Danza

Danzas circulares

Nos queda por inventariar algunos aspectos susceptibles de interpretación (hermenéutica) que pudieran acercarnos al sentido de tales danzas. Se trata de una labor nada fácil, toda vez que cada pueblo, cada barrio, ha asumido como propios ciertos movimientos, y exógenos otros tantos. Sin llegar al extremo de la cultura oriental que asocia la inclinación del saludo al respeto por el vivo o por el muerto, sí que deberíamos estar alerta ante interpretaciones unilaterales, ante visiones simplistas o extrapolaciones etnográficas de datos sin un análisis en profundidad.

Aquí vamos a ver algunas de las opiniones -como tal han de tratarse- que han ofrecido los investigadores. Comenzaremos por el sentido de la marcha en la danza (a favor o en contra de la dirección tomada por las agujas del reloj), seguiremos por el uso de los pañuelos; a continuación analizaremos los "puentes" o paso bajo las manos alzadas de dos danzantes, y concluiremos con el carácter mixto de la danza circular.

Curt Sachs, en la Historia universal de la danza, nos ofrece una explicación sencilla y fácil de asumir: visto desde el hemisferio norte, el recorrido del sol va de izquierda a derecha, siguiendo, por decirlo así, el recorrido de las agujas del reloj (es a la inversa, el recorrido horario recuerda el solar). Así pues, las danzas realizadas en tal sentido responden a cosmologías solares (como, por ejemplo, la de los derviches).

La luna también sigue en su recorrido al sol, pero cada día se va atrasando cada vez más. Es más lenta, y, por lo tanto, relativamente la vemos como oposición al astro diurno. De ahí que el movimiento contrario a las agujas del reloj -en el hemisferio norte- quede asociado al culto selenita, y, por tanto, ya que la luna -con Carl Gustav Jung- se vincula con la menstruación y con la Madre Tierra, las danzas realizadas en sentido contrario a las agujas del reloj -por tanto, contrarias al camino solar- sean asumidas como telúricas o lunares. Este es el caso de las danzas vascas, realizadas en un entorno mítico creado alrededor de la diosa de la Naturaleza de nombre Mari50.


50 MARTIN BOSCH, Pablo A. (1994), Hermenéutica de la danza vasca, tesis doctoral inédita, presentada en la UPV.

Además del colorido que puedan ofrecer a la coreografía, los pañuelos pueden tener otra función más social: el pañuelo permite la identificación con el otro, la muestra de afecto ante quien danza contigo, pero, a su vez, deja la libertad suficiente al oponente para abandonar sin violencia el corro de danza, e impide la transmisión de mensajes cifrados a través del movimiento de los dedos -esta idea nos la ofreció Juan Antonio Urbeltz, a quien estamos agradecidos.

Tradicionalmente, y a través de la mención que hace Resurrección María de Azkue, se ha considerado que los puentes (el pasar por debajo de los brazos alzados de dos danzantes) era una demostración de que quien participaba en la danza era digno de hacerlo, ya que, en caso contrario, el puente se cerraba -tal y como aparece en ciertos juegos de niños.

De ahí se ha extrapolado al resto de las danzas vascas, considerando que en todos los casos debía de tratarse de lo mismo, sin tener en cuenta que es un modo vulgar de cambiar la dirección de la danza u otras semejantes.

Por último, tratar las danzas circulares como danzas sociales y/o mixtas no parece responder a la realidad, toda vez que las mutil dantzak no permiten la participación femenina, algunas soka dantzak no dejan a la mujer más papel que el de mero espectador, y que, incluso las zinta-dantza, hoy realizadas exclusivamente por mujeres, lo fueron con anterioridad por hombres.

No queremos negar el carácter integrador de la danza en el contexto social, pero sí que debemos ser cautos a la hora de ofrecer una interpretación.