Concept

Agricultura Vasca

Para el sur de Euskal Herria , tanto el valor de la producción como el empleo pierden peso, pasando del 7.9% del PIB vasco al 3.9%; y en cuanto al empleo evoluciona del 17.1% al 11.1% del total.

En el caso de la CAV se pasó de contabilizar 96.653 empleos en 1955 a 50.474 en 1975. Para Navarra el empleo desciende desde un 41,1% del total en 1960 a suponer el 24,8% en 1973.

La superficie cultivada varía según el tipo de producto. El trigo que ocupaba 133.000 hectáreas en 1960, va disminuyendo. La cebada aumenta su superficie cultivada alcanzando 76.000 hectáreas en 1970.

En cuanto a la ganadería, aporta el 40% del valor de la producción agraria, alcanzando valores importantes en la cabaña bovina, ovina y porcina.

El sector forestal también va aumentando su cuota en el valor final de la producción agraria, aumentando en gran cantidad la superficie plantada de pinos.

Se produce una cierta industrialización de la agricultura. En 1962 había 4.533 tractores y en 1972, había 14.016 tractores además de 6.331 motocultores.

En cuanto al empleo, a pesar de las tendencias decrecientes, en 1975, todavía había cerca de 100.000 agricultores en el sur de Euskal Herria.

Siguiendo a A. Cendrero (1985), conviene señalar dos problemas de carácter crónico de la agricultura vasca. El éxodo rural, fenómeno que afecta a toda Europa a raíz de la industrialización, ha traído como consecuencias el descenso general del número de explotaciones agrarias, el envejecimiento de la población rural y la disminución de población activa dedicada al sector primario.

Disminución de la población activa (% sobre el total de pobl. activa)
Años Navarra Álava Bizkaia Gipuzkoa Iparralde
1968 29,7% 17,5% 10,2% 10,4% 22,7%
1975 19,3% 7,8% 4,4% 5,7% 13,7%

A partir de los años 60 se ha producido una aceleración, especialmente notable en el caso de Álava y Navarra, ya que conservaban una estructura más rural en el presente siglo.

Las causas del éxodo rural hay que buscarlas en la gran cantidad de trabajo que requieren las explotaciones agrarias no compensado económicamente y la atracción de la vida urbana.

Respecto al descenso en el número de las explotaciones el caso más grave era el de Gipuzkoa, puesto que en el período 1962-1972 contaba con un 34% de pérdidas. Álava registró en el mismo período el 32,6%, mientras que en Iparralde entre 1955 y 1976 habían desaparecido el 30% de los caseríos.

En el medio oceánico los inconvenientes más graves para la adecuación de las explotaciones a una estructura agropecuaria competitiva son la escasez de tierras cultivables por la abundancia de pendientes, el minifundismo y la dedicación a tiempo parcial.

El minifundismo, que no es exclusivo de este medio, es destacable en Bizkaia donde en 1970 el 84% de las explotaciones contaban con menos de 10 has. de extensión. En Gipuzkoa el porcentaje era del 63,3% en el mismo año. La superficie media por explotación era en 1972 de 5 has. aproximadamente en el caso de Gipuzkoa y Bizkaia, mientras que en Iparralde la media ascendía a 8 has. en el Lapurdi costero y alcanzaba hasta 16 has. en Nafarroa Beherea y Zuberoa, según datos de 1976.

La dedicación a tiempo parcial (empleo principal en la industria y complementario en la explotación) se daba en el año 1975 en el 52% de las explotaciones vizcaínas, en el 36% de las guipuzcoanas y en el 50% de las localidades del Lapurdi costero.El medio mediterráneo presenta, además del minifundismo (el 70% de las explotaciones navarras contaban con menos de 10 has. en 1970), una excesiva parcelación.

