Concepto

Envejecimiento demográfico

Existen dos posiciones claras a la hora de interpretar este fenómeno. Por un lado, están aquéllos que defienden que el envejecimiento demográfico es un proceso alarmante y con consecuencias nefastas. Siguiendo la estela del darwinismo, presentan las poblaciones como seres vivos, que nacen, se desarrollan, envejecen y mueren. Las poblaciones envejecidas se describen como poblaciones con falta de dinamismo, conservadoras, con problemas económicos muy graves derivados del monto de las pensiones y de los gastos asociados al cuidado de la tercera y cuarta edad. Como ya se ha señalado, éste es el discurso que subyace a la propia concepción del término y tiene vigencia aún en el siglo XXI, tanto en círculos académicos (ver Global Aging Iniciative) como políticos.

Desde una posición contraria se defiende que envejecen las personas, no las poblaciones, y que las mejoras en la esperanza de vida cabe interpretarlas como un indicador de progreso. Se entiende que hemos asistido a un proceso de "democratización de la supervivencia" (Pérez Díaz, 200X) que tiene consecuencias muy importantes tanto en la vida de las personas como en la estructura de las poblaciones. Además, se aboga por la utilización de la óptica generacional en el análisis demográfico, una visión que permite interpretar de otra manera la transición demográfica y que lleva a algunos autores a hablar de revolución reproductiva (Garrido; Mc /Pérez).

En todo caso, el alargamiento de la vida ha supuesto una redefinición de las edades basada en la certeza, personal y social, de que contamos con muchos años de vida. Por un lado, se ha producido una dilatación de la juventud y, por otro, ha variado la percepción sobre a qué edad es una persona anciana.

También han aumento las líneas de filiación generacional. Es decir, que si bien es cierto que, en el plano horizontal, el número de componentes de la familia se ha visto reducido, desde una perspectiva generacional ha aumentado considerablemente.

Además, dada la relación entre salud y edad, la morbilidad y la dependencia han crecido y seguirán creciendo. En este sentido, no podemos dejar de referirnos a lo que algunas autoras han definido como "crisis de los cuidados" (Hoschschild, 1995), que plantea el interrogante de cómo reorganizar la satisfacción de los cuidados en un sistema que antepone las necesidades de lo mercados a la satisfacción de las necesidades vitales de las personas. En efecto, se ha evidenciado la existencia de un vacío en el modelo de cuidados producido por la imposibilidad de compatibilizar el cuidado, del que tradicionalmente se han responsabilizado y ocupado las mujeres, con las exigencias del mercado de trabajo.