Literatoak

Sarría, Jesús de

Intelectual y hombre de letras. Nacido en La Habana en 1887 en el seno de una familia euskaldun, murió el 27 de julio de 1922, a los 35 años, arrojándose desde su balcón a la calle del Correo de Bilbao.

Llegó a Bizkaia muy joven engrosando las filas del nacionalismo vasco del que, con el tiempo, llegó a ser un importante ideólogo. El mismo relata su llegada al nacionalismo de esta forma:

"Un día, aún adolescentes y ya huérfanos, entramos en el hogar de los mayores, en Algorta, donde carne colateral de nuestro padre nos daba una continuación de la paternidad en el afecto; llegábamos con la insolencia ideológica de la juventud, con el cerebro lleno de doctrinas, y con el alma nacionalista dormida. Como no tuvimos canciones cuneras euskaldunes, como no balbuceamos nuestra primer Ave María en la lengua propia, como nuestra primera idea no se manifestó según su verbo, sentimos en toda nuestra vida de hombres como una señal de bastardía: bastardía del verbo, que casi nos parecía una bastardía en la idea. Yo no lo sentí, escribe, hasta que en un rincón de Algorta, en el hogar ancestral, al calor que la tradición había acumulado en él, evocando una cuna y un sepulcro, viendo una carta ciudadana, que no era de la ciudadanía que yo tenía, la emoción vibró, se me reveló al espíritu todo un mundo desconocido, y se abrió en mí, con senderos anchos, el cauce de la conciencia nacional. No llegué allí en un instante, ni con facilidad. La etapa fue larga. Hubo sufrimiento y desgarraduras, pero llegué."

Estudia Derecho especializándose en la rama mercantil a la que rinde homenaje en sus primeros títulos conocidos: Las Sociedades Extranjeras en la legislación inglesa (Madrid, 1909) y Las compañías anónimas. Necesidad de reformarlas (Bilbao, 1916). Residió en Algorta y en Bilbao, lugares en los que conoció y cultivó la amistad y el trato de la rica intelectualidad bilbaína de comienzo de siglo asidua a la tertulia del Lion d'Or, el Ateneo o la Sociedad Bilbaína. Durante los años de la guerra europea concibe y lleva a cabo un proyecto largamente rumiado de revista cultural, a tono con las grandes transformaciones que ve desfilar ante sus ojos. Para ello llama y obtiene la colaboración de intelectuales y literatos de idearios diversos -Pedro Mourlane Michelena, Juan de la Encina, Luis de Eleizalde, Alejandro de la Sota, Unamuno José Félix Lequerica, Margarita Nelken, Ramiro de Maeztu- dando a la imprenta, en enero de 1917, el primer número de Hermes, revista llamada a durar hasta 1922. En sus páginas veremos que la intención patente de Sarriá es establecer una gran corriente de unión intervasca, semejante a la erigida en 1918 por el I Congreso de Estudios Vascos y la Sociedad de Estudios Vascos.

Hermes conseguirá en sus primeros años agrupar a esta intelectualidad diversa, pero la polarización de las fuerzas políticas vizcaínas en torno a la cuestión nacional vasca le enajenará en 1920, por su decidido nacionalismo, a toda la franja de hombres y mujeres cercanos o militantes de la Liga Monárquica vizcaína. Este fenómeno, similar al acaecido en el seno de la Sociedad de Estudios Vascos, estará en la base de su fracaso ya que Sarría no pudo seguir acarreando el esfuerzo moral y financiero de su célebre revista.

Escribió gran número de artículos sobre nacionalismo vasco en Hermes y otras revistas entre 1916 y 1919 y los opúsculos y libros Ideología del nacionalismo vasco (Bilbao, 1818, 129 pp.); Autonomía nacional y democracia (Bilbao, 1918, 10 pp.); Gobierno propio vasco y unidad del Gobierno (Bilbao, 1918, 13 pp.); Vibraciones de la Patria (1918, Bilbao; 19 pp); Tres invocaciones por Euzkadi (Bilbao, 1918); Oligarcas y ciudadanos (Bilbao, 1919, 27 pp.); En defensa de lo nacional (Bilbao, 1919, 21 pp.); La inmortalidad de Arana Goiri (Bilbao, 1919, 17 pp.) y Patria Vasca (Bilbao, 1920, 131 pp.).

