Concepto

Envejecimiento demográfico

El demógrafo Julio Pérez Díaz (2005) sitúa en los orígenes de la expresión dos corrientes históricas de gran importancia para el pensamiento de finales del siglo XIX y principios del XX:

1.- "La ideología ultranacionalista y patriótica, que ve en la demografía un elemento táctico y estratégico en las disputas internacionales, en el mantenimiento de los imperios coloniales y en el engrandecimiento de las potencialidades nacionales."

2.- "Una concepción organicista de las poblaciones, muy influida por el deslumbrante triunfo de las teorías darwinianas, según la cual los colectivos humanos pueden entenderse en sí mismos como seres vivos, que nacen, maduran, envejecen y mueren."

Pérez Díaz señala que el diagnóstico sobre el envejecimiento de la población data de principios del siglo XX, pero que no será hasta décadas después cuando, en Francia, se consolide el término. No obstante, ya en 1907 el demógrafo neerlandés H. Westergaard señalaba que

"...ya no volveremos a encontrar la distribución por edad de los días de antaño: la población tendrá un aspecto muy distinto, con un gran número de ancianos y unos efectivos de jóvenes relativamente reducidos [...]. Y, si es exacto que las nuevas ideas germinan en los jóvenes cerebros, entonces esta diferencia en la distribución de las edades podrá ser asimilada a una seria pérdida para la futura población."

No se puede entender el desarrollo de este concepto, y de su carácter alarmista, sin hacer referencia a la importancia del natalismo en Francia a finales del siglo XIX y principios del XX. La consolidación del término envejecimiento demográfico está muy ligada a las figura de Alfred Sauvy, cofundador y director durante años del Institut National d'Etudes Démographiques (INED), y es un claro ejemplo de la estrecha relación existente entre el quehacer demográfico y el discurso político.

Diversos autores coinciden en señalar el carácter alarmista del término y la conveniencia de sustituir esta denominación por otra menos tendenciosa. Destacamos aquí la propuesta de Pérez Díaz: madurez de masas.