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GRABADO

El grabado en la historia. El hombre primitivo realizó ya su grabado en época prehistórica, mediante instrumentos cortantes de piedra o de metal ejecutado directamente sobre la roca. Algunos bellos ejemplares quedan en las cuevas del País Vasco, entre los que merece destacarse los de Isturitz, Ekain, Urtiaga, Santimamiñe, Urdazubi, Altxerri y Arenaza. A lo largo de la historia, el hombre ha grabado en sus armas e instrumentos defensivos conjuntos de letras y signos para indicar su modelo, fechas de fabricación, fábrica, etc. Escopetas, piezas de orfebrería y joyería, jarrones y ánforas han sido grabadas en el País Vasco según Ramiro Larrañaga en diversas técnicas, el burilado a golpe y manual, ataujía, nielado, al aguafuerte, el repujado y el cincelado, destacando entre todas ellas el célebre damasquinado creado por Eusebio Zuloaga en Eibar hacia 1840, proyectado entonces exclusivamente para embellecer las armas blancas y de fuego que se fabricaban en esta extensa zona armera que va desde Mondragón hasta el Duranguesado, y no en Toledo como se acostumbra a decir. También en el transcurso de los tiempos el resultado de la operación de grabar ha constituido la obra en sí, como sucede con los camafeos, las gemas incisas o el nielado. Asociado a otras técnicas el grabado puede producir obras de arte de muy distinta especie, como esmaltes, monedas, sellos, así como la matriz de los grabados de estampa. El grabado de la matriz puede hacerse directamente a mano, como sucede en la xilografía, el buril, la punta seca o la manera negra, o bien con el auxilio de procedimientos químicos, lo cual sólo es patrimonio del aguafuerte y sus derivados. Elementos esenciales del grabado son la tinta y el papel, es decir, el color negro, que da cuerpo a la imagen, y el blanco. Desde el punto de vista artístico, el grabado no es un simple dibujo que se realiza sobre madera, metal o piedra, sino una obra de compleja elaboración; el grabador, en efecto, no posee, como el pintor o el escultor, el control directo y constante sobre la obra, que tiene que realizar del revés y en condiciones que dificultan su ejecución. Tales inconvenientes tienen su compensación en la obra terminada, ya que el grabado, cuando es de calidad, posee una fuerza expresiva que lo hace tan valioso como la pintura o el dibujo mismo. Así lo entendieron para el siglo XIII los monjes europeos que estampaban con tintas sus grabados sobre tejidos y lienzos. Ya en el siglo XIV, monjes de Clairveaux, Cluny y Citaux, se dedicaban en secreto a la estampación sobre tejidos cuyo campo de entonación uniforme llenaban de dibujos decorativos por medio de planchas grabadas en relieve. Tapas de libros en cuero y pieles poseen ya en estos siglos hierros grabados que revelan ya la difusión del arte del grabado en amplias capas de la población: cancillerías europeas, municipios, príncipes y magnates, altas dignidades de la iglesia, etc. El Ducado de Borgoña fue uno de los lugares-foco donde floreció el grabado durante el período de las estampas y libros xilográficos y de la estampación de tejidos ornamentales. La estampación xilográfica más antigua, por la fecha que lleva, es una "Virgen rodeada de cuatro Santos", de 1418, que se conserva en el Museo de Bruselas. Le sigue en orden ``San Cristóbal" fechada en 1423, que tiene dos líneas de letras grabadas al pie de la estampa y que es famosa desde que pasó a la colección de lord Spencer. Es una soberbia pieza policromada además en la época. Los documentos más antiguos conocidos en España, anteriores a la invención de la imprenta, y dados a conocer por J. Gudiol y Cunill, están fechados en 1403, 1420, 1424, 1430 y 1431, aparecieron en unos inventarios de Vich y se trata de estampas religiosas de "Jesús Crucificado", "La Virgen María", "La Coronación", "Un Angel", "San Miguel", "El arcángel San Gabriel" y que en su tiempo estaban colocados como objeto de devoción y ornato en la pared de los dormitorios. ¿Eran realmente de creación catalana o se trata de piezas de procedencia europea? Antes de la mitad del siglo XV, la historia del grabado y la invención de la imprenta es una e indivisible. Los primitivos libros impresos son llamados xilográficos y están estampados mediante planchas grabadas en madera y no en tipos sueltos. Figuras y textos están grabados en una misma pieza de nogal, boj o cerezo. Ya a finales del siglo XV, el comercio de libros grabados en toda Europa con textos e ilustraciones está bastante