A pesar de los esfuerzos llevados a cabo por el I.R.Y.D.A (Instituto para la Reforma y Desarrollo Agrario) en su línea de concentración parcelaria, las parcelas con una extensión superior a 5 has. representaban sólo el 3,2% del total en Navarra, según el censo del año 1972. Para dicho año había, en Navarra, 288.402 has de secano y 66.610 has de regadío y la superficie forestal alcanzaba la cifra de 271.066 has. El porcentaje de población activa del sector agrario era del 41,5 % del total en 1960 y se reduce al 25,3% en 1970, suponiendo un volumen de población superior a la de los demás territorios vascos. En cuanto al régimen de tenencia de la tierra, en 1972, el 75% del volumen total de tierras censadas (980.051 has) pertenecían al régimen de propiedad; el 13,1% en arrendamiento y el 3% en aparceria, quedando un 8,9% para otras formas. A señalar que las cooperativas agrarias como forma de explotación estaba muy extendida en Navarra.

Los sistemas de cultivo tradicionales tenían como principales inconvenientes la escasez de abono orgánico, la precariedad de los útiles, dentro de sistemas extensivos que obtenían escasos rendimiento por hectárea. Fueron la aparición de los fertilizantes químicos y la mecanización de las labores los que propiciaron la especialización agropecuaria.

En el medio oceánico la mecanización de las labores no fue tan importante como en otras áreas del País. Debido al relieve, únicamente las pequeñas máquinas (mulas mecánicas, motosegadoras...) tuvieron aceptación en este medio, mientras que por la misma dificultad que entraña el cultivo de las pendientes no era raro encontrar en los caseríos la tracción animal. Otra particularidad que presentaba el medio oceánico era el bajo consumo de fertilizantes químicos, fenómeno explicable por la especialización ganadera propia de esta zona. Efectivamente, ante la abundancia de abono orgánico se prefería invertir en piensos compuestos o en plantas forrajeras ya que a la larga éstos se convertirán en abono para las parcelas. Era frecuente en este medio las rotaciones de cultivo a base de maíz, nabos y otras forrajeras.

En el medio mediterráneo destacó el elevado consumo de fertilizantes químicos. En el año 1975, Álava y Navarra consumían el 91% del total comercializado de abonos nitrogenados. El empleo de grandes máquinas (cosechadoras, empacadoras, segadoras,...) que agilizan extraordinariamente las labores, se extendió en este periodo.

Respecto al cultivo cerealístico se mantuvo la rotación bienal con barbecho o sistema de año y vez. El regadío mediterráneo con los antiguos canales de Tauste e Imperial, a los que se añadieron los de Lodosa y de las Bárdenas, permitieron la puesta en cultivo de las terrazas altas de los ríos.

En Iparralde, la agricultura absorbe 11.570 empleos, en 1975.

La ganadería tradicional estaba centrada en la cría de ovino, después de vacuno, con el mantenimiento de caprino y ganado equino, en general. La ganadería del siglo XX ha desarrollado especialmente la cabaña de vacuno y, a partir de los años 60, la cría industrial de porcino y aves de corral. Se mantiene el ganado ovino, pero el equino y el caprino se encuentran en franca decadencia.

La disminución en el número de cabezas afecta especialmente al ganado equino, caprino y ovino. Asimismo se aprecia un descenso en el vacuno, ya que la sustitución de las viejas razas por las nuevas hace mantener o aumentar la producción con menos efectivos. El ganado porcino y las aves de corral son las únicas especies que aumentan en número en los últimos tiempos.

La cabaña de vacuno se evaluaba en 1968 en 264.804 cabezas en el sur de Euskal Herria, mientras que en el año 1977 el total era de 216.271 cabezas, siendo la disminución del 18,3%. La cabaña de ovino ha descendido de 757.105 cabezas en 1968 a 559.620 en 1977, siendo el descenso del 20,8% en el período de nueve años.

El minifundismo, que afecta al ganado vacuno, se encuentra vinculado a la crisis del caserío oceánico. Según datos proporcionados por Miren Etxezarreta el 88% de las explotaciones guipuzcoanas y vizcaínas contaban con menos de 10 cabezas en el año 1975. En el sur de Euskal Herria la media de cabezas por explotación era de 8,9 en 1976, dándose la particularidad de que ésta desciende a 7 cabezas por explotación en los casos de Nafarroa Beherea y Zuberoa.

