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Bilbao. Demografía en los siglos XIX y XX

En este primer apartado vamos a hacer un largo recorrido de cien años en los que la villa de Bilbao sufrirá enormes avatares y transformaciones. Cuando comienza el siglo XIX esta ciudad era una pequeña aunque próspera villa comercial. Los historiadores suelen definir con gran acierto su actividad y su desarrollo como producto de las actividades de su puerto y sus muelles de carga y descarga que en aquella época estaban situados en los aledaños de la iglesia de San Antón y en el espacio que hoy ocupa el mercado de la Ribera.

Durante este siglo XIX, la villa, al hilo de el resto de la sociedad española y europea, irá diluyendo paulatinamente la estructura socio-económica propia de Antiguo Régimen hacia una urbano-industrial que producirá un crecimiento y desarrollo nunca antes conocido. Pero no adelantemos acontecimientos. Esta denominada transición no se hará de un día para otro y necesitará de un siglo de pequeños logros y dificultades, a veces sangrientos como las dos guerras carlistas, para conseguir a la instalación de esta nueva sociedad moderna.

Conviene subrayar que el caso de la villa de Bilbao constituye un modelo diferente tanto en lo económico como en lo social con respecto al mundo urbano propio de Antiguo Régimen. Hay que tener en cuenta que la sociedad pre-industrial era propiamente rural, su economía lo era fundamentalmente, frente a un peso urbano tanto demográfico como socio-económico muy relativo. Dentro de este marco, Bilbao era una ciudad que no tenía "campo" por lo tanto no tenía agricultores. Su riqueza y prosperidad consolidadas en el siglo XVIII, provenían de su puerto, del intercambio comercial basado en productos como la lana castellana, el bacalao y del hierro producido en el interior de la provincia de Vizcaya (Gutiérrez: 1994). Estos rasgos de su actividad brevemente enunciados nos ayudan a hacernos una idea de la especificidad que presentaba Bilbao dentro del marco estatal de producción y economía, en donde las ciudades no eran muchas ni en número ni en total de población urbana y en donde su actividad principal, a pesar de ser ciudades, continuaba siendo básica y principalmente la agricultura.

Si comenzamos este apartado demográfico con la afirmación de que Bilbao era una pequeña ciudad tanto por sus pequeños límites de extensión como por su número de habitantes, puede resultar bastante sorprendente. Sin embargo, resulta una afirmación del todo cierta si establecemos la comparación de Bilbao con otras ciudades en el marco peninsular en donde ciudades como Sevilla estaban habitadas por unos cien mil habitantes, es decir, diez veces más que Bilbao para esas mismas fechas (Reher: 1994).

En la tabla 1 podemos observar con claridad la evolución que sufrió Bilbao a lo largo de esta centuria, comenzando el siglo con tan solo once mil habitantes para terminar multiplicando por ocho su total de población. Aquí es donde podemos señalar una vez más la enorme singularidad de Bilbao dentro del marco estatal, ya que se puede afirmar que ninguna ciudad española pudo desarrollar tan enorme y veloz crecimiento en este siglo XIX, signo evidente de la capacidad que tuvo para liquidar el Antiguo Régimen y dar paso a una diferente sociedad industrial basada en la siderurgia (Nadal: 1986).

Tabla 1: Total de población, crecimiento y sus componentes. Bilbao, 1800-1900
Fuentes: Censos de Población: Instituto Nacional de Estadística
Registro parroquial: Archivo Histórico Eclesiástico de Vizcaya
Registro Civil: Archivo del Registro Civil de Bilbao
Total PoblaciónCrec. Real (r)Crec. NaturalSaldo migratorio
1800-186011.407
187017.9230,764.4082.108
1860-187019.4170,82.411917
189055.6325,44.34231.873
1870-18904,125.84921.825

Si prestamos atención a las cifras de la tabla 1 podemos ver cómo durante los setenta primeros años del siglo XIX, tanto el número de habitantes como el ritmo de crecimiento fueron muy pausados. Efectivamente, el valor de crecimiento "r" arroja un valor que no llega al uno por cien y año, valor que fue la tónica general durante toda la época de Antiguo Régimen y que supone que una población necesita de más cincuenta años para duplicar su número de habitantes. Hay que decir, no obstante, que la primera mitad del siglo XIX fue muy dificultosa debido a dos episodios bélicos que no ayudan precisamente al desarrollo económico normal. Nos estamos refiriendo a la guerra de la Independencia (1808-1812) y a la primera guerra carlista (1833-1841) que se sufrieron en el País Vasco de manera muy aguda.

