Léxico

CAMA

La historia de la cama vasca reseñada por Duceré para Bayona es válida en gran parte para las villas y pueblos importantes de todo el País Vasco.

Es de suponer -dice- que no se hicieron camas con columnas en nuestra ciudad antes del siglo XVI, pero ya estaban recubiertas con cortinas y el cielo estaba directamente colgado del techo. En 1320, una ordenanza municipal prohibió a los bayoneses el colgar alrededor del cielo de la cama, con las cortinas, trozos de seda negra con galones o franjas de plata y el poner tiras de plata o de oro sobre las almohadas y sobre las sábanas de la cama.

A comienzos del siglo XIV, cada casa bayonesa posee una o varias camas, y es solamente a partir de finales del siglo XV cuando adquieren dimensiones exageradas. Al mismo tiempo aparecen las primeras camas con columnas. Las cortinas se llamaban "pentes", en el idioma de la época. Eran de tejidos muy diversos, unas veces de simple tela, otras de telas muy ricas, más gruesas y bordadas en las esquinas. Las sábanas llamadas "linsous" son blancas y forman un rollo que se va plegando a los pies a medida que están sucias y que se quieren cambiar. Esta sábana es de Irlanda, de Génes, de Toulouse, o lo más frecuentemente de Béarn. Las mantas son de diversas clases, unas de tela bordada, otras de tela acolchada y rellena como nuestros edredones y a menudo recubiertas ellas mismas con un cubrepiés. La cama se completa con cojines, almohadones y almohadas. Los colchones son llamados a menudo "kosna", según una palabra procedente del euskera y que, ya en 1634, tiene el significado de cama de pluma. No obstante, incluso con las camas de pluma, los colchones estaban en su mayoría rellenos con vainas de guisantes o paja de maíz llamada "artho mayro" en nuestros antiguos documentos.

En el siglo XVII, la cama que amueblaba especialmente la habitación principal, se relega definitivamente a la habitación de dormir, tomando un carácter de mayor intimidad. No obstante se recibe todavía a menudo en los dormitorios. Encontramos en las casas de nuestros burgueses bayoneses, a comienzos del siglo XVIII, camas con grandes columnas torneadas o acanaladas, pero adoptándose generalmente la alcoba, sus dimensiones van disminuyendo progresivamente. Se emplean todas las telas para adornar convenientemente, la sarga en todos los colores, el damasco, el "camelot", la seda que sirve para embellecer. Los ejemplos siguientes son un buen testimonio.

"Un lecho de pilares bajos guarnecido con cojín de crin, cubierto con una tela de cuadros, y dos colchones de lana cubiertos con fustán, una almohada de cutí de Bruselas rellena con plumas y dos mantas de lana blanco de cuatro puntas. El armazón de la cama es de imperial de siamesa, rayado y fabricado en Vendome, dicho armazón compuesto por dos hermosos "grains" y por dos cortinas". Encontramos también en el mismo inventario una camita de pilares bajos y recubierta con siamesa con un pabellón o dosel sin columna. Se emplean todos los colores para las mantas, y la cama es algunas veces tan alta que existe una especie de escalera de varios peldaños para poder subirse.

Con respecto a Bizkaia, Iturriza explica un poco someramente las usadas por los labradores:

"Las camas o lechos que al presente usan en Vizcaya entre personas de conveniencia, son suntuosas, respecto del tiempo de Estrabón. Las cujas (cabecera de la cama) son torneadas y aun doradas, de cedro, granadillo, nogal y de manzano, cubiertas con cortinaje y pabellón de damasco, sempiterna, telilla y de otros géneros de color de rosa, azul, verde y blanco, tienen sobre el enlazado jergón de paja y de cáscaras de espigas o mazorcas de maíz, con dos y tres colchones de lana encima, sábanas de lienzo fino de la tierra, Brabante, y de otras partes, mantas de lana de varios colores, colchillas también de lana y lienzo pintado, y almohadas con flecos de encajería y listonería vistosa de varios colores; y de pocos años a esta parte se van introduciendo catres pequeños que apenas cabe una persona y que se mudan a cualquier parte, semejante a los que se usan en la América. Las camas de labradores se componen de cujas torneadas y lisas, jergón de paja o de heno, un colchón de lana o plumión encima, sábanas de lienzo de la tierra, y aun de marraja o capaluna, almuadón o cabezón largo y cobertor abultado y pesado atestado de pluma con barias labores de algodón azul en partes laterales".

Los doseles y cortinones adornaban únicamente los lechos de las personas de categoría social más elevada que la campesina. Según el derecho foral la cama es inembargable y muy particularmente en Vizcaya, según disposiciones expresas de las leyes de 1584, 1585 y 1586.

Antonio BENGOECHEA