y conceder terrenos a los pobladores, hacer repartimientos de indios, dividir los territorios, nombrar autoridades y demás facultades anejas a su cargo. Del oro que se encontrase, pertenecía al Rey el diezmo en lugar del quinto acostumbrado. Finalmente y para el caso de realizarse satisfactoriamente la empresa, se le prometía a Artieda un título de marqués. Aparte de esto se entregaron al nuevo conquistador unas minuciosas instrucciones conteniendo lo que debería hacer en Costa Rica. Provisto de sus patentes, comenzó Artieda sin demora a reclutar gente para la empresa.

En Pamplona se le unieron nueve compañeros, a saber: su hijo Juan de Artieda, de 17 años, Joan de Aguirre, Joan Cruzat, Joan de Goñi, Joan de Mongelos, Antonio de Gúrpide, Andrés Ruiz de Esparza y Adriano de Gorraiz, naturales de la ciudad, y Pedro de Mendióroz, natural de Galdúroz. En su compañía se dirigió a Madrid a primeros de enero de 1574 y de allí hacia el sur, con bandera levantada, a son de pífanos y tambores, pregonando la jornada de Costa Rica, de palabra y con bandos, en Toledo, Plasencia, Andújar, Córdoba, Ciudad Real, Ubeda, Baeza, Villanueva de los Infantes, Talavera, Carmona, Trujillo, Cuenca, Corral de Almaguer y otras muchas ciudades y pueblos, pasando grandes penalidades y siendo muy dificultoso el reclutar con tanta prisa gentes peritas en diversos oficios, y sobre todo matrimonios.

Sin completar su hueste, se dirigió a Sevilla, al objeto de adquirir los navíos para realizar el viaje. Pero aquí surgieron nuevas dificultades. Se había recrudecido la guerra de los Países Bajos y el Rey, para atender las necesidades de aquella campaña, ordenó el embargo de todos los barcos fondeados en los puertos de Sevilla, Cádiz, Sanlúcar y Puerto de Santa María. Al propio tiempo se prohibió reclutar gente si no era para la jornada de Flandes. Todo ello determinó que Artieda se viera en la imposibilidad de adquirir embarcaciones y que gran parte de sus soldados le abandonasen para irse a Flandes o volverse a sus casas. No se desanimó por ello, y en el mes de junio alzó de nuevo pendones en Sevilla y recogió la gente que tenía alojada por los pueblos. Compró en Sanlúcar de Barrameda una urca y en el Puerto de Santa María dos navíos ingleses, pero el factor Francisco Duarte, cumpliendo inexorablemente las órdenes reales, le prohibió hacer uso de aquéllos, por más que alegase Artieda que también eran para el servicio de Su Majestad. Después de múltiples incidencias y gestiones, llegó por fin, el día 26 de marzo de 1575, la ansiada autorización para la partida. Diego de Artieda, había adquirido nuevamente dos navíos y un patache, en los cuales, previo alarde y revista ante las autoridades, embarcó a las trescientas personas que había conseguido reunir. Y el día 5 de abril siguiente, zarpó de Sanlúcar incorporado a la flota que, mandada por Diego de Maldonado, tomó el rumbo de Nueva España.

Pocas noticias tenemos de las andanzas de Artieda desde que salió de España. Solamente sabemos que, en noviembre de 1577, partió de Granada, en Nicaragua, con tres navíos y una lancha armada, a su costa, en busca de los ingleses luteranos que salteaban las costas del mar del Norte sinencontrarlos. Llegó a las Bocas del Drago en la Bahía del Almirante el día de la Concepción y subió por el río Guainí hasta dos leguas y media, donde desembarcó asentando sus reales, con acuerdo de sus capitanes y soldados. Pareciéndole aquel buen paraje para fundar una ciudad, lo comunicó así a los que le seguían y lo llevó a efecto, fundando, en nombre de Su Majestad, la ciudad de Artieda del Nuevo Reino de Navarra, y al río le puso el nombre de río de Nuestra Señora de la O del Valle de Guainí.

En señal de verdadera posesión tomó Artieda un alfanje y dio con él cuatro golpes en un árbol situado en el lugar destinado a plaza, diciendo: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. A continuación se dirigió a los soldados presentes, diciéndoles estaba dispuesto a dar solares a los que quisieran avecindarse en dicha ciudad. Poco tiempo después la ciudad se hallaba ya poblada y tenía su cabildo o Ayuntamiento y escribano, mas parece ser que la falta de recursos del país, unida a la hostilidad de la Audiencia de Guatemala, determinaron más tarde su abandono. El 23 de febrero de 1578, Artieda envió a su capitán Francisco de Pavón con gente de armas para que explorase las tierras arriba del río Guainí.