Con todo, una vez terminada esta guerra, podemos decir que el sistema económico-productivo que había llevado a Bilbao a gran prosperidad, se había liquidado definitivamente. Todo el sistema comercial de intercambio entre el norte de Europa, el centro de Castilla y las colonias americanas cuyo epicentro se encontraba en Bilbao entró en una crisis sin retorno. Durante el período de entreguerras y ya claramente después de la segunda guerra carlista (1871-77) comenzó a labrarse un nuevo futuro en el que estuvo implicada la ciudad (González Portilla, dir: 1995: 84-91).

En la tabla 2 en donde se presenta la actividad de los bilbaínos por sectores de actividad, se puede comprobar que durante la época pre-industrial la población estaba básicamente dedicada al sector terciario. Por contraste, a final de siglo es el sector de la industria el que ocupa a gran parte de los habitantes de la villa.

Tabla 2: Distribución de la población activa por sectores de actividad (%)
Fuente: Padrones de habitantes: Archivo Municipal de Bilbao
18251900
Primario5,64,7
Secundario34,158
Terciario60,337,4

Los efectos de una nueva economía basada en la extracción minera del hierro, su exportación a Inglaterra y la instalación de los primeros hornos altos en Barakaldo y Sestao, dieron lugar a una nueva ciudad ensanchada y moderna que se convierte en capital financiera e impulsora de un nuevo desarrollo (González Portilla, dir., 1995: 95-114). La gran oferta de trabajo provocó una gran afluencia de inmigrantes a todo el área metropolitana que explica las desmesuradas cifras de crecimiento que podíamos observar en la tabla 1 en el último decenio del siglo XIX. Este cambio de signo en la ciudad se puede observar precisamente en las cifras comparadas entre el crecimiento natural (saldo entre nacimientos y defunciones) y el saldo migratorio (diferencia entre los emigrantes e inmigrantes). Si durante la primera mitad del siglo la ciudad crece a un ritmo moderado pero básicamente sustentado en el mayor número de nacimientos sobre los fallecidos, en los últimos decenios no podemos sino significar de manera evidente que este crecimiento se sustentó sobre un número ocho veces mayor de inmigrantes de lo que la propia dinámica demográfica natural de la ciudad venía produciendo.

En este punto sería interesante hacer un inciso sobre una cuestión que marcó enormemente la historia de la villa y la demográfica de forma particular. Me quiero referir a las anexiones territoriales que se realizaron en el municipio a lo largo de su historia. Esta cuestión resulta de particular importancia ya que es frecuente que cuando manejamos datos sobre la villa de Bilbao a lo largo de muchos años olvidemos que su espacio territorial fue aumentando con el tiempo y por lo tanto sus cifras no se refieren siempre al mismo espacio territorial (González Portilla, dir., 1995: 321-402).

Los historiadores de la historia moderna de Bilbao saben bien que una constante obsesión por parte de los poderes municipales fue precisamente la enorme restricción a conceder la condición de vecino a nuevos habitantes, que daba derecho a ejercer plenamente derechos y deberes dentro de su espacio. Esta condición era enormemente restrictiva, y respondía precisamente a un constante problema de espacio en sus límites jurisdiccionales y que ya desde el siglo XVII no era posible aumentar debido a la inmediata vecindad de las anteiglesias de Abando, Begoña y Deusto. Es decir, Bilbao estaba reducido a lo que hoy conocemos como el Casco Viejo hasta el Ayuntamiento y por el margen de la Ría hasta el puente de San Antón.

