Concept

Agote: etnología e historia

A partir de la segunda mitad del XVIII las relaciones con los vecinos van a ir normalizándose de forma muy paulatina y desigual según localidades. Comienzan a registrarse matrimonios con no agotes, que ya antes aparecían como testigos en bodas o testamentos, o apadrinando a sus hijos. Agotes y no agotes se conceden y solicitan préstamos mutuamente. Algunos van dejando el oficio de carpintero a medida que adquieren casas, bordas, tierras de labor, bosques y prados, rebaños de vacas y ovejas, equiparándose al modo de vida de la mayoría de los vecinos. Van construyendo nuevas viviendas cada vez más alejadas de sus núcleos originales, hasta acabar mezclándose con las de los vecinos. Otros muchos se dispersan por localidades donde el rastro de agotes prácticamente había desaparecido.

La Revolución Francesa acarreó una serie de hechos que favorecieron la integración a lo largo del siglo XIX. La propia revolución permitió que los agotes destruyeran documentos que los señalaban como tales. La incorporación masiva al ejército junto al resto de vecinos supuso una igualdad real de trato y oportunidades hasta entonces inexistente, y algunos llegaron a ocupar altos cargos militares y administrativos. Se impuso la escuela obligatoria y laica sin distinciones y comenzaron los grandes flujos migratorios a América y a las ciudades, donde ejercía nuevos oficios: médicos, maestros, aduaneros, etc. En suma, según iban desintegrándose los fundamentos económicos, sociales y políticos del Antiguo Régimen, el fenómeno se fue reduciendo al recelo hacia ciertos barrios o familias en el ámbito más rural.

La implantación tardía y deficiente del Estado Liberal al sur de los Pirineos provocó un retraso de prácticamente un siglo en la igualdad de los agotes de Baztan. Todavía en 1842 el Tribunal de Pamplona dicta sentencia para que los de Bozate no sufran desigualdad de trato en la parroquia de Arizkun, pero seguirán relegados al fondo de la iglesia hasta principios del XX, y hasta mediados del mismo siglo los de este barrio no participaron con total normalidad en las fiestas, cuando hacía décadas que en el resto del valle la palabra agote era poco más que un recuerdo. La rápida depreciación social y económica del caserío, proporcional a la favorable consideración de los trabajos mecánicos y asalariados, a los que tradicionalmente se habían dedicado los agotes, contribuyó a su plena integración.