Concept

Socialismo

Examinado en perspectiva histórica el devenir del pensamiento socialista, el de raigambre marxista ha sido el más afortunado de entre los tipos de socialismo existentes. Hubo un tiempo en el que el atractivo de las corrientes de pensamiento previas a la elaboración teórica de Marx (1818-1885) y de Engels (1823-1895) fue incontestable. No hay que olvidar que las consideraciones de tipo socialista que reflejaban las iniciativas y escritos de Saint-Simon (1760-1825), Owen (1771-1858), Fourier (1772-1837) o Cabet (1788-1856), habían sido motivo de discusión y reflexión para la intelectualidad y los obreros conscientes en la época de expansión del industrialismo; pero, con la excepción del fourierismo, en la década de 1840 estaban ya siendo abandonadas. La preocupación de todos ellos por presentar planes que mejoraran la sociedad fue compartida también por Marx y Engels quienes, a su vez, fueron realizando en aquel ambiente intelectual su propio análisis de la sociedad burguesa, aclarando sus primigenias ideas y elaborando a la postre unas propuestas teóricas que se situaban más allá del marco de los pensadores precedentes.

La creciente influencia de la obra de Marx en la práctica social de las clases trabajadoras está fuera de toda duda así como la importancia de su criterio metodológico de análisis, donde incidía en la interpretación y transformación de la realidad en amplios espacios de las ciencias sociales y económicas. Una particularidad de ese método fue su vocación inclusiva a la propia realidad analizada; esta vinculación de su pensamiento con el "ser social" del que surge exige, al mismo tiempo, que su planteamiento abarque la dimensión histórica de los diversos movimientos sociales reformistas o revolucionarios, de protesta o de reivindicaciones sociolaborales, cuyo punto de partida enlaza con las ideas de Marx. En consecuencia, el estudio de éstas debe incluir todas las versiones que se reclaman de su pensamiento.

El socialismo marxista forma, en consecuencia, un conjunto coherente de doctrina teórica, inicialmente armado por Marx, en el que se incluyen aquellas elaboraciones que trataron de comprender los problemas de carácter práctico surgidos durante el proceso de consecución de los objetivos revolucionarios o del alumbramiento de una nueva sociedad que superara el marco burgués. Más allá de las diferencias interpretativas, la existencia de objetivos compartidos y la adhesión al cuerpo de doctrina de la obra de Marx y Engels definen el campo del socialismo marxista.

En la época en la que Marx y Engels se habían declarado comunistas (hacia 1842-1843), encontraron éstos un conjunto de elementos críticos que, fundamentado en determinadas tradiciones religiosas y de pensamiento, rechazaba el individualismo que el liberalismo proyectaba en todas las facetas de la vida. El peso de la tradición de la ley natural era muy grande y en ella se reflejaba de modo especial la fuerza del comunitarismo y la crítica a la propiedad privada (considerada ésta como el factor distorsionante del ideal de una sociedad ajena al individualismo). En aquel cruce de caminos, el pensamiento de Marx confrontó tanto con la crítica tradicional a los desajustes de la sociedad como con los originados por la cada vez más asentada sociedad burguesa. La perspectiva de futuro de su pensamiento se dirigía a la superación de las sociedades conocidas, tanto las que rechazaban las novedades liberales como las fundadas en los criterios burgueses.

En aquel contexto histórico iba afianzándose, a modo de instrumento ineludible de la crítica y de la construcción de una nueva sociedad, una perspectiva de "progreso" histórico vinculada al racionalismo ilustrado, un nuevo modelo social perfecto al que se aspiraba, guiados por el anhelo de consecución de la libertad y de la felicidad. El peso de ese planteamiento se reflejó en las modernas críticas sociales de impronta socialista. Marx y Engels reconocieron su deuda con el pensamiento ilustrado que a modo de puente les sirvió de enlace con los autores materialistas anteriores a la revolución francesa y, en cierta manera, también con Rousseau en cuanto filósofo influyente en la izquierda igualitaria jacobina como Babeuf y Buonarrotti entre otros, cuya particular defensa del igualitarismo estuvo muy presente en la estela del pensamiento socialista y comunista francés de la década de 1840.