Tabla 3: Número de habitantes por Km² en Bilbao desde 1857 a 1900
Fuente: Reseña estadística de la provincia de Vizcaya: Instituto Nacional de Estadística
Densidad de población
1857301,1
1860302,2
1877550
1887850,3
18971.245,50
19001.400,80

A mediados del siglo XIX como se puede ver en la tabla 3 la densidad de población de la villa era una de las más altas de España. Teniendo en cuenta el enorme aumento de población a partir del último tercio del siglo, resulta evidente que era necesario ampliar el espacio jurisdiccional municipal. La primera ampliación se realizó en 1870 cuando se incorporó a la villa una primera parte de Abando, la correspondiente a la margen situada frente al Casco Viejo. Debido a que el crecimiento de la ciudad continuaba a unos ritmos muy veloces pronto estas ampliaciones se vieron insuficientes, completándose la anexión definitiva de Abando en el año 1890 (González Portilla, dir., 1995: 357-370). Con todo, como se puede comprobar en la tabla 3, la enorme congestión que vivía la villa en el último cuarto de siglo era particularmente aguda ya que de 1877 a 1900 la densidad de habitantes por Km2 se había multiplicado por tres a pesar del aumento del espacio, ocasionando un empeoramiento de la calidad de vida urbana.

Con respecto al anterior punto, hay que precisar que gran parte del aumento de la población y especialmente de los inmigrantes que llegaban en masa a partir de la segunda guerra carlista, ante la imposibilidad de instalarse en Bilbao, lo hacían sobre todo en las anteiglesias aledañas que como hoy sabemos están lo suficientemente cerca como para desplazarse al trabajo desde el lugar de residencia. Es por eso que muchas veces en las cifras oficiales de población de Bilbao y en los valores de crecimiento durante el siglo XIX, los datos sobre la villa no son del todo correspondientes a la realidad sino se tiene en cuenta esta circunstancia particular.

Para demostrar lo que venimos diciendo una imagen vale más que muchas palabras y podemos observar en el gráfico 1 toda la evolución del crecimiento de la villa de Bilbao desde 1800 a 1870. Es decir, antes de que se produjeran las primeras anexiones. En este caso, hemos tomado el número de nacimientos anuales, por un lado de las cuatro parroquias de Bilbao (San Antón, Santiago, Santos Juanes y San Nicolás) y por el otro, la suma de las tres anteiglesias, para dibujarlas en el tiempo. Hay que precisar que en tiempos pre-industriales en donde el crecimiento de una población se mide básicamente por el crecimiento vegetativo, la evolución del número de nacimientos es equivalente a cualquier otra medida de crecimiento demográfico.

1800-1870

Gráfico 1: Evolución del número de nacimientos en Bilbao y las anteiglesias de Abando, Begoña y Deusto, 1800-1870. Fuente: Registro parroquial: AHEV

De la lectura del gráfico 1 se pueden extraer dos conclusiones interesantes. En primer lugar, si observamos las dos curvas durante todo el período, vemos cómo la curva de las anteiglesias solo se yuxtapone a la de su vecina Bilbao de una forma casi exacta a partir de la década de los 30. Esto se explica por que a pesar de la complementación de sus economías, en realidad no serán la misma economía hasta que se produjera la transición hacia el sistema de producción industrial en el que ya toda el espacio urbano se verá inmerso. Y en segundo lugar, solamente a partir del momento en que finaliza la primera carlista, la evolución de los nacimientos de las anteiglesias empezará a acompasarse con los de Bilbao y a aumentar de forma más exuberante que el de la villa. Podemos expresarlo con números. En la década de los cuarenta el número de nacimientos de las tres anteiglesias suponía alrededor del cincuenta por ciento del de Bilbao. Sin embargo, al final, el número de población nacida en las anteiglesias era tanto como el que nacía en toda la villa en su conjunto. Esto viene a demostrar que el asentamiento de inmigrantes, jóvenes en edad de trabajar, de casarse y por lo tanto de tener hijos, se estaba produciendo sobre todo fuera de los límites jurisdiccionales de Bilbao. Estaba claro que la ciudad había rebasado hacía tiempo su capacidad de acoger a nuevos vecinos y que solamente con las primeras anexiones se fue capaz de absorber a los nuevos inmigrantes que atraía la ciudad.

