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CEMENTERIO

Cementerio israelita de Bayona. Está situado desde hace cerca de tres siglos en el punto de intersección de las dos carreteras de Bordeaux y de Toulouse, en Saint-Etienne. Durante mucho tiempo los israelitas habían enterrado sus muertos en un pequeño cementerio situado en el interior del Fuerte, y que se llamó el «Campot de Saint-Simon». Así este cementerio, llamado después «Cimetiere du Fort», puesto que estaba construido en el punto culminante que fue, en el primitivo tiempo de las fortificaciones del barrio, el fuerte Saint Jean, construido en 1636 por el ingeniero de Essarts en el momento en el que Bayona iba a ser sitiada, llegó a ser propiedad de Tavarez, cuyos descendientes pagaron siempre a la comunidad israelita de Bayona la renta de 100 fr. que se habían comprometido a pagar. Todavía hace pocos años se destacaba en el centro de un montón de casas, dispersas allí, un portal en piedra de talla en el que se lee: «Cimetiere des Juifs, 167...» En 1688 la comunidad adquirió un vasto campo en la esquina de las carreteras de Bordeaux y de Toulouse, donde fueron transportados los restos de los que habían sido enterrados en el «Campot». Se agrandó en diferentes ocasiones con la compra de varias parcelas de terreno. La entrada del cementerio se encontraba primero en el centro del campo de reposo, hacia el camino real de Burdeos. Dos mojones de piedra y árboles recuerdan aún el acceso. Se llegaba directamente a las tumbas, separadas a derecha e izquierda. Se llevó más tarde la entrada hacia el extremo norte, y se hizo un cuadro con la inscripción: «Cimetiere des Israélites, 1792», señalando así la fecha de apertura oficial del cementerio. Desde este portal se trazó una alameda, bordeada de álamos que conducía al centro y daba acceso a las nuevas sepulturas sin que hubiera que andar sobre las tumbas de los que estaban allí enterrados. Es la entrada actual. La alameda ha sido plantada con robles piramidales, para sustituir a los antiguos álamos envejecidos. El portal se elevó en 1890 para permitir el paso de las carrozas mortuorias. El cementerio israelita ha conservado el carácter primitivo que los judíos, a su comienzo, le dieron. Las costumbres modernas, a pesar de la tendencia de lujo que se aprecia en las filas trazadas últimamente, donde el mármol pulido remplaza algunas veces a las piedras simplemente talladas, no han introducido la moda del monumento. Todos tienen una piedra alargada de la misma dimensión y de forma parecida, con una inscripción hebraica a menudo hecha en francés o en español, que recuerda el nombre del difunto, la fecha de nacimiento y la de su muerte. Algunas veces un pensamiento filosófico o religioso se encuentra añadido. En 1814, cuando los aliados bloquearon Bayona, los ingleses acamparon en el mismo cementerio. Entonces se destruyeron muchas tumbas por los obuses lanzados sobre ese punto. Aún se encuentran bajo tierra cuando se remueve ésta para cavar nuevas tumbas. Cuando se levantó el sitio, entre las piedras de la casa de un rabino, se encontró, envuelto en su abrigo, el cuerpo de un oficial portugués que, muerto, había quedado allí olvidado. Las tumbas más antiguas, que se encuentran todavía conservadas a pesar de las intemperies y de las injurias del tiempo y en medio de todos los recubrimientos de hierba y de zarzas que crecen gracias al olvido, porque las familias se han extinguido, datan de 1690. Casi todas llevan el milenario de la creación del mundo, algunas llevan, al lado, el milenario del calendario gregoriano. El ce menterio de Bayona contiene un número determinado de inscripciones hebraicas muy curiosas, que han sido sacadas, traducidas y publicadas. -D.