El proyecto inicial de Marx, aunque ubicado en esa mezcolanza de elementos novedosos y heredados, dio un paso por delante de las corrientes de pensamiento anteriores referidas tanto en la economía y la política como en la filosofía; líneas de reflexión que se han vinculado respectivamente a las experiencias inglesa, francesa y alemana, así como a las iniciativas de carácter socialista y comunista previas a las primeras obras de Marx, y que, en cualquier caso, no resultan inteligibles fuera del marco de los cambios sociales gestados en el decenio de 1840, entre los cuales la variación de la composición de clases, tras el asentamiento del proletariado industrial y la consiguiente agudización de la cuestión social, fue el más reseñable. Los escritores coetáneos a semejante mudanza del espectro social fueron conscientes de todo ello, el uso de los términos "comunista" y "comunismo" pasó a ser habitual, y los atisbos de agrupaciones socialistas maduraban en Francia al mismo tiempo que el movimiento cartista inglés alcanzaba sus máximas cotas de influencia; por el contrario, declinaban por doquier las previas formas del socialismo owenista y saintsimoniano.

Marx impregnado de la filosofía dialéctica de Hegel encontraría en ese mundo novedoso del proletariado industrial la fuerza-razón que en su teoría conduciría a la transformación de la sociedad capitalista. El encuentro con Engels, que le proporcionó información de detalle del mundo industrial y le condujo al estudio de la clase obrera, fue por ello fundamental. Desde 1844 comenzó el estudio sistemático de la economía y sociedad capitalistas que venían convulsionando de modo creciente zonas del occidente europeo y, en la medida en que su conocimiento de las experiencias sociales francesas e inglesas se hizo mayor, pudo vincular adecuadamente la teoría y la práctica social. La expansión del socialismo marxista en Inglaterra y en Francia fue, con todo, muy parca; las corrientes de pensamiento coetáneas a los primeros escritos de Marx y Engels no desaparecieron de inmediato y las experiencias del movimiento obrero y de la izquierda, críticas todas ellas en su conjunto o parcialmente de la sociedad burguesa y del capitalismo, resultaron ser del máximo interés. Marx añadiría a esa crítica la fundamentación económica y la relacionó con la ideología y los presupuestos históricos de dicha sociedad. Con ello ofreció un marco de referencia futura que marcaría la superación de la situación vigente: el socialismo. Obviando especulaciones gratuitas no diseñó los basamentos de la nueva sociedad socialista puesto que éstos habrían de quedar conformados históricamente, si bien subrayó el papel protagonista del proletariado cuando la lucha de clases se agudizara en el momento revolucionario. Este sobrepaso analítico del socialismo marxista respecto a los socialismos anteriores fue, por otra parte, el origen de la vulgarización de las denominaciones del socialismo premarxista tildado de utópico y del socialismo marxista considerado, por el contrario, de científico, descripción que no atiende a la complejidad, diversidad y legado de aquel.

El movimiento obrero, destinatario natural de la teoría marxista, no fue receptivo de manera relevante a la nueva formulación del socialismo hasta la década de 1880. Las pugnas ideológicas habían quedado entabladas durante años con el socialismo premarxista cuyos orígenes se remontaban a las experiencias de la gran revolución francesa de 1789 (democracia radical, republicanismo jacobino, comunismo de raigambre babouvista, hegelianos de izquierda o seguidores de Feuerbach); luego confrontaron con el potente asociacionismo vinculado al cooperativismo oweniano o con el vinculado a las concepciones de Blanc (1811-1882) y Proudhon (1809-1865), cuya manera de entender el socialismo siguió siendo el predominante entre los trabajadores incluso en el decenio de 1860 y constituía el horizonte de los obreros conscientes de origen artesano y de los trabajadores de taller, tan abundantes en las décadas centrales del siglo XIX; esta hegemonía ideológica fue especialmente visible en los seguidores de Proudhon, Lassalle (1825-1864), Bakunin (1814-1876) y en grupos anarquistas, influencia que se prolongaría incluso hasta el surgimiento del sindicalismo revolucionario. A partir de 1847, sin embargo, la relación de Marx con esas expresiones de pensamiento socialista fue de tipo crítico político como muestran las polémicas del momento, pero no tuvieron incidencia en la elaboración de sus postulados teóricos.