Concepto

La Zamacolada

LLa noticia de la modificación del sistema militar se fue extendiendo conforme los apoderados a las Juntas Generales fueron regresando a sus respectivas localidades y la novedad fue muy mal recibida por sus habitantes. El nuevo sistema propuesto podía respetar la foralidad pero en él se establecía que los soldados debían ir ahora uniformados, su organización se modifica creándose la figura de un comandante de las tropas vizcaínas y se reglamenta la instrucción militar y los alardes. Esto dio argumentos a los principales enemigos de Zamácola, los burgueses de Bilbao, para azuzar en su contra las iras de los restantes vizcaínos. Argumentando además que la reforma no era sino una concesión a la Corona en compensación a la aprobación por ésta del proyecto de habilitación del puerto de Abando. Lo que podía no estar lejos de la realidad.

El hecho es que, por una interpretación parcial de lo aprobado en las Juntas Generales, sugerida o no por los rivales de Zamácola, el pueblo de Bizkaia acabó creyendo que todos los solteros estaban obligados a servir en el ejército real y se extendió además el rumor de que estaban preparadas para el día de San Luis, veinticinco de agosto, las casacas para uniformar a mil quinientos vizcaínos, el pan de galleta para alimentarlos y las cuerdas para conducirlos atados a servir al rey fuera de Bizkaia.

Los incidentes comenzaron el jueves dieciséis de agosto en las anteiglesias de Begoña y Abando. En Begoña, los vecinos pidieron a su representante, José Nicolás de Bátiz, que convocara una asamblea municipal para el día siguiente para informar de lo acordado en las Juntas Generales referente al plan militar. Bátiz, amigo de Zamácola y partidario del plan, se opuso al requerimiento, pero al final no tuvo más remedio que ceder. Tras este incidente, algunos begoñeses bajaron a Bilbao gritando en contra de Zamácola, el corregidor, el consultor Francisco Antonio de Aranguren y sus partidarios. Al día siguiente por la mañana se le pidió a Bátiz en la asamblea de vecinos de Begoña una copia del plan militar. Al negarse éste a facilitarlo fue detenido y llevado al cepo junto al otro representante de la anteiglesia. Los begoñeses se pronunciaron unánimemente en contra de la reforma.

Su intención principal era evitar lo que consideraban una vulneración del ordenamiento foral en lo concerniente a la realización del servicio militar. Lo ocurrido en Begoña pronto fue conocido por los alrededores y en los muelles de Bilbao.

Por la tarde bajó a Bilbao una comisión de la asamblea de Begoña para pedir al corregidor una copia del plan militar que les permitiera conocer con certeza las modificaciones aprobadas en las últimas Juntas Generales. Pereira les entregó la copia que solicitaban y se retiraron pacíficamente pero la asamblea vecinal consideró inaceptable el plan tras leerlo. Por ello envió a Bilbao otra comisión, más numerosa, para pedir a las autoridades que se pronunciaran en contra del plan militar y que permitieran retirar los fusiles correspondientes a Begoña almacenados en el depósito de armas del Señorío situado en Abando.

La Diputación, cuyos locales se vieron ocupados por los begoñeses, accedió a sus peticiones, haciendo pública la suspensión del nuevo plan militar hasta que se celebrasen unas nuevas Juntas Generales que se convocaron en principio para el veinticinco de agosto, si bien finalmente se adelantaría su celebración al día veintidós. Tras marchar los vecinos de Begoña a recoger su armas a Abando los miembros de la Diputación se trasladaron a la casa del alcalde de Bilbao para más seguridad.