Roman

Martín-Santos, Luis (version de 1989)

Martín-Santos, psiquiatra. La obra psiquiátrica de Martín-Santos quedó expresada en su ensayo Dilthey, Jaspers y la comprensión del enfermo mental, que fue la tesis con que se doctoró y el libro Libertad, temporalidad y transferencia en el psicoanálisis existencial, que se publicó cuando ya había fallecido su autor. Martín-Santos explica la noción humanista de su perspectiva con estas palabras: "La curación total del neurótico, o sea, la maduración plena del individuo humano, sólo se logra mediante su integración aceptada y plena de sentido ético dentro del proceso histórico universal". Tal como destaca Castilla del Pino, la actividad psiquiátrica de Martín-Santos se manifiesta en distintos aspectos: clínico, psicopatológico, analítico-existencial y epistemológico.

En Psicopatología, los trabajos de Martín-Santos siguen la línea fenomenológica iniciada por Jaspers y la llamada "escuela de Heidelberg". La contribución del mismo a la clínica se centra en las psicosis alcohólicas, junto con sus colaboradores, los doctores Martínez G. Langarika y Ganzarain Hernandorena, sobre el delirio alcohólico agudo. En analítica existencial, ahonda en los planteamientos de J.P. Sartre y Heidegger, y, por lo que se refiere a la epistemología psiquiátrica, se conocen los cuatro tipos de comprensión que Martín-Santos establece:

a) comprensión estática o fenomenológica propiamente dicha (la comprensión del fenómeno psíquico como fenómeno individualizable),
b) comprensión dinámica o genética (comprensión intervivencial),
c) comprensión existencial ("se trata de descubrir racionalmente algunas estructuras perjudicativas de la vida psíquica"), y
d) comprensión profunda o analógico simbólica (a partir de su contacto con las teorías de Freud, a partir de 1956).

La dimensión médica de la personalidad de Martín-Santos, unida a su tarea intelectual en el pensamiento y en la narrativa, hicieron una imagen del mismo como persona de una gran capacidad de trabajo y comprensión.

El interés por su novelística ha sido manifestado en las múltiples ediciones que se han hecho de Tiempo de silencio. Esta novela fue adaptada para el cine (1986) con el mismo título por el realizador Vicente Aranda. La película, protagonizada por los actores Imanol Arias, Victoria Abril y Francisco Rabal, entre otros, supone un acertado reflejo de los planteamientos de Martín-Santos, cuyo valor fílmico se realza por la sabiduría con que el lenguaje barroco del novelista se ha traducido al lenguaje fílmico. En 1977, diversas personas promovieron en San Sebastián un homenaje a Luis Martín-Santos, que contó con la intervención del doctor Vicente Urcola, psiquiatra y amigo del mismo, José Agustín Goytisolo, poeta, Salvador Clotas, crítico y escritor, y el político Enrique Múgica. Al mismo homenaje se sumaron Carlos Barral, Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Antonio Buero Vallejo, Antton Ezeiza, Juan García Hortelano, Carmen Martín-Gaite, Juan Marsé, José León Careche, Carlos Sanz (autor del óleo confeccionado para el homenaje -28 de mayo 1977-), Jorge G. Aranguren, Raúl Guerra Garrido y José Carlos Mainer, entre otros. La intervención de Clotas fue editada por la revista "Kantil", publicada en San Sebastián (Núm. 3, 1977).

Luis Martín-Santos tuvo una intervención continuada en las sesiones de la agrupación de intelectuales que se reunieron bajo el nombre de La Academia Errante, en los últimos años de la década de los cincuenta y primeros sesenta. Sus intervenciones tuvieron lugar en una sesión dedicada a Joxe Miguel de Barandiarán ("El naturalista. Su psicología"), a Lope de Aguirre ("Lope de Aguirre, ¿loco?") y a la Generación del 98 ("Baroja-Unamuno"), en sendos volúmenes (1963), por la Editorial Auñamendi, editora de los cuatro libros de La Academia Errante. Aunque participó en otras sesiones, de las que existe su intervención registrada, en esas tres se muestra su conocimiento de algunos aspectos definitorios de su preocupación por las personas y el espacio cultural vasco. Precisamente en el estudio sobre Baroja y Unamuno, el novelista afirma no sentirse en modo alguno barojiano, lo que, al decirlo de forma rotunda, contradice estudios posteriores sobre el parangón hecho por Fernando Morán y otros entre Tiempo de silencio y El árbol de la ciencia, de Baroja.