A tal efecto recorrió aquél nueve leguas y media hasta descubrir un valle de milperias (tierras de maíz) y pufibais con abundantes bohios o cabañas y donde le salieron indios de paz. Tomó posesión de él a ambos lados del río en nombre de Su Majestad y del Gobernador de Artieda, poniéndole por nombre Valle de los Pufibais y del Val de Roncal. Por último Artieda pasó a la. banda occidental y cerca del Pacífico a orillas de un río pequeño, fundó la ciudad de Esparza en el año 1578, ciudad que todavía existe en la actualidad con el nombre de Esparta. La conquista de Costa Rica había sido ya 'realizada por los gobernadores que precedieron a Artieda, desde los tiempos de Vasco Núñez de Balboa hasta Juan Vázquez de Coronado y Per Afán de Ribera sus inmediatos antecesores. Por este motivo su labor fue de colonización y población del territorio.

A ella se dedicó, gobernando durante 14 años el Nuevo Reino de Navarra, donde estableció la división territorial y administrativa que duró hasta la independencia de aquel país. Llevó religiosos que predicasen la fe cristiana a los indios, fundó los pueblos referidos y habilitó para la navegación el puerto de Calderas. En su tiempo -dice Ispizua- se comenzó a sembrar trigo, y fue el primero que construyó un molino para molerlo. Durante su mando hubo también de aprestarse a defender las costas de los ataques del pirata Drake, que hizo su aparición en la isla del Caño apretando un navío español que iba de Nicoya a Panamá. El éxito económico no debió responder a los esfuerzos desplegados por el Gobernador y a las esperanzas puestas en las riquezas de aquellas tierras. Artieda falleció oscuramente en Guatemala con cuya Audiencia había tenido dificultades. Y de los nombres navarros puestos por él con tanto cariño, en sus dominios sólo subsiste el de Esparza, y aún ese desfigurado, y discutida su fundación por algún autor que la atribuye a Diego de Anguciana.

PGM

Juan de Amezquita. El día 22 de setiembre de 1625 los piratas holandeses desembarcan en Puerto Rico y se apoderan de la isla. Sus habitantes huyen a los bosques. Sólo resiste el capitán Juan de Amezquita, encerrado con 600 hombres en el Morro. El 12 de octubre contraataca con manifiesta inferioridad numérica. Los habitantes de la isla, obedeciendo las órdenes secretas de Amezquita, secundan su acción atacando con palos y piedras. Derrotados los holandeses, son arrojados de la isla. La victoria de Juan de Amezquita quedó perpetuada con el monumento que se elevó en San Juan, en el campo del Morro.

Antonio de Echeberz Subiza; Tomás de Narvarte. En 1680, siendo Narvarte presidente de la Audiencia, Echeberz fue nombrado alcalde de hermandad En 1685 es alcalde ordinario de la ciudad de Panamá. En 1686 se halla en la defensa de Puerto Perico contra los piratas, como capitán y alcalde de dicha ciudad y su provincia. Según testimonio de Tomás de Narvarte, de Zubieta, Navarra, Echeberz había socorrido a Panamá varias veces con todo género de bastimentos. En 1680 Narvarte era presidente de la Audiencia de Panamá. En esta época residía también en Panamá Antonio Joseph de Lasaga, vuelto a España en 1691.

José Santos Zelaya. En 1687 el gobernador de Jamaica había declarado protectorado británico la parte nicaragüense llamada Costa de los indios Mosquitos. En 1786 Inglaterra reconoció los derechos de España. En el último decenio del siglo XIX el general José Santos Zelaya expulsó al pretendido Rey de los Mosquitos, recuperando el territorio para Nicaragua.

Pedro de Echebertz. El 2 de diciembre de 1724 llegó a la presidencia de la Capitanía General el navarro Pedro de Echeberz y Subiza. El historiador guatemalteco Domingo de Juarros ataca duramente su actuación, no teniendo en cuenta sus grandes obras. Alfonso de Otazu en su obra Hacendados navarros en Indias, siguiendo a Juarros, aventura también juicios deshonrosos. Hasta insinúa un descabellado parecido con Andrés de Ustariz, gobernador de Chile. Echeberz tuvo desavenencias con varios de sus ministros. Fue el fundador de la Cofradía de Nuestra Señora de Aránzazuen Guatemala. Levantó a su costa el Monasterio de Santa Clara. Estuvo casado en segundas nupcias con doña Rufina de Artunduaga. Murió en Guatemala el 25 de diciembre de 1733. Fue enterrado en la iglesia de la Compañía de Jesús.

Batalla contra los ingleses. Vicente Fermín González de Bassecourt, navarro, nacido en Pamplona, en 1721. Siendo capitán de navío embarca para América, como comandante del navío Aquilón, formando parte de la escuadra que mandaba el marqués del Real Transporte. Se hallaba en La Habana el 2 de junio de 1762. Una poderosa escuadra inglesa atacó La Habana. Este capitán navarro se distinguió en la defensa del Morro. Al morir el gobernador de la fortaleza Luis Vicente de Velasco, González de Bassecourt se hizo cargo del mando, muriendo heróicamente, el día 30 de julio de 1762, al frente de lo más granado de sus oficiales. Una medalla conmemorativa, de la batalla, presenta en el anverso los perfiles de Velasco y González Bassecourt.