Lexique

LUNA

En diversos lugares del País Vasco nuestro satélite recibe, además del ya señalado, los nombres de ilaski, illargui, idargui, irargui, iretargui, iguetargui, iratargui, itargui, arguizagui, arguizari, arguizi y goikoa. Se supone que la luna, como el sol, es de género femenino. En fórmulas y plegarias se le llama Illargui-amandre "luna-señora madre", que equivale a "luna-abuela". Cuando aparece encima de los montes orientales, le dicen: Illargui amandrea, zeruan ze berri? "luna abuela, ¿qué nuevas en el cielo?" La madre de la luna es la tierra. En algunas aldeas enseñan a los niños que la luna es la cara de Dios y en otras rezan una Salve cuando la ven salir. En Cerain saludan a la luna diciendo: Illargui amandre santue, Jainkook bedeinkautzala; nere begui ederrak gaitzik ez deiola; ikusten duen guzük ala esan deiola "luna abuela santa, que Dios la bendiga; que mi ojo fascinante no le atraiga ningún mal; que cuantos la vean, de igual modo le hablen". Uno de los símbolos de la luna es Marigorri "Mari la roja" o vaquita de San Antón (coccinella septem punctata), a la que también en algunas fórmulas que se le dirigen se la llama luna abuela. Un día de la semana -el viernes- estaba dedicado o consagrado a la luna. Su nombre ostiral, con un elemento común con irargui "luna", hace pareja con ostegun "día del cielo" que es jueves. El nombre illargui significa, según creencia que todavía persiste, luz de los muertos (de il "muerto" y argui "luz"), lo cual es congruente con la creencia de que Ilazki alumbra a las almas de los difuntos. También se cree que la cera, cuyo nombre arguizagui coincide con uno de los de la luna, encendida sobre una sepultura, alumbra a los antepasados cuyos cuerpos reposan en ella. Que la suerte de las almas de los difuntos tiene alguna relación con Ilazki parece desprenderse de la creencia de que el morir uno en cuarto creciente es considerado como buen augurio para la vida ulterior de su alma. Créese que las personas y animales concebidas en cuarto creciente son de sexo masculino; los del cuarto menguante, femeninos (Sara, Eibar). En ciertas aldeas ha sido costumbre salir a la luz de la luna a cenar con sopas hechas con borona y leche. Hay numerosas creencias y prácticas relativas a la influencia benéfica o nefasta de las fases de la luna sobre la siembra de plantas, la recolección, la poda y corte de árboles, el esquileo y la matanza de animales, etc. Para tales efectos, créese que el viernes equivale a veces a la luna creciente, otras veces a la luna menguante. El viernes es el día en que se reúnen preferentemente los brujos. El mismo día, a la luz de la luna y en la encrucijada de caminos, deben ser quemados los objetos mágicos que hayan pertenecido a personas embrujadas. Ciertas operaciones están contraindicadas en viernes como también en cualquier día festivo. Tales son, por ejemplo: emprender labor importante, sacar al monte el rebaño, quitar la miel a las abejas, contratar y llevar a casa criados o personas de servicio permanente, casarse, cortarse las uñas, hacer la ceremonia de la purificación "post partum". v. JUEVES . En la época romana la luna, como el sol, era objeto de culto en las regiones pirenaicas, según lo prueban las aras dedicadas a estos astros: una en Lunax (Comminges), otra en Santacara (Navarra). En los momentos epigráficos más recientes (desde el siglo XV) tampoco faltan las figuras del sol y de la luna, sobre todo en las estelas discoideas de nuestros cementerios. Bibliog. J. C. B.: Sobre la religión antigua y el calendario del pueblo vasco, p. 47-58, Madrid, 1948; Vasconiana, Madrid, 1957; J. M. de B.: Contribución al estudio de la mitología vasca, Mendoza, 1952; Mitología Vasca, p. 117- 120, Madrid, 1960; Sacaze, Julien: Inscriptions antiques des Pyrénées, p. 293, Toulouse, 1892; Ramos, M. G.: De astronomástica vasca, "Encicl. V." (Zalla, Vizc.), t. III, p. 584-602. J. M. de B.