Antes de comenzar con la interpretación del modelo demográfico pre-industrial de Bilbao convendría hacer un inciso que se refiere a los problemas de fuentes demográficas que por unas razones u otras hemos de lamentar en Bilbao. Es sabido que el siglo XIX ve nacer la era estadística y, por lo tanto, a nivel estatal y local se realizaron grandes esfuerzos por recoger toda la información posible sobre sus habitantes. Sin embargo, las fatídicas inundaciones de 1983 nos han hecho perder gran parte de la documentación correspondiente al siglo XIX que se encontraba depositada en los sótanos del Archivo Municipal en Bidebarrieta. El agua y el barro se llevaron para siempre las hojas familiares originales de los censos de 1857, 1860, 1877 y 1887. Precisamente en los años cruciales del cambio y crecimiento operado en Bilbao y que hubiera sido tan interesante de analizar desde el punto de vista socio-demográfico. De tal manera, podemos definir al siglo XIX bilbaíno en la actualidad como un "desierto documental" del que solamente conservamos un punto de partida y un final. Nos estamos refiriendo al Censo de Policía de 1825 depositado en el Archivo de la Casa de Juntas de Guernica, posteriormente al cual debemos de dar el salto al Padrón Municipal de 1900 que es el más antiguo disponible en la actualidad. En medio de estas fechas no nos quedan sino datos sueltos, fuentes secundarias, muchas veces resultado del trabajo de estadísticos que publicaron datos-resumen.

De entre las pocas "fotos-fijas" o pirámides de población disponibles correspondiente al siglo XIX resulta especialmente interesante la de 1869 que se ve en la figura 1. Esta fecha es muy significativa ya que refleja dentro de sí misma toda la experiencia de la transición experimentada por esta ciudad en un momento en que ya no es una sociedad pre-industrial pero que todavía no es del todo una sociedad industrial y urbana propiamente dicha. Es decir, es el reflejo y síntesis de la inestabilidad y del cambio en el que se vieron inmersos los bilbaínos de aquella época.

1869

Figura 1: Pirámide de población de Bilbao en 1869. Fuente: Censo de Población: INE

Cuando se analiza una pirámide de población, suele describirse su forma: base ancha y no muy alta corresponde a las sociedades tradicionales; base estrecha y elevándose en altura las de sociedades más contemporáneas. En este caso, en la de Bilbao de 1869 podemos ver una base moderadamente ancha que corresponde a la generación de nacidos reciente. Esta situación es propia del comienzo de moderación de la fecundidad y la nupcialidad a la que contribuyen las generaciones jóvenes de los tramos intermedios. En estos tramos de edad (20-30) podemos observar también el efecto de las inmigraciones formado normalmente por población soltera y joven. En el caso de Bilbao podemos observar el efecto de la presencia de las sirvientas entre los 15 y los 24 años, que luego desaparecen, y que formaban un grupo importante procedente del campo cercano trabajando para la incipiente y rica burguesía. Finalmente, en la parte superior resultan notorios los efectos del régimen de mortalidad imperante que no permitía entonces a demasiadas personas vivir demasiados años.

Como complemento a esta pirámide de 1869 podemos ver en la tabla 4 un recorrido a lo largo de todo el siglo XIX en cuanto a la estructura de la población, es decir, como hubiera sido el resumen de las pirámides a lo largo del tiempo.

Tabla 4: Estructura de la población por edad en Bilbao (%)

Tabla 4: Estructura de la población por edad en Bilbao (%)
Fuente: Censos de Población: Instituto Nacional de Estadística
1825185718771887
0-1433,2831,8128,6629,56
15-6463,0479,465,4664,43
>653,634,85,886,01

Aquí podemos apreciar con mayor claridad a qué nos estamos refiriendo cuando definimos la sociedad del siglo XIX como transicional. En 1825, todavía en plenitud la sociedad pre-industrial se puede ver que la población joven era numerosa y la anciana significaba un exiguo tres por ciento. Si alguna tendencia podemos desentrañar a lo largo del tiempo, es precisamente que las generaciones jóvenes disminuyen paulatina y ligeramente a la vez que la población mayor de 65 años se ha multiplicado por dos desde 1825 hasta los inicios de la industrialización.

