Poets

Basterra y Zabala, Ramón de

El escritor José María Salaverría (1930) aseguró, refiriéndose a la peripecia de Basterra, culpa a Bilbao de ser "un cementerio de hermosas inteligencias malogradas". Es cierto que un hombre que muere tan joven no deja de ser una inteligencia malograda, pero Basterra fue un intelectual que estuvo muy atento al discurrir de las ideas en el continente europeo de su tiempo. Es bien cierto que no tuvo su personalidad eco en la sociedad de su tiempo, pero sí tuvo Basterra influencia en el grupo de intelectuales que trató en Bilbao. Basterra viajaba a Alemania y explicaba de regreso, en largos paseos peripatéticos, a sus contertulios el discurrir del pensamiento. Su colega Zuazagoitia resalta aquellos momentos cuando el escritor volvía de Alemania, "con la tiesura de una aprendiz de Goethe, soñando en aclimatar un pequeño Weimar al socaire de Archanda".

Pero en Bilbao no se daban las condiciones para crear una república de élite intelectual, como el propio Basterra explicará, con añoranza evidente, en su ensayo Los Navíos de la Ilustración (1925). En este ensayo, uno de los libros más ambiciosos de Basterra, publicado en Caracas, hace una vindicación expresa de lo que supuso para el País Vasco la floración del librepensamiento de la Enciclopedia, a propuesta de Munibe. "Weimar -escribe Basterra- es uno de los lugares, medio campesino, medio ciudadano, en que más se vivió el ideal de la Ilustración del siglo XVIII", añadiendo: "El Pirineo español tuvo su Weimar en la villa de Azcoitia".

Además de esa querencia por la cultura romana, Basterra fue un intérprete y difusor de las ideas de Spinoza. Lo prueba, entre otros, un testimonio de Juan Ramón Jiménez (1935), que resalta cómo el escritor vasco tenía un conocimiento crítico de la filosofía:

"En 1913, cuando vivíamos los dos en la primera Residencia de Estudiantes [Madrid], Ramón de Basterra me dejó un ejemplar de la "Ética" de Spinoza, comentado todo por él con rayos, espadas, flechas, expansiones lineales. El libro, con su dinámico halo, parecía un sol del norte en la mañana. Ramón de Basterra tenía en sí un alto poder oriental, como el sol de la mañana. Era también excesivo y secreto. No se podía con él. Este es mi mejor y más cariñoso elogio a su memoria".

Este testimonio prueba la apertura a todo conocimiento que tenía Basterra, pues, aunque su poesía, formalmente, tendió siempre a imitar la hechura clásica de maestros como Quevedo, también estuvo atento al discurrir de las vanguardias, como lo prueba alguna de sus composiciones, como la titulada "Pyrenaica", un letrismo compuesto a pluma, de estética muy original, aunque el contenido, como en la mayoría de sus escritos, es una constante aspiración neorromántica a cierta elevación del espíritu hacia las cumbres de la ensoñación.