Musicals

Baile

Desde el baile más rural al de las plazas de barrios, pueblos y ciudades, el ámbito de los bailes vascos o importados y asimilados es la comunidad vecinal entera, completa.

Cuando el baile tiene lugar en las campas de las ermitas y santuarios, con motivo de romerías, se convierte ya en una congregación de gentes procedentes de la población diseminada (caseríos) y de los diversos lugares comarcales. Un ejemplo característico es Urkiola a donde solía ir Gayarre a bailar. Estos bailes son públicos, para el público y en público, al aire libre o en atrios cuando llueve, aunque frecuentemente se han solido ver bailar hasta con paraguas.

Los bailes de local cerrado, introducidos paulatinamente, fraccionan en mayor o menor grado a la comunidad, con separaciones ya de tendencia clasista: bailes de sociedad, bailes oficiales y otros bajo la base de la invitación o bien bailes pagados, de tipo comercial, de índole particular, todavía más atomizados. Ámbito y estructura están muy ligados.

Comparados los bailes colectivos y la mayoría de los importados recientemente salta a la vista la característica ya apuntada antes: unidad colectiva, única, en continuo hacer y deshacerse en unos y multiplicidad de parejas, sueltas, en los otros. En estos la unidad es la pareja y el total de parejas concurrentes a un baile no tiene otro apoyo de unidad que la música, que es común. En el baile antiguo de los vascos, el pueblo está unido, no solamente por el ritmo del tamboril y la melodía del txistu, sino por los nexos de ejecución y de comunicación viva, de la alegría común. En el segundo caso, el pueblo, aunque el baile sea en la plaza, está disgregado en parejas, sin nexos ejecutivos interdependientes ni comunicación coadyuvante. Entre la multitud de parejas y la cúspide musical que dirige el baile solamente existe el vacío. En los bailes antiguos el público cantaba con la música. El estructuralista sabe a qué atenerse y sabe también que las propiedades de las estructuras acéntricas (parejas) no son las mismas que las de la estructura compleja y única, céntrica y comunitaria de todo el grupo ejecutante. En el aurresku la complejidad es todavía mayor a pesar de la aparente sencillez, porque combina lo comunitario (desfile, cuerda, arco) con la ejecución individualizada hasta cierto punto, competitiva, ante cada muchacha y esto sin añadir los secretos resortes anímicos que el hombre de "multitud" no puede ni vislumbrar.

Algunos bailes, bastantes, de los llamados cultos, también están dotados de estas tendencias. Planteado así el problema del baile como choque de dos actitudes y creaciones de distinta complejidad y sentido, no es extraño que el encuentro de opiniones estallara. Y es indudable que entre el jesuita P. Mendiburu, clamando contra toda clase de bailes y tamboriles, y el también jesuita P. Larramendi, apologista del baile vasco, este último es el hombre que encarna al país y no aquél.

Los bailes de sociedad ya gozaban de favor en la Francia del s. XVI y en el siglo siguiente Luis XIV era un apasionado del baile. Que Euskalerria siguió siempre bailando, no cabe duda. En el s. XVIII estaba de moda en Francia el baile llamado chacona, al que se le atribuía procedencia vasca.

WIZ