El sistema demográfico de Antiguo Régimen se basaba en lo que suele denominarse un sistema de "alta presión", es decir, presidido por altas tasas de natalidad y de mortalidad. Este sistema daba poco margen para el crecimiento de la población ya que éste se combinaba con una nupcialidad tardía en edad, moderadamente intensa, que daba lugar a una fecundidad también moderada. Si a esto le añadimos unos movimientos migratorios también reducidos, ahí encontramos la explicación de crecimientos poblacionales reducidos o casi en equilibrio propios de las sociedades pre-industriales.

Hay que decir, sin embargo, que este sistema demográfico muy bien estudiado y comprobado en todas las poblaciones europeas occidentales, se adapta mucho mejor a las zonas rurales que eran mayoritarias en ésta época. Este sistema estaba imbricado en un sistema económico basado en la producción de la tierra en la que ésta no podía multiplicarse ni contener mayor población si no existía un aumento de la producción (Flinn: 1989).

Recientes investigaciones han demostrado que este sistema demográfico de Antiguo Régimen era ligeramente diferente en las áreas urbanas. Por esta razón, podemos calificar a este proceso como de "urbanización demográfica". Cabe definir este sistema como de aún mayor presión demográfica que en el campo. Un historiador inglés ha llegado a calificar a la ciudades como de auténticas devoradoras de hombres (Wrigley y Schofield: 1981). La economía de las ciudades era más precaria y sujeta a los vaivenes de la economía que en el mundo rural con el problema añadido de no poder recurrir a la huerta para poder comer cuando llegaban las vacas flacas. Por esta razón, la nupcialidad era muy restringida y aún más tardía que en el campo, por lo que los nacimientos siempre eran menores en número. Hay que tener en cuenta que estamos situados en una época en que la institución matrimonial y la fecundidad natural marcaban el número de nacimientos. Es decir, no era aceptable socialmente tener hijos fuera del matrimonio. Por el lado de la mortalidad, ésta era todavía más intensa que en el campo. Las condiciones de salubridad e higiene y la gran concentración de población hacía que las ciudades fueran lugares propicios para la propagación de epidemias y todo tipo de enfermedades. Como resultado del balance, una ciudad podía tener un crecimiento natural negativo como consecuencia de una mayor mortalidad que su natalidad. A pesar de ello, las ciudades solían presentar un crecimiento moderado de población, solo compensado y logrado gracias a la continua afluencia de inmigrantes provenientes del campo cercano (Pareja: 1997).

1800-1870

Gráfico 2: Evolución de las tasas vitales de Natalidad, Mortalidad y Nupcialidad en Bilbao, 1800-1900. Fuente: Registro parroquial: AHEV; Registro civil: ARCB

Este sistema demográfico urbano que venimos describiendo se ve muy bien reflejado tanto en el gráfico 2 como en la tabla 5, de manera muy precisa en la primera parte del siglo. Sin embargo, venimos caracterizando al siglo XIX como una sociedad en transición y de esa manera podemos distinguir dos períodos muy claramente diferentes. Por un lado, el período de entre-guerras durante el cual debido a una relativa prosperidad económica se consigue un descenso considerable de la mortalidad dando lugar al crecimiento de la población. Por otro lado, en el último tercio del siglo, la industrialización que ya está en sus comienzos. Esta produjo una afluencia de trabajadores inmigrantes, especialmente instalados en las zonas de San Francisco y Achuri, que ocasionaron un problema de vivienda y de degradación del medio urbano que la ciudad no podía remediar en tan poco tiempo. Como resultado, se produjo un aumento considerable de la natalidad debido a la mayor presencia de población joven y por el contrario, un aumento dramático de la mortalidad como consecuencia de la degradación del medio y de las condiciones de vida de la población. Hay que concluir, a la vista de los datos, que los inicios de la industrialización fueron dramáticos en Bilbao como en el resto de Europa y España, y que el precio del progreso se tradujo en muerte, al menos en los primeros compases del cambio económico (Pareja: 1997).

