Patrimonio. Una de las principales causas que han impedido la permanencia de las obras de platería (como a las construidas con oro) ha sido su reciclaje como primera materia y posterior transformación en nuevos objetos, en moneda de nueva acuñación o simplemente volver a ser materia prima (plata en pasta). Esto imposibilitó desgraciadamente la conservación de infinidad de preseas destruidas o expoliadas al paso de los tiempos. La general impresión hasta no hace mucho tiempo era que en el ámbito vascongado el número de piezas de platería escaseaba y más aún las obras debidas a sus artífices. Por supuesto ni se conocían ni mencionaban las diferentes marcas de las tres provincias que forman la región vascongada, y nos remitimos a las líneas que escribe Francisco Sesmero Pérez en su «El Arte del Renacimiento en Vizcaya» (1954):
«La carencia casi absoluta de documentos (?) que puedan aludir a obras de orfebrería conservadas en la actualidad, hace que muchas piezas no deban ser supuestas como producidas en Vizcaya, sino más bien como importadas de otras regiones. Existen numerosas piezas de orfebrería diseminadas por todo el territorio vizcaíno, pero muy pocas pueden ser consideradas como producidas en el país. No obstante, la lista de plateros y orfebres es muy extensa, pero de ellos no se conocen obras determinadas, y sus nombres han llegado hasta nosotros en diferentes documentos que hablan de contratos varios, sin que ninguno de ellos aluda a la producción de determinada pieza (?) de orfebrería, citándose el caso del platero Juan de Ugarte (Enc. Plat. Esp. pág. 262) vecino de Bilbao, y encargado de la ejecución de una Cruz para la Iglesia de San Pedro de Maroño (s. XVI, último tercio), obra totalmente desconocida. De todas formas, no es posible suponer que todas o casi todas las obras de orfebrería actualmente conservadas del período renacentista vizcaíno procedan de fuera del Señorío, y es necesario estimar que algunos plateros habrían de producir para diferentes iglesias y conventos que no se encuentran documentados. En las obras conservadas se advierte que no difieren en nada de otras de orfebrería producidas en el resto de España, como si hubiera un patrón de modelo único en toda España para producir piezas de orfebrería».
Esta es la pobre impresión que Francisco Sesmero ofrecía en «El Arte del Renacimiento en Vizcaya» de la panorámica histórica de la platería vizcaína. Afortunadamente esta visión tan corta y pobre está actualmente totalmente superada tras los trabajos, estudios y exposiciones que han permitido un mejor y más real conocimiento de nuestro patrimonio platero, que si no fue tan rico como el de otras regiones de la península sí ha sido lo suficientemente importante para ser cuidadosamente estudiado, y tenido en cuenta al hacer una valoración de nuestra capacidad creativa y patrimonial. Leyendo el testamento del almirante D. Miguel de Oquendo, Caballero de Santiago, vemos su opulento menaje en el que descuellan las joyas de oro y plata y su vajilla donde hay fuentes de 13 marcos y 6 onzas de peso (3.162 grs.), jarros de 7 marcos y 1 onza (1.639 grs.), o los famosos saleros hispanos de «Tres Plantas» pesando 5 marcos y 2 onzas (1.207 grs.). Pero no sólo en estos personajes de relevante historia encontramos ricos inventarios; en el archivo de protocolos de Oñate, aparecen listados de épocas más recientes (1757) de vecinos del puerto de Pasajes, que incluyen palanganas (7 marcos y 1 onza = 1.639 grs.), candeleros, despabiladeras, etc. Todos ellos labrados en plata. O en otro documento fechado en 1778 en Rentería donde se describen azafates, mancerinas, braseritos, cafeteras, teteras, etc. etc. Todo ello del mismo rico metal y pertenecientes a una sola familia. El viejo Reino de Navarra atesora importantes y antiguas piezas con profundas ataduras espirituales en algunos casos que se hunden en lo íntimo del sentir y de la religiosidad del pueblo vasco. Por ello iniciamos con Navarra este breve itinerario histórico platero.
Alejandro FERNÁNDEZ ARANDIA
Rafael MUNOA ROIZ
J. RABASCO
«La carencia casi absoluta de documentos (?) que puedan aludir a obras de orfebrería conservadas en la actualidad, hace que muchas piezas no deban ser supuestas como producidas en Vizcaya, sino más bien como importadas de otras regiones. Existen numerosas piezas de orfebrería diseminadas por todo el territorio vizcaíno, pero muy pocas pueden ser consideradas como producidas en el país. No obstante, la lista de plateros y orfebres es muy extensa, pero de ellos no se conocen obras determinadas, y sus nombres han llegado hasta nosotros en diferentes documentos que hablan de contratos varios, sin que ninguno de ellos aluda a la producción de determinada pieza (?) de orfebrería, citándose el caso del platero Juan de Ugarte (Enc. Plat. Esp. pág. 262) vecino de Bilbao, y encargado de la ejecución de una Cruz para la Iglesia de San Pedro de Maroño (s. XVI, último tercio), obra totalmente desconocida. De todas formas, no es posible suponer que todas o casi todas las obras de orfebrería actualmente conservadas del período renacentista vizcaíno procedan de fuera del Señorío, y es necesario estimar que algunos plateros habrían de producir para diferentes iglesias y conventos que no se encuentran documentados. En las obras conservadas se advierte que no difieren en nada de otras de orfebrería producidas en el resto de España, como si hubiera un patrón de modelo único en toda España para producir piezas de orfebrería».
Esta es la pobre impresión que Francisco Sesmero ofrecía en «El Arte del Renacimiento en Vizcaya» de la panorámica histórica de la platería vizcaína. Afortunadamente esta visión tan corta y pobre está actualmente totalmente superada tras los trabajos, estudios y exposiciones que han permitido un mejor y más real conocimiento de nuestro patrimonio platero, que si no fue tan rico como el de otras regiones de la península sí ha sido lo suficientemente importante para ser cuidadosamente estudiado, y tenido en cuenta al hacer una valoración de nuestra capacidad creativa y patrimonial. Leyendo el testamento del almirante D. Miguel de Oquendo, Caballero de Santiago, vemos su opulento menaje en el que descuellan las joyas de oro y plata y su vajilla donde hay fuentes de 13 marcos y 6 onzas de peso (3.162 grs.), jarros de 7 marcos y 1 onza (1.639 grs.), o los famosos saleros hispanos de «Tres Plantas» pesando 5 marcos y 2 onzas (1.207 grs.). Pero no sólo en estos personajes de relevante historia encontramos ricos inventarios; en el archivo de protocolos de Oñate, aparecen listados de épocas más recientes (1757) de vecinos del puerto de Pasajes, que incluyen palanganas (7 marcos y 1 onza = 1.639 grs.), candeleros, despabiladeras, etc. Todos ellos labrados en plata. O en otro documento fechado en 1778 en Rentería donde se describen azafates, mancerinas, braseritos, cafeteras, teteras, etc. etc. Todo ello del mismo rico metal y pertenecientes a una sola familia. El viejo Reino de Navarra atesora importantes y antiguas piezas con profundas ataduras espirituales en algunos casos que se hunden en lo íntimo del sentir y de la religiosidad del pueblo vasco. Por ello iniciamos con Navarra este breve itinerario histórico platero.
Alejandro FERNÁNDEZ ARANDIA
Rafael MUNOA ROIZ
J. RABASCO