Gipuzkoa. En la mayoría de los pueblos guipuzcoanos de alguna importancia existían neveras, naturales unas, artificiales otras. Dentro de los muros del convento de Aránzazu había un depósito subterráneo que se procuraba llenar con las últimas nieves que caían. A la nevera municipal de Oñate el Convento enviaba trabajadores para ayudar a llenar dicha nevera, participando luego de su producto. Teniendo en cuenta la orografía y la naturaleza de sus rocas, Guipúzcoa contaba en muchos pueblos con hondonadas en las que nunca daba el sol y que en gran parte se llenaban naturalmente. Azpeitia disponía de una en el monte Izarraitz. En las estribaciones del monte Aitzkorri, denominado Artzanburu, hay un «elurzulo» conocido por los pastores, muy amplio y muy resguardado del sol. Hallándose entre los límites de Oñate y de la comunidad de los pueblos de la Parzonería (Segura, Cegama, Idiazabal y Cerain) tuvo algún pleito en el pasado.