Tabla 5: Tasas Brutas de Natalidad, Mortalidad y Nupcialidad. Medias decenales 1800-1900
Fuente: Registro parroquial: AHEV; Registro civil: ARCB
TB NatalidadTB MortalidadTB Nupcialidad
1800-181034,0333,159,06
1810-182042,1240,711,21
1820-183037,8734,678,08
1830-184034,1234,519,54
1840-185042,1428,8511,47
1850-186034,7724,198,96
1860-187036,5924,618,4
1870-188038,7739,839,88
1880-189045,0835,757,14
1890-190046,2838,5410,24

Si aplicamos las ideas de tipo maltusiano, una sociedad pre-industrial solamente podía controlar su crecimiento o su tamaño a través de la nupcialidad, ya que sobre la mortalidad no había conocimientos médicos suficientes para actuar, y sobre los nacimientos, en ausencia de medios de control de la reproducción, poco se podía hacer ya cuando el matrimonio se había celebrado. Por esta razón, en el sistema demográfico de Antiguo Régimen se considera que la variable de la nupcialidad, sobre todo de las mujeres, es la más importante para seguir su estudio.

En la tabla 6 se presentan una serie de indicadores de nupcialidad y fecundidad de Bilbao a lo largo del siglo XIX. Las mujeres bilbaínas de 1825 se casaban a una edad media muy tardía (28 años) y con una intensidad nupcial muy baja en todas las generaciones (alrededor del 42 por ciento). Esta combinación no podía dar lugar sino a unos valores de fecundidad muy moderados. Hay que tener en cuenta que en estas épocas, llegar a casarse tanto para los hombres como para las mujeres, implicaba un largo tiempo de ahorro de dote y de preparación ya que el acceso a la tierra o a poder desempeñar un oficio artesanal implicaba la espera de muchos años hasta que los gremios de la ciudad daban su aprobación para la instalación de un nuevo taller artesanal que permitiera a una familia poder mantenerse (Arbaiza: 1996).

Desde mediados del siglo XIX hasta finales de siglo, el cambio de sistema productivo abre nuevas perspectivas de trabajo para la población joven en la mina o en la fábrica, que libera a la población de la dependencia de la tierra y de los gremios, y que permite el acceso al trabajo descualificado a cambio de un exiguo jornal. A pesar de los bajos salarios, este cambio permitió a mucha población sin tierra y sin oficio, acceder a algo de dinero, tanto para hombres como para mujeres que les permitió casarse a unas edades más tempranas que en tiempos anteriores. Este cambio se refleja perfectamente en la tabla 6 en los valores que se refieren a los años 1887 y 1900. Efectivamente, las mujeres se casan como media unos tres años antes que en la época pre-industrial y lo hacen con mayor intensidad, provocando un aumento de la fecundidad en estas fechas finales de la centuria.

Tabla 6: Indicadores de Nupcialidad y Fecundidad en Bilbao de 1825 a 1900
Fuente: Censo de Policía de 1825: Archivo de La Casa de Juntas de Gernika; Censos de Población: INE
Los indicadores de esta tabla responden a los siguiente cálculos:
Edad Media al Matrimonio: Los valores de 1825 responden al indicador SMAM (Standard Mean Age at Marriage), que calcula una media aproximada en base a datos censales cuando no es posible disponer de los registros matrimoniales. En cambio, los valores de 1887 y 1900 proceden del registro civil bilbaíno.
El Celibato Definitivo es el cálculo del porcentaje del número de solteros/as sobre el total de mujeres/hombres en el grupo de edad de 45-49 años.
La Tasa de Nupcialidad es la proporción de mujeres casadas entre el total de mujeres por grupos de edad (%).
El Índice de Fecundidad Matrimonial es el número de nacidos de ese año entre las mujeres casadas en edad fértil (15-49).
182518871900
VaronesMujeresVaronesMujeresVaronesMujeres
Edad Media al matrimonio25,2228,227,1324,7927,2525,17
Celibato definitivo16,6610,141013,58,914,1
Tasa de Nupcialidad42,094447,54
Tasa de Fecundidad matrimonial252,89271243,16