En toda esta producción aparece Sarría como un nacionalista vasco atípico, admirador profundo de Arana Goiri pero emancipado del aranismo en lo que éste tuvo de ruralista, racial y política y culturalmente rupturista. Los elementos llamados por éste "exóticos" le interesan tanto como los claramente autóctonos, concibiendo el quehacer intelectual del vasco de su época como una labor de acrisolamiento más que de selección. De ahí su interés por ensanchar el concepto de Patria y de Cultura Nacional hacia derroteros inéditos, los escritores del 98 español por ejemplo. Tampoco quiso intervenir en las discordias internas del nacionalismo vasco de la época planeando por encima de comunionistas y aberrianos de los que difería, por igual, debido a su laicismo moderador y su tolerancia. Sarría considera que, en el seno de un vasto movimiento emancipatorio, las corrientes deben de enriquecer en lugar de dividir y él mismo es un exponente de este eclecticismo en trabajos como Gobierno propio vasco y unidad de gobierno.

Su generosa concepción de la historia vasca le sitúa, sin embargo, en un margen equidistante de ambas corrientes nacionalistas cuando en Oligarcas y ciudadanos expresa su concepto del llamado "elemento alienígena":

"Las extremas izquierdas residentes en el País y compuestas en parte de castellanos, sin querer inspirarse en el derecho vasco ni sentirse voluntariamente continuadores de la tradición democrática de nuestra nacionalidad, se rebelaron, sin embargo, contra la degradación que padecíamos (se refiere al caciquismo). Por eso, a pesar de no obrar dichas izquierdas como mantenedoras de la soberanía ciudadana del País, les debemos gratitud." (...) "Los que han venido o vengan a nuestro país cordialmente, a ser partícipes duraderos de nuestra suerte favorable o adversa, son nuestros. Toda nacionalidad vincula a los elementos que se injertan en ella".

Páginas más adelante:

"A vosotros os torturan disminuciones jurídicas y económicas. A nosotros disminuciones espirituales y jurídicas."

Plantea la cuestión nacional de forma absolutamente novedosa, tal como la vislumbraría Eli Gallastegui a propósito de los acontecimientos de agosto de 1923 (conato de alzamiento de Pérez Solís) y como la planteará la izquierda nacionalista de los años 60 (ETA, ELA-MSE); cuestión nacional y lucha de clases en el punto de mira de un intelectual demócrata obsesionado por la unidad de un pueblo que debe, según él, mirar más hacia el futuro que hacia el pasado.

Escribiendo en 1920 -Patria Vasca- ve a esta unidad, que cree debe de vertebrarse en torno a un nacionalismo generoso, en peligro:

"Creo... que el patrimonio actual de realizaciones nacionalistas -y la obra nacionalista toda- está en peligro. Y lo está, a mi juicio, por tres razones. Primera. Porque frente a una coalición muy firme de enemigos del Nacionalismo, nosotros no hemos llegado todavía a la unidad patriótica indispensable... para defender la existencia nacional de Euzkadi. Segunda. Porque el mundo nos lleva una tal ventaja en contenido de civilización realizada, y marcha tan de prisa por el camino de las orientaciones nuevas, que pudiera el Nacionalismo vasco -la cosa más viva, más generosa y más capaz de perfectibilidad humanística- aparecer ante el mundo, sin serlo, como algo retardatario que de por sí mismo se separaba, se divorciaba del mundo. Tercera. Porque el organismo nacionalista se ha desarrollado de tal modo, que determinadas normas de organización y procedimiento que antes eran muy justas, no lo son ya, no por la voluntad o preferencia de esta o aquella persona o de tales o cuales grupos, sino por imposibilidad orgánica de subsistencia. Y ante la imposibilidad orgánica no hay modo de resistir: no hay más sino adaptarse a las necesidades nuevas".

Este planteamiento descarnado no gustó en los ámbitos de Comunión que desautorizó la interpretación sarriana.

Saiz Valdivielso lo describe así (Triunfo y tragedia..., p. 152):

"Sarría era un epicúreo boulevardier que gustaba lucir exóticos chalecos; que escribía recostado en la cama y mantenía a la puerta de su casa una berlina de alquiler, en la que había instalado calefacción capaz de ambientar su interior con temperatura cubana". "Era un hombre nervioso, menudo y miope".

El fracaso de una cúpula común -sólo subsiste la Sociedad de Estudios Vascos- para todos los vascos, la desunión del nacionalismo roto en dos fracciones y la ruina económica personal, parecen haber sido los motivos de un suicidio que, pese a todo, sigue siendo un misterio.