Se trata, por tanto, de explotaciones ganaderas escasamente competitivas y como ejemplo se indican los datos de producción lechera por hectárea. En Gipuzkoa y Bizkaia y en Iparralde los rendimientos eran de 5.000 litros por hectárea. En cambio en Bretaña estos alcanzaban casi los 10.000 litros, mientras que en Holanda (Alto Bravante) se obtenían más de 18.000 litros por hectárea.

La ganadería vacuna es, sin lugar a dudas, lo más importante del sector en Gipuzkoa, Bizkaia e Iparralde. Predominan los modos de explotación individual y los sistemas estabulados o semiestabulados, donde se han introducido una serie de mejoras tendentes a intensificar la producción: introducción de nuevas razas, selección de especies a través de inseminación artificial, control alimenticio en mayor o menor grado. Hay que señalar la importancia de la cooperativa Lur Berri en Iparralde.

La antigua raza pirenaica de origen autóctono, antes predominante, fue gradualmente desplazada por otras razas especializadas. En dirección lechera exclusiva se encuentra la raza frisona u holandesa que alcanza hasta 5.000 litros por cabeza y año. También en dirección lechera, pero manteniendo los aprovechamientos cárnicos se encuentra la raza pardo-alpina o suiza. La primera ha sido promocionada a partir de la década de los 50, mientras la segunda se empezó a desarrollar a finales del siglo XIX. En dirección cárnica se ha introducido la raza aragonesa, frecuentemente mestizada con la pirenaica y muy abundante en Iparralde. En Gipuzkoa y Bizkaia era predominante la frisona, seguida de la pardo alpina.

Por lo que respecta a la producción, en el norte de Euskal Herria la dedicación más rentable es la cárnica. Por el contrario en el sur lo más importante es la producción lechera, destacando Bizkaia. Del total de leche producida en todo Euskal Herria en 1976 el 87,7% procedía del sur.

Destacan por su importancia de la cabaña de vacuno, Bizkaia y Navarra, después el norte de Euskal Herria y a continuación Gipuzkoa, según datos del año 1976. La cabaña alavesa es poco importante. Es de destacar el incremento en número de cabezas y en producción que ha experimentado Navarra en la década de los 70.

En Iparralde las producciones agrarias mantenían cierto peso económico. En 1970 se contabilizaban 294.000 ovejas, 76.000 cabezas de ganado bovino; y la cabaña porcina era de 68.000 unidades.

La cría industrial de porcino y aves de corral comenzó a coger cierto auge. La provincia de Navarra se coloca a la cabeza de la producción de ambas especies ganaderas. En cambio, la cría de ovejas conserva los viejos sistemas de explotación, en la mayoría de los casos: pastoreo y transhumancia. Relacionado con este tipo de ganadería se encuentra el mantenimiento de los pastos comunales (terrenos faceros, uniones, parzonerías, mancomunidades y sindicatos de valle) especialmente notable en Navarra, Álava y en el norte de Euskal Herria.

Se distinguen básicamente dos razas adaptadas a medios bioclimáticos distintos. En la parte oceánica predomina la raza lacha especializada naturalmente en la producción de leche. La raza churra dirigida hacia la obtención de carne es propia del medio mediterráneo, aunque por su carácter recio se encuentra también el los valles pirenáicos de Navarra (Roncal, Salazar...). También aparecen la raza vasco-bearnesa o carranza y, en mucha menor proporción, la raza merina, al sur de Álava.

Según el censo de 1976 la provincia de Navarra albergaba al 53,2% del total de la cabaña, incluido Iparralde. La disminución de la misma ha sido del 25% respecto al año 1968. También conservan importancia las cabañas de Iparralde y la de Álava.

Los productos que se obtienen se centran preferentemente en la leche. La elaboración de quesos del País experimentó un cierto desarrollo en relación a un aumento de la demanda. Navarra destaca por lo que respecta a la producción cárnica.