Sin embargo, en este punto cabe hacer un par de precisiones en cuanto al sistema matrimonial y de fecundidad de este final de siglo. En primer lugar, el cambio económico supuso la llegada de muchos inmigrantes de fuera del País Vasco, atraídos por la enorme oferta de trabajo. En contra de lo que suele pensarse, muchos inmigrantes llegaron a la ciudad con su familia ya formada, es decir casados y con niños pequeños, o con unas pautas de fecundidad propias de sus lugares de origen rural, es decir, más altos, que continuaron manteniendo una vez llegados aquí. Esto explicaría también, los valores extraordinariamente altos de fecundidad que encontramos en la ciudad, pero en general, también en toda la zona recientemente industrializada de la margen izquierda del Nervión (González Portilla, ed.: 2001).

Tabla 7: Población por lugar de nacimiento en Bilbao, 1825 y1900 (%)
Fuente: Censo de Policía de 1825: Archivo de La Casa de Juntas de Gernika; Padrón de Habitantes: Archivo Municipal de Bilbao.
18201900
Bilbao36,4436,05
Resto C.A.Vasca58,230,07
Andalucía0,10,88
Aragón0,12,25
Asturias0,070,93
Baleares---0,08
Cantabria0,283,07
Castilla-León213,23
Castilla-Mancha0,030,65
Cataluña0,10,52
Com. Valenciana0,030,32
Extremadura0,070,08
Galicia0,351,64
Madrid0,142,07
Murcia---0,2
Navarra0,282,84
La Rioja0,383,74
Extranjero1,421,37

En la tabla 7 se puede observar este gran cambio que provocó el cambio a la sociedad industrial desde el punto de vista de la composición social por origen de la población bilbaína. En general, se puede reseñar que en Bilbao siempre vivieron gentes de todas partes de España. Esto resulta bastante lógico dado el carácter comercial y abierto de Bilbao así como su importancia como capital dentro del Norte de España. Aún así, se puede ver que la mayor parte de la población que vivía en Bilbao durante el Antiguo Régimen había nacido en el País Vasco, cuyo mayor porcentaje correspondía a la provincia de Vizcaya. Setenta y cinco años más tarde, el panorama es sustancialmente diferente. El porcentaje de población oriunda de la villa continúa siendo la misma (un 30%) pero ha cambiado la procedente de la C.A.E. En su lugar, más de la mitad de los vecinos de Bilbao nacieron fuera de este territorio. En estas fechas del nuevo siglo podemos encontrar gentes de toda la geografía española, buena prueba de la capacidad de atracción que esta ciudad podía ejercer sobre toda la península. Sin embargo, las provincias cercanas fueron las que más acudieron a las nuevas posibilidades laborales abiertas con la industrialización. Destaca la comunidad de Castilla y León como principal aportadora de fuerza de trabajo si bien se puede precisar que casi todos eran oriundos de la provincia de Burgos. Por lo demás, las comunidades próximas de Cantabria, La Rioja, Navarra y Aragón conformaban los lugares de partida mayoritarios de los inmigrantes.

Finalmente vamos a acabar de dibujar el sistema de Antiguo Régimen transicional de la villa de Bilbao con la observación de la variable de la mortalidad. Este es el único vértice que nos falta. Decíamos líneas arriba que este sistema demográfico se caracteriza por tasas de alta presión demográfica. Efectivamente, hemos comprobado las altas tasas de natalidad y de mortalidad que se registraban en la ciudad (gráfico 2 y tabla 5).

