Concept

Socialismo

Su concepción materialista de la historia no empezó a ser pergeñada hasta la elaboración de La Ideología Alemana, cuya redacción inició con Engels a finales del verano de 1845. En sus escritos precedentes pueden rastrearse otro tipo de intereses dependientes de las influencias recibidas en su familia o en la escuela, o en los gustos intelectuales habituales en el hogar de su esposa. Un cambio sustancial en su ideario se produjo durante su estancia en Berlín en 1836 donde se produjo su encuentro con el hegelianismo, considerado, con razón, como el paso intelectual más importante de su vida, pues, más allá de las críticas a la dialéctica idealista de Hegel, reconoció la validez de este método de análisis. Hegel había configurado el ser humano desde la troncalidad de la razón, lo que le sirvió de inspiración en la construcción del mundo real. Al significar el desarrollo del Espíritu, esto es de la mente, asignaba a ésta la capacidad de lograr el conocimiento absoluto en un ámbito en el que la historia y la filosofía no eran materias ajenas. El hombre podía conocer el recorrido de la conciencia humana hasta la fase de la autoconciencia, o lo que es lo mismo era capaz de saber y analizar el mundo, dotándose en consecuencia de capacidad para organizar su actividad conforme reconociera en el mundo las fases de la propia razón. En la identificación del espíritu humano que se mostraba en cada fase sucesiva eran perceptibles los elementos de la fase previa y su superación, esto es, Hegel incidió en el peso de la negación como tensión dialéctica inserta en el estado presente de las cosas y su futuro acaecer.

Marx participó con los neohegelianos en la lectura que algunos de ellos habían hecho de la filosofía de Hegel, secularizándola, forjando la crítica de la religión, de la política y la sociedad. Para esta última cuestión Marx tuvo un enlace importante con el mundo real del trabajo en su colaboración periodística en la Rheinische Zeitung, donde se enfrentó a agudas cuestiones sociales como los delitos por robo de leña o la miseria de los viticultores de la zona del Mosela; en torno a ellas las cuestiones económicas se le mostraron con una relevancia indiscutible. A partir de entonces fundamentó su crítica al sentido metafísico del hegelianismo y del neohegelianismo basándose en un conocimiento detallado de los autores socialistas franceses y de la historia de la revolución francesa; en cuanto a la crítica de la religión encontró en Feuerbach, neohegeliano influyente en Marx en esta época, ideas sustanciosas que le llevaron a sostener el origen del pensamiento en el ser y no a la inversa, o sea, ubicando la idea humana de Dios en la proyección de los deseos y capacidades de los hombres. De manera similar, la primacía que Hegel daba al Estado en cuanto manifestación objetiva de la conciencia humana, la organización social de mayor rango, el medio único que podía suministrar la libertad real y efectiva al hombre, la invirtió Marx dando importancia al pueblo y a la persona como creadores de las instituciones y del estatus de libertad, invirtiendo la primacía otorgada en la filosofía hegeliana a la Constitución y al Estado. La influencia del humanismo de Feuerbach es manifiesta en su trabajo crítico, inédito entonces, sobre la filosofía de Hegel.

Su colaboración en los Deutsch-französische Jahrbücher fue un poco más allá en la crítica del Estado en cuanto sancionador de derechos individuales que, sin embargo, no eran derechos del hombre sino los de los individuos atomizados que componían la sociedad burguesa. Consciente de la escisión entre el ser comunitario y el ser privado que buscaba el interés individual característico de la modernidad, esto es, de la sociedad capitalista, el ideal de emancipación humana de Marx se dirigía a la desaparición de dicha quiebra lo que implicaba realizar la crítica a la religión, al Estado y a la sociedad que la hacían posible en cuanto conciencia que tergiversaba el mundo. La crítica y superación de la filosofía política acorde con el momento permitiría abordar perspectivas para el futuro desarrollo social que acabara con todas las formas de esclavitud y asentara la emancipación de la sociedad en su conjunto. Marx encontró en el proletariado aquella clase social necesaria para el fin que él se había propuesto en cuanto que la emancipación de la clase obrera era inseparable de la del resto de ámbitos sociales, dándole con ello un papel universal. El importante peso que la política tenía en su argumento, sin embargo, no le impidió ver su insuficiencia de cara a ofrecer un análisis global de la realidad. Tras su encuentro con Engels y su consiguiente interés por la economía, sus reflexiones dieron como fruto el escrito de 1844, inédito también durante décadas, Manuscritos económico-filosóficos.

En los Manuscritos se realizaba la crítica de la economía clásica y reconocía los aportes y limitaciones de Adam Smith y David Ricardo, además de incluir un escrito sobre el trabajo enajenado; la superación de ese carácter del trabajo lo situó en lo que entonces entendía por comunismo y por hombre comunista, un hombre de existencia social o "total", no enajenado. Una parte del texto la dedicó a la crítica de la filosofía de Hegel sin menoscabo alguno para la admiración e importancia que para la explicación de la realidad daba a la dialéctica de la negatividad como principio motor y generativo, aunque la dialéctica hegeliana se moviera en el plano del pensamiento abstracto. El desconocimiento de esta relación crítico positiva de Marx respecto a Hegel hasta muchas décadas después tendría importantes consecuencias en el pensamiento y en la actividad del movimiento socialista.

La concepción materialista de la historia en la que se aborda la naturaleza del cambio histórico se acoge mejor que a los primeros escritos de Marx a su obra posterior a 1844, como bien muestra la redacción de La Ideología Alemana (1845-1846). Desde entonces, residiendo ya en Bruselas, perdió peso la influencia del humanismo de Feuerbach (Tesis sobre Feuerbach, 1845) y adquirió otro mayor la proveniente del estudio de la economía. La historia vendría así a demostrar que la naturaleza de las personas dependía de las condiciones materiales de su producción, esto es, no sólo de lo que producían sino de la manera como producían. El grado de desarrollo de las fuerzas productivas de un territorio estaba en relación directa con la división del trabajo que se daba en el proceso de producción. A partir de aquí se proponía un esquema de las fases de evolución de las sociedades a lo largo de la historia, insistiendo en la idea de que la organización social resultante era obra de los hombres, consecuencia del quehacer humano, pero no como éstos la hubieran pensado o imaginado sino como resultado real de su actuación y realización bajo condiciones materiales ajenas a su voluntad. La conciencia no era la generadora de la vida sino justo al revés, mientras que la división del trabajo se constituía en el fundamento del surgimiento de la propiedad privada, de las diferencias sociales, de las luchas entre las clases y de la conformación de las distintas estructuras políticas.

La divulgación de esas ideas llevó a Marx y a Engels a relacionarse con distintas agrupaciones de obreros, entre ellas la Liga de los Justos que aglutinaba a sectores de obreros alemanes emigrados con sede en Londres. El encargo de los dirigentes de esa asociación fue el origen del Manifiesto Comunista, coincidente en el tiempo con el último impulso del movimiento de los obreros ingleses por la consecución de la Carta por los derechos políticos, y con las revoluciones de 1848 en el continente. Fracasadas éstas Marx se concentró en los estudios sobre economía si bien lo significativo fue que, para entonces, el entramado de su pensamiento había quedado bien asentado desde la redacción de La Ideología Alemana y que los principios forjados en esos años siguieron siendo los que guiaron sus reflexiones hasta su muerte. Fruto de su dedicación a la crítica de la economía política serían publicadas, entre otras obras, el Esbozo de una Crítica de la Economía Política, conocida como Grundrisse, y El Capital.