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Marijeses de Gernika

Los Marijeses de Gernika son un novenario prenavideño, en el que se recorren las calles del pueblo de madrugada, cantando una serie de coplas sobre el misterio de la Navidad y los episodios de la expectación del Nacimiento de Jesucristo.

El día 24 de diciembre, Nochebuena, es costumbre en muchos pueblos del País Vasco, salir de ronda cantando coplas de carácter religioso. Estos cantos reciben el nombre genérico de Marijesiak "los Marijeses", si bien en algunos lugares se conocen con otros apelativos, como Joenikuek "las de San José" en Larrabetzu, o Abenduko umiek "Niños de Adviento" en Ea (Arana Martija, 1981). El término también se usa coloquialmente para designar las coplas propiamente dichas, o al sujeto que canta esas coplas.

R. Mª de Azkue señala en su Cancionero Popular Vasco (1925:1120), que el origen y la etimología del vocablo Marijeses, es una derivación del estribillo que insistentemente se repite en estos cantos: María, José, Jesús, María.

Las peculiaridades de los Marijeses de Gernika residen, por un lado, en su carácter de novenario, es decir, se cantan durante nueve noches seguidas. Por otro lado, tienen lugar de madrugada, entre las 4 h. y las 5:30 h. de la mañana, con una duración aproximada de una hora y media.

La madrugada del día 16 de diciembre, un grupo de cantores se reúnen en el atrio de la iglesia de Santa María y, arrodillados, entonan la copla de salutación: Sakramentu Santu Jauna zalabradu zanian (...). Los cantores visten de calle, y no portan ningún tipo de instrumento musical, ni bastones. Un solista adelantado del grupo en todo momento, canta dos primeros versos, y puestos en pie e iniciando la marcha hacia el convento de Santa Clara, el grupo responde completando los dos versos restantes. Mientras caminan, el solista, siempre unos metros adelantado, va cantando de memoria y en euskera el resto de las 28 coplas, y es respondido por el grupo.

De este modo recorren las calles del pueblo, en dirección contraria a las agujas del reloj, para volver al punto de partida. Por el camino visitan el resto de iglesias y conventos del pueblo (Santa Clara, Convento de las Josefinas, Residencia Calzada, Convento de la Merced, San Francisco y el colegio de las Carmelitas), y al igual que al inicio en Santa María, el grupo se detiene enfrente, se arrodilla, entona la copla de salutación, y reinicia la marcha.

Esta secuencia ritual entre atrio y atrio se repite varias veces cada noche. No obstante, en el camino se realizan otras paradas sin arrodillamiento bajo las casas de antiguos cantores, de familiares, de personajes conocidos del pueblo, o paradas de comensalidad para reponer fuerzas. Los antiguos Marijeses esperan despiertos, y salen a los balcones a recibir al grupo, a veces en actitud solemne y vestidos con corrección, o acompañados por sus familiares. Escuchan la copla dedicada y se despiden de los cantores. Durante todo el recorrido los vecinos de Gernika se asoman a las ventanas, o encienden y apagan las luces al paso de los Marijeses.

Los textos que se cantan en los Marijeses pertenecen al género de las coplas viejas o Kopla-zaarak. Y como reza el título de un texto de 1915, se cantan de memoria: "Canta Barriak Gaboneracuac, bederatzi egunian cantateco. Marijesiac burus euquiteco direnac", (Cantos nuevos de Navidad, para ser cantados durante nueve días. Marijeses, que han de saberse de memoria).

La melodía de los cantos va variando a lo largo del novenario. Durante las cuatro primeras noches se cantan con una melodía sobria los versos que presentan el cuadro de la Creación y la Sagrada Familia con el estribillo María, José, Jesús, María. Las cinco noches siguientes se cantan las estrofas que corresponden a otra melodía un tanto más alegre, con el estribillo Adoratzen zaitugu, Jesukristo, y que están centradas en la figura de Jesús. El último día, la mañana de Nochebuena, se realizan otras dos rondas consecutivas en las que se cantan, con una melodía más alegre aún, las estrofas que se corresponden con el estribillo Bart Belenen jaio da Jesus Nazareten, y que anuncian el nacimiento de Jesús en Nazaret. En esta última ronda se realiza una cuestación.

El canto de Marijeses se caracteriza por la seriedad y la sobriedad, no obstante tiene una fuerza y una belleza emocionantes. Esa relativa pobreza de las tres melodías diferentes utilizadas en los cantos, la palabra repetida, la estética y la teatralidad del rito son aspectos relacionados con la mnemotecnia o Ars Memorativa medieval, que facilita la memorización del canto y del mensaje.

Los diálogos entre el solista y el coro, la teatralidad de andar y arrodillarse, el tiempo limitado de la ronda y las tres melodías diferentes que recuerdan los tres actos de una pieza teatral, son los argumentos sobre los que Arana Martija (1979) plantea la hipótesis de que probablemente nos hallamos ante los residuos de una primera obra escénica escrita en romance vasco.

Este tipo de teatro religioso, conocido como teatro edificante, fue un instrumento importante en el proceso de educación y evangelización de población illitterati medieval, y de las comunidades indígenas del Nuevo Mundo, y así fue exportado a aquellas tierras en el proceso de colonización. De manera, que es posible advertir una similitud evidente en cuanto a la estructura, tiempos y espacios, con otros novenarios navideños que se llevan a cabo en ultramar, como Las Posadas de San José y la Virgen, que se celebran en muchas localidades de México.

A partir de la década de los años setenta del siglo XX, con la renovación generacional, el rito se popularizó y comenzó un periodo de secularización y revitalización (Icobalceta, 1994; Rementeria, 2007, 2011) en el que experimentó notables cambios formales en cuanto al recorrido, asistencia, incorporación de la mujer, o la edad media de los cantores.