Roman

Martín-Santos, Luis (version de 1989)

La vida del intelectual. Para situar la persona de Martín-Santos en su tiempo, podemos recurrir al retrato que de él hace el también psiquiatra Carlos Castilla del Pino, que fue amigo personal de Martín-Santos: «La muerte de Luis Martín-Santos -escribe Castilla del Pino- acaecida en los primeros días de 1964, suscita un sentimiento real de desesperanza. Es, en verdad, una frustración que a todos nos acontece. Porque desaparece cuando su obra -siquiátrica y literaria- es tan sólo un esbozo de la que tenía ciertamente que hacer. Luis Martín-Santos era de una inteligencia superior, excepcional, y a ella se unía un impulso creador de carácter, permítaseme la expresión, biológico... Toda su vida fue una espontánea creación de primer orden».

Ciertamente su actividad fue consistente, como lo demuestra el nivel y la cantidad de obras científicas escritas (ver bibliografía), su obra narrativa y su tarea como médico-psiquiatra.

Martín-Santos cursó los estudios de medicina en Salamanca, doctorándose en Madrid, en 1947. En 1951 llegó a la dirección del Hospital Psiquiátrico de San Sebastián. A esta ciudad estaría vinculado fuertemente de por vida. Había nacido en Larache, donde su padre era médico militar, cuando esta ciudad era protectorado de España. Estudió el bachillerato en los Hermanos Marianistas, del colegio de Aldapeta.

José Carlos Mainer, estudioso e historiador de la literatura, que realizó la edición crítica de la obra «Tiempo de destrucción», afirma que, cuando Martín-Santos termina en 1940 el bachillerato, puede considerarse como un joven «serio, voluntarioso, tímido, enormemente sensible y apasionado por la lectura». El mismo Mainer considera que Martín-Santos, al terminar con Premio Extraordinario sus estudios de medicina, es un hombre «maduro, brillante, seguro de sí mismo».

Luis Martín-Santos realizó prácticas en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y, habiendo entrado por oposición como cirujano de guardia del Hospital Clínico de Madrid, opta pronto por la psiquiatría. Carlos Castilla del Pino afirma que la psiquiatría le brindaba a Martín-Santos una apertura de su mundo intelectual. «Tenía necesidad de hacerse como intelectual, y la psiquiatría le ofrecía toda suerte de incitaciones a este respecto».

En los años que está en Madrid (1946-49) mantiene relaciones con los promotores de la psiquiatría española, particularmente López Ibor y con Pedro Laín Entralgo, que era catedrático de Historia de la Medicina. En ese tiempo, además de mantener su amistad con Castilla del Pino, acude con frecuencia a las tertulias del café Gijón, donde se relaciona con Alfonso Sastre, Juan Benet, Ignacio Aldecoa, Josefina Rodríguez y Rafael Sánchez-Ferlosio. En 1950, después de haber dirigido durante tres meses en el año anterior el manicomio de Ciudad Real, viajó a Heidelberg y otras ciudades alemanas, para ampliar su formación. Coincidiendo con esa estancia, conoce al editor y poeta Carlos Barral, en cuya editorial publicaría más tarde toda su obra literaria, incluida la póstuma, Tiempos de destrucción (novela) y Apólogos (relatos).

En 1953 se casó con una donostiarra, Rocío Laffon, quien también murió en un accidente (gas) un año antes que su marido.

Participó en la oposición democrática al franquismo, militando en el Partido Socialista Obrero Español, siendo encarcelado en cuatro ocasiones (1957, 1958, 1959 y 1962). El día de su muerte venía de una reunión con miembros de su partido político. Esa doble faceta de escritor y ciudadano preocupado por la realidad socio-política, se manifiesta en Martín-Santos como un binomio inseparable. De algún modo, él mismo lo dejó dicho en un artículo: «No hay que olvidar que el escritor español oculta generalmente, bajo su caparazón de hombre de pluma, un animal político en trance de ser definitivamente enmasculado».