generalizado. Gütenberg, Fust y Schoeffer son algunos de los grabadores-tipógrafos que mejor conocen en el foco alemán el arte de los tipos sueltos fundidos en metal, el grabado y las grandes letras. La imprenta y el grabado se hermanan desde entonces para alcanzar en la mera producción mecánico-industrial unos libros más atractivos a través de sus elementos artísticos y artesanales. Grupos de grabadores franceses, italianos, españoles y sobre todo alemanes realizarán obras de indudable valor y belleza, entre los que destacará, a finales del siglo XV, Alberto Durero. Su arte y su técnica resiste y perdura a través de gustos, estilos y modas. Las obras más geniales de su juventud son las tres series de grabados en madera: "El Apocalipsis", "La Pasión Grande" y "La Vida de la Virgen". Obras posteriores suyas son: "Baño de hombres", "Baño de mujeres", "Adán y Eva", "El Caballero y la Muerte", "La Melancolía", etc. Los aires humanistas del siglo XVI traerán en Italia nuevos gustos y concepciones que incidirán a su vez en toda clase de libros, portadas, orlas, iniciales y viñetas, e incluso en el grabado de los hierros para gofrar y dorar las encuadernaciones. Los nuevos aires renacentistas traerán para la figura humana una mayor aproximación a la realidad. Los grabados van a dejar de ser esquemáticos y van a modelarse los objetos-personas a través de las sombras. Los libros del Renacimiento llevarán ya buenas portadas calcográficas con los retratos de autores y mecenas. Pero serán sobre todo los artistas italianos quienes lograrán mayores alturas y calidades, sobre todo en el grabado en cobre, copiando las grandes obras de los maestros pintores: Mantegna, Botticelli, Pollaioulo, etc. Se trata de grabados de gran tamaño capaces de competir con los mismos originales. Roma y Florencia, grandes focos de arte y cultura, difundirán por toda Europa las creaciones artísticas a través de los grabados, como hoy se hace a través de la fotografía. En España no abundaron los artistas grabadores pero tampoco faltan las ediciones ilustradas impresas en Sevilla (1568), Alcalá (1569) y Medina del Campo (1578). Artistas de la categoría de Rembrandt y Van Dick serán otros dos grandes artistas que elevarán al grabado a altas cimas investigando y creando el primero el grabado polícromo. La historia del grabado se ha conocido a lo largo de la historia o por las Escuelas que lo han desarrollado o por los nombres de insignes artistas que lo han utilizado. Así tenemos: la Escuela flamenca y holandesa: desde el siglo XV. Escuela italiana: siglo XV. Escuela francesa: se caracterizó desde el Renacimiento. Escuela española: se caracteriza en el grabado en madera desde el siglo XIX. Escuela vasca: se desarrolla en el siglo XX. La Escuela española de grabado tendrá un notable desarrollo en la segunda mitad del siglo XIX. Los grabadores españoles acudirán a París a aprender y perfeccionar sus técnicas hasta cuajar en la Calcografía Nacional española y su Catálogo de Estampas. Hasta este momento los grabados artísticos se realizaban sobre láminas de cobre rojo, a buril y con ayuda de ácidos y resinas. En esta especialidad adquirió Goya justa fama junto a la figura cimera de Rembrandt. En Francia, Alemania e Inglaterra se continuaba trabajando también en el grabado en madera, tradición que poco a poco irá penetrando en toda Europa. Dicha técnica era fácilmente aplicable a la tipografía y pronto se utilizó para ilustrar revistas instructivas y recreativas cuya denominación genérica fue Museo, Magasin, Album, etc. El grabado en madera carecerá de normas fijas y en él han trabajado artistas vascos de los siglos XIX y XX tan significativos como Gustavo de Maeztu, Aurelio Arteta, Dionisio de Azkue, Agustín Ibarrola, Mari Dapena, Eduardo Chillida, etc. En el foco de Madrid cabe destacar la figura del gran grabador Vicente Castelló, maestro de toda una generación, y en el foco catalán Torner aparece firmando grabados por esas fechas. Hacia 1880 la técnica alcanza sus mejores momentos en las gubias de Rico y Carretero a través de las grandes láminas y retratos de la Ilustración Española y Americana. En el siglo XIX francés destacan artistas como Daumier, que dio categoría a la caricatura política, y Gustavo Doré, que alcanzó justa fama como ilustrador de libros. Durante el siglo XX el grabado ha sido cultivado por casi todos los grandes pintores europeos, utilizando a menudo técnicas mixtas inéditas: Matisse, Braque, Chagall, Vlaminck, Dufy, Rouault, Picasso, Gris, Miró, Dalí, Chillida.