Tabla 8: Esperanza de vida al nacimiento (Eo) en Bilbao, 1825-1900
Fuente: Registro parroquial: AHEV; Registro civil: ARCB; Censos de población: INE
VaronesMujeresTotal
182533,3436,5535,01
186035,2337,7536,58
187731,1934,0232,82
188729,3834,2432,02
190025,631,1428,31

En la tabla 8 presentamos la evolución del indicador de la esperanza de vida de Bilbao. Este indicador es mucho más completo y significativo de las condiciones de vida en que se vive y se muere en una sociedad que cualquier otro que podamos disponer. Así, podemos ver que durante el Antiguo Régimen los habitantes de Bilbao podían esperar vivir cuando nacían como media unos treinta y cinco años. Hay que decir que esta cifra era muy normal para esta época pre-industrial y significativamente alta para la península en el medio urbano. Con todo, podemos apreciar una mejoría en este indicador hacia mediados de siglo que nos indica que la etapa de entre-guerras fue un momento de bonanza socio-económica para la villa. A partir de ahí, la segunda guerra carlista y la industrialización trajeron consigo un descenso en esta vida media que supuso una pérdida de siete años con respecto a principios de siglo. En 1900 la esperanza de vida de Bilbao era la más baja y alarmante de toda España. Una rápida e intensa llegada de inmigrantes hacinados en determinados barrios bilbaínos, la falta de vivienda digna, las epidemias y enfermedades, los bajos salarios y el déficit alimentario, en resumen la pobreza de una amplia capa social de jornaleros, explican este descenso de calidad de vida. Este dato hay que valorarlo teniendo en cuenta que la edad media al matrimonio en estas fechas había descendido, pero resultaba insuficiente para garantizar una adecuada reproducción social.

Estas cifras adquieren todo su dramatismo si desentrañamos los componentes de la estructura de la mortalidad de Antiguo Régimen. En lo que a la mortalidad se refiere, el sistema demográfico se caracterizaba por una muy alta mortalidad infantil y por el predominio de las enfermedades y causas de muerte de origen infeccioso.

Tabla 9: Cocientes de mortalidad de niños menores de 0 y de 1 a 4 años por cada mil nacidos. Bilbao, 1825-1900
Fuente: Registro parroquial: AHEV; Registro civil: ARCB
qo: Defunciones de niños menores de 1 año sobre el total de nacimientos por mil.
q1-4: Defunciones de niños de 1 a 4 años sobre la población de esa misma edad por mil.
qoq 1-4
1825160253
1860135240
1877201248
1887162281
1900199279

En la tabla 9 se puede comprobar como de unos valores de mortalidad infantil altos pero muy moderados en el primer cuarto de siglo van aumentando considerablemente hasta la fecha de 1900 en donde alcanzan unos valores más altos nunca conocidos en la ciudad. Era usual en esta época que la mortalidad de los menores de 1 año fuera más baja que la de los niños de 1 a 4 años en donde las epidemias infecciosas hacían estragos sobre los pequeños que ya no disponían de las defensas naturales que les proporcionaba la leche materna. Así que si sumamos estos dos indicadores obtenemos que de un cuarenta a un cincuenta por ciento de los niños que nacían no alcanzaban a cumplir los cinco años. Esta era la principal razón de que la esperanza de vida descendiera o no pudiera alcanzar valores mayores en este siglo XIX.

Tabla 10: Defunciones por causa de muerte en Bilbao, 1869-1885-1900 (%)
Fuente: Registro parroquial: AHEV; Registro civil: ARCB
186918851900
Enf. Infecciosas83,1769,8372,18
Aire61,466,5472,42
Agua20,2515,4711,72
Otras infecciosas18,3417,9815,85
No Infecciosas16,8230,1627,81

Otro rasgo de la estructura de la mortalidad y que explica la esperanza de vida lo constituía la estructura de las causas de muerte, principalmente de origen infeccioso y ante las cuales los conocimientos médicos no podían hacer nada. Hay que recordar que todavía no se conocen los antibióticos, de manera que cualquier gripe, sarampión, viruela o gastro-enteritis provocaban la muerte irremediable en aquellos más débiles por constitución o por malnutrición como los niños y los ancianos. En un medio frío y húmedo como el bilbaíno las enfermedades más comunes tenían su origen en la transmisión por aire, es decir, todas aquellas del aparato respiratorio. A finales de siglo, todo el colectivo obrero que vivía hacinado y desnutrido sufría de manera particularmente aguda el azote de epidemias que asolaban la ciudad todos los años y que mermaban la población de una manera tan alarmante que era motivo de titulares en los periódicos locales por parte de los responsables sanitarios municipales y de los médicos bilbaínos (Pareja: 1997).