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MEGALITO

El megalitismo en Euskal Herria. Desde el Neolítico avanzado y hasta el final de la Edad del Bronce y su transición a la del Hierro se conoce en Euskal Herria una amplia serie de construcciones megalíticas en su mayoría como depósitos funerarios y en otros casos con destinos rituales o conmemorativos. Su estudio e interpretación cultural sólo es posible en el amplio contexto de los países del Sudoeste que nos rodean, en las diversas áreas de especial concentración de megalitos: la Bretaña, los países del Lot, el ámbito pirenaico, el Sudeste español y Andalucía, o el frente atlántico gallego-portugués. Existieron relaciones de base en los elementos de la cultura material, en el ritual y en la propia «arquitectura» megalítica: pero su cronología, vías y reiteración aún no están bien establecidas. El neologismo «megalítico» (según su etimología griega «de grandes piedras») fue creado por A. Herbert, un erudito de Oxford, en 1839, para referirse a las construcciones prehistóricas alzadas con grandes bloques de piedra en Inglaterra y en la Bretaña francesa. Fue pronto adoptado por los tratadistas ingleses y franceses de mediados del siglo pasado, como forma más objetiva de designar a los monumentos que, acogiendo tradiciones populares de diversos ámbitos del Sudoeste de Europa, se venían denominando «druídicos», «célticos» o «ciclópeos», etc. El término megalítico sigue siendo aún hoy un tanto confuso. En un sentido muy restrictivo se habría de aplicar sólo a las construcciones con piedras de gran tamaño y apenas escuadradas. De hecho, muchos monumentos «megalíticos» lo son sólo en parte: algunas losas de cubierta o algún hito vertical resultan ser realmente grandes, mientras que el resto de la construcción emplea lajas de menor tamaño, paramentos de piedra seca o acumulaciones de tierras o de cantos menores. Incluso se adosan a partes cavadas en la roca viva y hasta (los megalitos y «cuevas» artificiales) pueden ser sustituidos por esa excavación tallada en las masas de piedra. Otros términos formados de antiguas raíces célticas se han ido acuñando para designar algunos tipos concretos de megalitos: dolmen (La «mesa de piedra»), cromlech (círculo de piedras), menhir (piedra larga), galgal (o túmulo), cairn (montículo de piedra). En euskara diversos sustantivos normalmente indicativos del origen o destino legendario de las construcciones designan algunos de esos grupos: trego-arriak (en el Aralar), gentilbaratzak, ilso, arluzeak, jentillariak,... Múltiples referencias toponímicas y legendarias recuerdan, en las tradiciones orales del pueblo vasco, la existencia y pretendidos usos de bastantes de esos monumentos. Tal como ya se expuso anteriormente (capítulo 10), las referencias populares a los dólmenes suelen atribuir su construcción a gentes de fuerza excepcional (los gentiles), pensándose que sirvieran de sepultura o de refugio a personajes especiales (el cíclope Tartalo, las brujas, los gentiles, etc.). La creencia tradicional en tesoros encerrados en el interior del monumento ha excitado, lógicamente, la codicia de labriegos y pastores; de forma que ha sido común y reiterada la violación de los depósitos arqueológicos de buena parte de los dólmenes vascos.